La rumba llegó para quedarse

19 de agosto de 2015

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Ofelia Sandar Valles

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Cuba, Cultura, Rumba

Declarada como Patrimonio Cultural de la Nación Cubana en 2012, la rumba, al decir del etnólogo Miguel Barnet, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), es expresión de la cultura popular y la idiosincrasia de los habitantes de la nación caribeña, al tiempo que posee la capacidad para recorrer los caminos del mundo. Tal es así que este género ha trascendido fronteras. Su ritmo ha sido llevado al Vaticano, España y México.
Si un festival la ha defendido es Timbalaye, que en su séptima edición este 2015 llegará a ocho provincias del país. Ulises Mora, su presidente, en declaraciones para Habana Radio, dijo que el evento este año lleva por nombre “La ruta de la rumba”, en homenaje al antropólogo Fernando Ortiz, por su trascendental obra científica social y cultural. El Festival contará con la participación de artistas e investigadores procedentes de Italia, México y el país anfitrión.
La inauguración está prevista para el 21 de agosto, a las 8:00 p.m., en Guanabacoa, para aprovechar así los carnavales de este municipio habanero. “La evocación a Rita Montaner, Bola de Nieve y Ernesto Lecuona nos da la oportunidad de mostrar la esencia del bantú, el congo, el arará y el lucumí que están precisamente en la rumba. El escenario permite mostrar el intercambio entre las comunidades, entre los grupos que exhiben la diversidad y el pensamiento cosmopolita que tiene este género popular musical y danzario”, apuntó Mora.
Durante la declaratoria de la Rumba como patrimonio intangible de la nación en 2012, el también autor de “Cimarrón” aseguró que “la rumba forma parte indisoluble de la esencia misma de nuestra identidad, y si se viene a ver, no hace falta que alguien recuerde sus sobradísimos valores patrimoniales. Pienso no sea lejano el día en que la rumba, con todos sus atributos, historia y actualidad, engrose la lista mundial del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, registrada por la UNESCO”.
Como parte del programa de Timbalaye se conoció, en conferencia de prensa este lunes 17 de agosto, que prestigiosos profesores cubanos impartirán talleres para las personas interesadas en aprender a bailar.

La cita es auspiciada por el Ministerio de Cultura de Cuba, la UNEAC, la Fundación Fernando Ortiz, el Consejo Nacional de Patrimonio, la Asociación Hermanos Saíz, el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, el Consejo Nacional de Casas de Culturas y la Casa de África de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Asimismo, su celebración cuenta con la colaboración de las organizaciones italianas Clave de son y Asociación Nacional de Amistad Cuba-Italia, así como de las compañías Gregory Srl y Rides.
En esta edición, Cienfuegos será la sede nacional de Timbalaye 2015. Santiago Hermes, fundador y líder del proyecto comunitario “Trazos libres”, es el presidente del Festival en la Perla del Sur.
Su proyecto, iniciativa única en el panorama internacional, promueve el género musical bailable rumbero como elemento identitario cubano. “La propuesta de esta séptima edición de Timbalaye, con la rumba como plato fuerte, está dirigido a integrar todas las manifestaciones artísticas con el objetivo de visualizarla por lo que significa para todos los cubanos”, aseguró Hermes.
Entre las agrupaciones rumberas cienfuegueras a participar están Rumba Lay, Obbinisa Aché, Ochareo y la agrupación palmireña Obbá Kosó que tiene tambores portadores originales de la cultura nuestra.
La avenida 62, ubicada entre las calles 45 y 47, más conocida por los cienfuegueros como la calle Castillo, sede del proyecto, y el parque Martí serán los espacios de interacción en este evento, al igual que la peña habitual del escritor Luis Ramírez alrededor de la estatua del Benny, en el Prado, que también estará en función de esta edición del Festival Internacional Timbalaye2015.

Un exponente de la rumba lo es, sin dudas, Pedro Celestino Fariñas Meneses, más conocido como el “príncipe de la diana”, quien a sus 72 años de edad nos cuenta como desde niño se sensibilizó con el género musical: “Desde muy temprana edad en mi casa ensayaban Fito y sus rumberos; siempre estaba oyendo rumba. Cada vez que había algún cumpleaños de santo, como era de familia muy pobre y me enteraba que iban a tocar un bembé, ya a los dos de la tarde le decía a mi mamá: báñame y vísteme que voy pa´ allá. Todos los muchachos íbamos porque como siempre en la religión yoruba los que comen primero son los niños, por Elegguá, nos sentábamos allí y decíamos: yo quiero arroz con leche, yo quiero natilla; y cuando llegaba a la casa, mi mamá me decía: vas a comer. ¿Qué hay, le decía yo. Y ella me contestaba: harina con un poquito de camarones secos y boniato. No estoy lleno, le respondía; figúrate con todo lo que había comido”.
“Al triunfo de la Revolución – continúa Fariñas – me voy para la Sierra Maestra. Hago cinco recorridos con la brigada Pepito Tey. Me hacen capitán de la brigada Antonio Guiteras. Luego regreso a La Habana y voy para el ejército donde paso la escuela de chofer en Limonar, Matanzas. Figúrate, cada vez que llegaba a una provincia que veía una rumba paraba la rastra y me sumaba. Todo eso me permitió participar en la cuarta jornada anual del programa televisivo «Todo el mundo canta», representando al MININT y obtuve el tercer premio. Desde entonces hasta ahora me mantengo defendiendo la rumba”.
Desde 1986, el “príncipe de la diana” es el director del grupo de guaguancó “Chavalongas”. Fue cantante de los Muñequitos de Matanzas, de Clave y Guaguancó, de Yoruba Andabo. Ha grabado con los Papines y tiene 8 discos producidos en Barcelona, España. Ha estado en el Vaticano, Canadá, Venezuela y Colombia. Actualmente, se mantiene activo pues forma parte del departamento de música en la UNEAC.
En sus confesiones me dijo que para un rumbero cubano estar en esos países y mostrar la música que nos identifica es “lo máximo porque si no vamos a estos lugares no nos sentimos bien de salud. La rumba es un bichito que le entra a uno de los pies a la cabeza y no puedes apartarte de ella. Nosotros los rumberos, cuando nos levantamos, si no escuchamos la rumba o cualquier bullicio no nos sentimos bien”.

Este hombre – que ya peina canas – me confesó con cierta nostalgia que las agrupaciones rumberas que van surgiendo no asumen los nombres de destacadas figuras del género y su impronta se va perdiendo: “Nadie habla de Calixto Callava, del Tio Tom, de los Ibellis – que murió hace poco uno de ellos –; nadie habla de Tata Güines, de Juan Bosco, de Saldigueras. Eso sí, nosotros los rumberos de más experiencia podemos desaparecer físicamente que nos vamos tranquilos porque la rumba continúa, ya no se cae”.
Este proyecto Timbalaye está comprometido en llevar la rumba a Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La rumba no ha decaído nunca y hoy hay varios grupos de niños que la cultivan como es, e incluso, de mujeres rumberas jóvenes.
Del por qué le dicen el “príncipe de la diana” me cuenta que “se trata del gojeo que se hace antes de empezar una rumba. Muchos rumberos no lo hacen y el que lo realiza es porque me ha escuchado. Fui alumno de Saldigueras y Primitivo Rodríguez Cruz. Ellos me enseñaron”.
Nos toca defender la rumba pues “es una de las expresiones músico danzarias y comunitarias más genuinas de la cultura nacional cubana, trasmitida de una generación a otra a través de la oralidad y que ha llegado a formar parte de una conciencia popular, una forma de vida, una conducta social, un modo de vestir, de hablar, de comunicarse, un sentido de pertenencia, una filosofía y un destino que se genera desde un grupo familiar, vecinal o comunitario en un encuentro recurrente entre el pasado y el presente”, como lo refleja la resolución de declaratoria de la rumba como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación Cubana.