Alberto Moravia
2 de octubre de 2015
|Aún tratándose de la misma persona, por su nombre real —Alberto Pincherle— es un simple desconocido, pero menciónese el seudónimo, Alberto Moravia, y se verá cómo se le conoce aquí, acullá y tal vez en el más allá.
El escritor romano llegó el 23 de diciembre de 1965, invitado a participar como observador en la Conferencia Tricontinental de La Habana, que habría de inaugurarse el día 3 del nuevo año. A la portezuela del avión asomó la figura de un hombre alto, próximo a los sesenta, de pelo blanco y mirada triste. Y junto a él, la joven escritora Dacia Maraini.
Moravia tuvo el propósito de andar La Habana. Caminó las calles adoquinadas de la vieja ciudad, disfrutó de la brisa a la sombra de un portal colonial, degustó un buen café. La Bodeguita del Medio y la Catedral le dejaron gratos recuerdos. También La Habana moderna recorrió de uno a otro extremo: la contempló desde las alturas del restaurante La Torre, en el edificio FOCSA; se llegó hasta Monseigneur para ser testigo de una de las singulares tertulias de Ignacio Villa (Bola de Nieve); traspasó los límites de la ciudad y fue hasta las playas del este; aprovechó la ocasión para visitar Finca Vigía, morada de Hemingway.
Calificado de hombre de pocas palabras, luego de tanto andar dijo así: “La Habana es una ciudad fuerte, con toda su personalidad.”
Para quienes deseaban saber de sus experiencias en el mundo de las letras, dictó una conferencia en la sede de Casa de las Américas y entre sus disímiles actividades compartió un almuerzo en familia con Nicolás Guillén.
Dos semanas apretadas e hipermovidas vivió Moravia entre los cubanos. El 6 de enero partieron él y Dacia. Antes quiso manifestar su opinión:
“Cuba no es solamente un país con su paisaje y su pueblo. Cuba es un símbolo casi metafísico, trascendental para el mundo.”
Varios de los libros de Alberto Moravia fueron llevados a guiones cinematográficos. Su narrativa es realista y crítica de la sociedad europea del siglo XX. Escribió reportajes para la prensa y se publicó una autobiografía suya.
Alberto Moravia representó a Italia ante el Parlamento Europeo desde 1984 hasta su muerte, ocurrida en Roma el 26 de septiembre de 1990, poco antes de cumplir 83 años.
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