Antigua Casa de don Adrián Valcárcel

24 de julio de 2015

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Zenaida Iglesias Sánchez

Casa de la calle Muralla No. 151, esquina a San Ignacio
Hoy: Vivienda y comercio (Restaurante-Paladar)

 

En el ángulo que forman las calles Muralla y San Ignacio, en la Plaza Vieja del centro histórico citadino, una peculiar construcción, pequeña y modesta, guarda una historia singular, que lo debe, a una pequeña tarja empotrada en el muro esquinero, la cual le dio el nombre con que se le conoce hasta nuestros días: “la casa de la tarja del conde Ricla”.

La referida tarja, rememora el cambio de nombre de la centenaria arteria, el de Muralla por el de Ricla, en honor al Capitán General Ambrosio Funes de Villalpando, conde de Ricla, quien entró por esta calle hasta la plaza, para tomar posesión de La Habana, en el acto de entrega de la ciudad por los ingleses a la corona española, en cumplimiento de los acuerdos del Tratado de París del año 1763, pasados los 11 meses del dominio británico en la isla. Se desconoce cuando esta tarja fue colocada aquí, sin embargo continúa plasmando en la actualidad este hecho histórico para la posteridad.

En 1770 ocupaba la parcela una casa colonial de planta baja, construida con paredes de rafas y tapias y cubierta de tejas; descripción que no se corresponde con la que llega al presente, por lo que se infiere que fue reconstruida en el siglo XIX, añadiéndole un piso alto para vivienda, con cubierta plana de azotea, destinándose los bajos a comercio. Uso que continuó desempeñando en las primeras décadas del pasado siglo XX, y que evidencia la columna metálica que perduró en el tiempo, propia de los establecimientos de la época que utilizaron puertas de cortina metálica o corredera.

Entre sus antiguos propietarios los documentos antiguos mencionan al señor Adrián Varcálcel y Valdés, quien falleció hacia 1874, quedando como herencia en manos de su viuda hasta 1922. Al no tener descendientes, por disposición testamentaria, se repartió la fortuna de la familia entre cien niños de la Casa Cuna de La Habana, sin distinción de sexo, a través de un sorteo. Finalmente los beneficiados, vendieron la parte que le correspondía a favor de la Casa de Maternidad y Beneficencia de la Ciudad.

En la segunda mitad del siglo XX se utilizó todo su espacio, muy transformado, como vivienda y como tal llegó al presente. En la actualidad fue remodelada por sus propietarios y en los bajos abrió sus puertas recientemente el restaurante paladar “La Vitrola” que ofrece exquisitos platos y excelente servicio, ganando lucimiento la esquina de Muralla y San Ignacio en la Plaza Vieja, salvándose el inmueble de su deterioro y futura pérdida.