Peter Brook: el teatrista detrás de la cámara en la Cinemateca
23 de octubre de 2015
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Para Peter Brook (Londres, 21 de marzo de 1925) «el cine es una forma mucho más difícil que el teatro, justamente porque no es tan maleable». Este gran director de teatro y cine, de padres oriundos de Rusia, ha subrayado en varias entrevistas que considera el séptimo arte mucho más vivo pero prefiere la maleabilidad del teatro: «En el teatro no hay nada que esté fijo, uno puede cambiar todo el tiempo, como de noche a día. El cine es un lugar de experimentos o afirmaciones particulares, al menos para mí. Su dificultad permanente es que cuando se acaba de rodar un plano, esto es algo definitivamente acabado. Es inútil que luego se quiera cambiarlo. Pero al cine le falta el contacto humano regular del teatro. El operador de cámara o el ingeniero de sonido no se incorporan a la obra tanto como el actor. Y luego, en el cine hay que esperar todo el tiempo, su ritmo de trabajo es otro (…) Se puede hacer teatro casi con nada».
La Cinemateca de Cuba, como parte de su programación por el 16. Festival Internacional de Teatro de La Habana presenta en el Multicine Infanta (Sala 4) del sábado 24 al 31 de octubre, una muestra de escenificaciones de Peter Brook, homenaje que rinde el evento a este creador imprescindible en el 90 aniversario de su natalicio. Su fascinación simultánea por los escenarios y la pantalla le condujeron a situarse por primera vez detrás de una cámara en 1943 para rodar Sentimental Journey, que apenas se difundió. Le siguió la filmación de La ópera del vagabundo (The Beggar’s Opera, 1953), su versión de la conocida pieza que John Gay escribió en 1728. Brook acababa de concluir sus funciones al frente de la Royal Opera House y tuvo el placer de codirigir junto a Herbert Wilcox a un elenco admirable, encabezado por Laurence Olivier. Por esos años fue autor de varias aclamadas puestas en escena en Europa y Estados Unidos. En un breve impasse de su impetuoso ritmo teatral que le proporcionó en 1959 el premio Tony por su puesta de La visita, de Friedrich Dürrenmatt, retorna al cine para rodar su adaptación de Moderato Cantabile (1960), original de Marguerite Duras, y dos años más tarde se une a la Royal Shakespeare Company para la cual asumió la dirección de numerosos montajes de clásicos como: Romeo y Julieta, El rey Lear, Timón de Atenas, Sueño de una noche de verano y La tempestad.
Insatisfecho con los loables resultados, se adentra en los vericuetos del Teatro de la Crueldad y de esta experiencia se deriva su Marat/Sade (1964), sobre la obra de Peter Weiss, por la cual obtuvo otro premio Tony y se encargó de filmar en 1967. Además de ese notorio título el ciclo incluye además El rey Lear (King Lear, 1971), que a su juicio difiere de su versión teatral porque en el cine «la relación es entre los hombres y el mundo, y se da a través de la realidad fotográfica». Esta admirable adaptación de la tragedia la rodó paralelamente a la no menos asombrosa que acometía Grigori Kózintsev en los Estudios Lenfilm y en torno a sus respectivas preocupaciones sostuvieron una fructífera correspondencia.
Otro filme de Brook que la Cinemateca presenta por estos intensos días en carácter de estreno absoluto en Cuba es Encuentro con hombres notables (Meetings with Remarkable, 1979), biografía del escritor y compositor armenio G.I. Gurdjieff (1866-1949) a través de sus viajes y el descubrimiento de la música espiritual. Pero la más esperada propuesta es la primera exhibición en la isla de El Mahabharata (1989), filmación de su extensa puesta en escena del poema épico indio cuyas nueve horas fueron sintetizadas en una miniserie de televisión con un reparto multinacional que abarca al griego Georges Corraface, el polaco Andrzej Seweryn y al italiano Vittorio Mezzogiorno, entre muchísimos otros. Trabajar con actores de culturas diferentes a la suya no es excepcional en su itinerario desde que en 1968 participara en un taller con el actor Jean-Louis Barrault quien lo invitó a integrar el Theatre des Nations en París.
El célebre guionista francés Jean-Claude Carrière, me confesó en una entrevista sobre esta experiencia con Brook en la que invirtió once años: «Me gustan las colaboraciones largas, porque es una manera de no perder tiempo convenciendo el uno al otro. Hace quince años que estoy trabajando con Peter Brook en el teatro. Brook es agua corriente, ligera, corriendo sobre piedras diversas, es encantador; al contrario de Don Luis Buñuel, que era una piedra, un bloque de granito muy fuerte, muy duro».
Brook, realizador de la sorprendente adaptación de El señor de las moscas (Lord of the Flies, 1963), sobre la novela de William Golding, emprendió el rodaje de Tell Me Lies (1968), en el que plasmó sus inquietudes sobre la guerra de Vietnam y confrontó problemas con su distribución. Su copia restaurada por la Fondation Technicolor y la Fondation Groupama Gan se exhibió con gran resonancia en el 33. Festival de Venecia (2012). Paralelamente, ha escenificado obras de Chéjov (El jardín de los cerezos), Genet (El balcón), Beckett (Días felices), Dostoievski (El gran inquisidor), Jarry, del poeta persa Fariduddin Attar (Conferencia de los pájaros), también adaptada por Carrière, y otras inspiradas en la cultura africana que ha ejercido sobre él un gran poder de seducción. La ópera no ha estado ajena en su trayectoria, en la que figuran piezas de Claude Debussy (Pelleas), Modest Músorgski (Boris Godunov) y Georges Bizet (La tragedia de Carmen), que también fue filmada por él en 1983.
Para aquellos que no tienen la posibilidad de aplaudir sus escenificaciones en Les Bouffes du Nord, un teatro quemado que descubrió hace cuarenta años al lado de la estación del norte en París, pueden ponerse en contacto con la impronta dejada por un hombre tan inmenso como teatrista y cineasta a través de este ciclo. En la filmografía de Brook, director del Centro Internacional para la Investigación Teatral en París, ciudad donde se radicó en 1970, también se advierte su perenne interés en la integración de intérpretes de disímiles procedencias geográficas y en este sentido, ese espectáculo total que es El Mahabharata sirve para corroborarlo.
«Ya desde Sentimental Journey para mí lo más interesante del cine era la fase de rodaje —expresó en una entrevista—. En esto comparto la filosofía de muchos realizadores del Western. Hay otros como Hitchcock para quienes lo más importante es el montaje, la manipulación del material. Para mí nada iguala a la preparación y el rodaje».
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