El silencio es su bandera
21 de julio de 2015
|Más de dos años después de la revelación de las prácticas irregulares del banco suizo HSBC para esconder espurias fortunas evasoras de impuestos, nuevos hechos acaban de revelar que prosiguen impunemente las maniobras al efecto, relacionadas con el narcotráfico, el blanqueo de capitales, la venta de armas a países y grupos terroristas, la circulación de dinero negro y el crimen organizado.
Lo increíble de todo esto es que el conocimiento de gran parte de los implicados en esa evasión fiscal organizada principalmente por los “cuellos blancos” bancarios, solo levantan amenazas acerca de la toma de medidas judiciales y la propaganda a “bombo y platillos” acerca que tales paraísos se redujeron de 78 a solo dos, estos en pequeñas islas del Pacífico
Pero esas naciones que blasonan de pureza, son las principales responsables del nacimiento de esos paraísos fiscales y de esas leyes de confidencialidad y secreto bancario que permiten la construcción de una economía paralela e ilegal.
Es decir, son territorios en el que no se pagan impuestos (o son mínimos) y que el resto de estados desarrollados permiten que exista. Esta segunda parte es la más importante: si los paraísos fiscales tienen un destacado papel en la economía mundial es porque son tolerados por los responsables de gobiernos, bancos y grandes corporaciones.
Es obvio que sólo interesan (o de forma principal) a sus beneficiarios. Al resto de la humanidad les perjudica, puesto que constituyen una competencia desleal y un agravio en términos de solidaridad.
Y es que como sucede en la mayoría de los ámbitos de la sociedad, los pobres son los más vulnerables ante estas situaciones. Una razón es porque sólo las elites adineradas pueden eludir sus obligaciones impositivas. Estas personas y empresas multinacionales siempre encuentran la manera de obtener beneficios y ventajas competitivas. Además, el secreto bancario facilita el blanqueo de dinero de hechos corruptos, de venta ilegal u otros delitos. Y, por supuesto, estas acciones contribuyen a aumentar la crisis financiera y a destruir empleo y producción en algunos países pobres.
La existencia de paraísos fiscales y la evasión de impuestos en regiones ricas y pobres imposibilitan la recaudación impositiva, dinero que podría utilizarse para fines sociales y para el crecimiento y desarrollo económico de estos países.
Miren el grado de bajeza que la filial británica del HSBC
reconoció que había ayudado a regímenes dictatoriales, como el del ex mandatario egipcio Hosni Mubarak y satrapías del Golfo a evadir impuestos a escala millonaria, así como a varias personas ligadas al tráfico de armas, corrupción y otros crímenes.
Ahora se dice que se empezarán a tomar medidas para que a partir del 2017 desaparezcan esos países fiscales, algo que pudiera parecer imposible, cuando se conoce que cada estado capitalista desarrollado posee al menos una plaza financiera a su alrededor: Estados Unidos (Delaware, Panamá…); España (Andorra); Francia (Mónaco); Italia (San Marino); Reino Unido (ínsulas como Man o Jersey); Austria y Alemania (Liechtenstein y Suiza).
No admitir ese reparto tácito de lo irregular es una hipocresía máxima. Y sobretodo, se puede mucho, pero guardar silencio sobre lo más importante, esa su bandera.
Porqué cada país tiene el suyo para controlarlo e impedir que las rentas irregulares se exporten a otros países más lejanos e incontrolables.
Y es que, como expresara el especialista español Xavier Salvador, “gobiernos, empresas y bancos se hacen, literalmente, no los suecos, sino los suizos. Todo se conoce, sobre nada se legisla ni actúa…. También se puede hablar mucho sin decir nada sustantivo o rodeando la realidad con tácticas dilatorias y subterfugios oratorios. Vamos, hacerse el sueco y el suizo a la vez”.
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