Ciclo “23 directores x 12 películas” en la Cinemateca
18 de agosto de 2015
| |Como parte de su programación de verano, la Cinemateca de Cuba ha incluido el ciclo “23 directores x 12 películas” que presenta en su sede, el cine 23 y 12, desde el sábado 15 de agosto y hasta el domingo 23 en las funciones de 5:00 y 8:00 p.m. Esta propuesta la conforma un conjunto de las llamadas películas por episodios, relatos o cuentos, una receta que si bien la prepararon varias cinematografías fue el cine italiano quien supo aderezarla y convertirla en una suerte de sugestivo plato en su producción fílmica, algo así como una apetitosa lasagna provista de varias capas.
Desde los años 50 comenzaron a realizarse estas películas de sketches —como también se llamaron— que unían a actores afamados con directores no menos conocidos y guionistas exitosos. Entre estas podemos citar: “Nosotras las mujeres” (“Siamo donne”, 1953), que reunió a Alfredo Guarini, Gianni Franciolini, Luigi Zampa, Roberto Rossellini y Luchino Visconti, así como “El oro de Nápoles” (“L’oro di Napoli”, 1954), de Vittorio de Sica en solitario sobre la novela del napolitano Giuseppe Marotta, con Sofía Loren y Silvana Mangano. Sin embargo, la mayor cantidad se generó entre 1963, 1964 y 1965 con más de medio centenar de estas cintas. En 1964, llegó a producirse una docena de películas que congregaron casi unos 50 sketches. Muchas veces eran coproducidas con Francia, otras con España “(Las cuatro verdades”) y en ellas convergían entre dos y seis directores (“Capricho a la italiana”), si bien en algunos casos un solo cineasta abordó la realización de un solo largometraje integrado por varios relatos, como De Sica (“El oro de Nápoles”, “Ayer, hoy y mañana”) y Dino Risi con “Los monstruos” (1963). Grandes maestros del cine italiano incursionaron en esta modalidad a la que aportaron algunos clásicos en su género y contribuyeron al furor episódico.
El productor Carlo Ponti con “Boccaccio 70” (1961) había lanzado el esquema a partir de cuatro historias dirigidas nada menos que por Luchino Visconti (“El trabajo”), Federico Fellini (“La tentación del doctor Antonio”), Vittorio de Sica (“La rifa”) y Mario Monicelli (“Renzo y Luciana”). El reparto no quedó a la zaga del prestigio de sus directores: Romy Schneider, Anita Ekberg, Sofía Loren y los desconocidos Marisa Solinas y Germano Giglioli en el relato de Monicelli, que fue suprimido en algunos países para reducir la desmesurada duración original.
De esa Edad de Oro del filme italiano por episodios el ciclo contiene varios títulos sugestivos, algunos en calidad de estreno absoluto en la isla. En “Las cuatro verdades” (“Le quattro verità”, 1962) confluyeron el italiano Alessandro Blasetti, el español Luis García Berlanga y los franceses Hervé Bromberger y René Clair. En estas adaptaciones de cuatro fábulas del escritor galo Jean de La Fontaine concurrieron: Charles Aznavour, Rossano Brazzi, Leslie Caron, Lola Gaos, Anna Karina, Sylva Koscina, Hardy Krüger, Jean Poiret, Michel Serrault y Monica Vitti, quien comenzaba a revelar su descomunal talento para la comedia.
Dos auténticos clásicos pertenecen a la producción de 1963: “RoGoPaG”, anagrama de los apellidos de Roberto Rossellini, Jean-Luc Godard, Pier Paolo Pasolini y Ugo Gregoretti, al que Pasolini aportó el mejor, “La ricotta”, con la intervención del genial Orson Welles, y “Los monstruos” (“I mostri”), compuesto por veinte episodios, algunos muy breves, que posibilita un recital interpretativo a dos grandes y muy dúctiles comediantes: Vittorio Gassman y Ugo Tognazzi. “Los nuevos monstruos” (“I nuevo mostri”, 1977), su tardía secuela, es otro de los estrenos de la Cinemateca en este ciclo y a Risi se sumaron Monicelli y Ettore Scola (autor de numerosos guiones para películas de este tipo). En los catorce episodios que la estructuran para mostrar una visión lúcida, crítica y caricaturesca de la realidad de su país, vuelven a brillar los veteranos Gassman y Tognazzi, unidos a otro enorme actor: Alberto Sordi.
El premio Oscar al mejor filme de habla no inglesa obtenido por “Ayer, hoy y mañana” (“Ieri, oggi e domani”, 1962), de Vittorio de Sica con el binomio Sofía Loren-Marcello Mastroianni, en torno a tres cuentos protagonizados por parejas de distintas regiones de Italia, contribuyó a su resonante difusión. A criterio del español Carlos Aguilar: “se basan en el dominio de la mujer latina, apasionada y activa, sobre el varón, obnubilado por su hambre de sexo”. La cinta sería coronada además con el Globo de Oro-premio Samuel Goldwyn y el galardón David di Donatello a la mejor producción (Carlo Ponti). Mastroianni, que recibió el premio BAFTA al mejor actor de habla no inglesa, sería el único en figurar en el reparto de la secuela que para aprovechar la veta comercial no tardó, “Hoy, mañana, pasado mañana” (“Oggi, domani, dopodomani”, 1965). Esta vez confluyó una trilogía dirigida por Eduardo De Filippo, Marco Ferreri y Luciano Salce que contaron para narrar sus historias con Catherine Spaak, Virna Lisi, Pamela Tiffin y Ugo Tognazzi.
Por primera vez la Cinemateca posibilitará a los espectadores cubanos el acceso a otros dos largometrajes de episodios de realización colectiva muy conocidos en su momento pero nunca exhibidos hasta ahora en nuestras pantallas. “Las cuatro muñecas” (“Le bambole”, 1965) está integrado por cuatro cuentos (“La llamada telefónica”, “El tratado de eugenética”, “La sopa” y “Monseñor Cupido”) en los que Mauro Bolognini, Luigi Comencini, Dino Risi y Franco Rossi exponen diferentes facetas del amor a la italiana a través de Gina Lollobrigida, Nino Manfredi, Elke Sommer, Jean Sorel, Monica Vitti y Virna Lisi. Seis relatos más o menos hilarantes configuran “Capricho a la italiana” (“Capriccio all’italiana”, 1968), realizada por Mario Monicelli (“La niñera”), Steno (“El monstruo del domingo”), Bolognini (“¿Por qué?”), Pasolini (“¿Qué son las nubes?”), Franco Rossi (“Viaje de trabajo”) y Pino Zac (“La celosa”). Por supuesto que la producción consiguió contratar a notorios intérpretes: Totò, Silvana Mangano, Walter Chiari, Ninetto Davoli, Laura Betti y Adriana Asti.
El reputado crítico e historiador italiano Lino Miccichè afirma que “La fórmula del filme por episodios renació en los años 70 a partir del análisis de que si un director, un actor y un guionista habían realizado un producto de éxito, unir a más actores más guionistas y más directores de éxito (se pensó) habría podido, sin multiplicar proporcionalmente los gastos, multiplicar el éxito comercial del producto. En realidad esto no sucedió sino muy raramente y la fórmula fue practicada sin medida hasta el agotamiento del cuentito salaz, de invención frágil y caprichosa, de historieta con bromas y a veces de chiste sabiamente cínico”. A su juicio, Dino Risi fue el único que consiguió dar a este tipo de películas un sentido y un valor como “espectáculos discutibles pero indudables”.
A esa etapa en que esta receta por momentos eficaz comenzó a declinar por abuso de sus ingredientes, a veces insípidos, se incluyen dos producciones netamente italianas correspondientes a 1976 y realizadas por los mismos directores: Nanni Loy, Luigi Magni y Luigi Comencini. “Aquellas extrañas ocasiones” (“Quelle strane occasioni”) es un trío de sketches de mayor o menor fortuna (“Superman italiano”, “El caballito sueco” y “El ascensor”) en el que sobresale este último en el que un cardenal (Alberto Sordi) y una escultural chica (Stefania Sandrelli) quedan atrapados en un ascensor a lo largo de un interminable fin de semana. Los intérpretes de los restantes son: Nino Manfredi, Paolo Villaggio, Olga Karlatos y Beba Loncar. En “Ciertos pequeñísimos pecados” (“Basta che non si sappia in giro!”) el conjunto de artífices Comencini-Loy-Magni, narró episodios de marcado carácter erótico: un guionista de cine pornográfico y su secretaria (Mónica Vitti), un hombre que se encuentra encerrado entre homosexuales, y otro muy tímido que decide contratar por teléfono a una prostituta. Ese excelente comediante que fuera Nino Manfredi se repite en el reparto.
El ciclo “23 directores x 12 películas” rememorará al público el sabor por momentos sorprendentes para el paladar de estos platos de la cocina italiana que disfrutaron en su momento y hará degustar otros por primera vez. La mesa, digo, la pantalla está servida.
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