Lucho Gatica
11 de septiembre de 2015
|En tanto Cuba y México se disputaban fraternalmente la paternidad del bolero, hacia mediados de la década del 50 del pasado siglo unos cuantos intérpretes de la América Latina asumían este género para expresar sus canciones y alcanzar una enorme popularidad. Entre esos intérpretes que gozaron de un gran reconocimiento está el chileno Lucho Gatica
Cuando arribó a Cuba con sus canciones, en 1954, se dio el lujo de recorrer completo el dial de las radioemisoras y llenar los teatros en cada función. Fue un ídolo en Cuba. Su imagen —cabello oscuro y sonrisa carismática— llegó hasta las viviendas de miles de admiradoras que solicitaban su fotografía, enviada a manera de publicidad por las cadenas radiales, aunque también las revistas y los periódicos utilizaron su rostro para acrecentar las ventas, pues se trataba de un cantante muy popular.
En realidad, existen motivos para considerar que la carrera de Lucho Gatica como cantante halló en Cuba un fuerte puntal para su afianzamiento en otras naciones de Hispanoamérica. Aquí se presentó en la emisora Radio Progreso y luego hizo presentaciones en México que lo consolidaron en la preferencia de lo melómanos.
Gatica grabó varias placas de larga duración con la música de los autores cubanos y también de los mexicanos, entre estos últimos, de Agustín Lara, Vicente Garrido, Roberto Cantoral…. llevando a los admiradores un melodioso mensaje de amor con el cual ha realizado giras por Europa, Asia y América, además de haber pasado por el muy selecto escenario del Carnegie Hall de Nueva York. En 2002 el Gobierno chileno le entregó el Premio Gabriela Mistral por su contribución a la cultura y a la historia musical.
El cantante regresó en 1957 y en 1959, en ambas ocasiones con un repertorio en el cual se incluían ya varios compositores mexicanos de boleros y nuevas canciones. Por cierto, viene al caso apuntar que en México tuvo de pianista acompañante al célebre compositor Armando Manzanero.
Son muchos los radioyentes que seguramente lo evocarán con esa mezcla de agrado y nostalgia que se siente cuando “El reloj” (precisamente el título de unos de sus mayores éxitos, compuesto por el mexicano Roberto Cantoral) marca ya unas cuantas horas sobre nuestros hombros.
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