José Martí y sus apreciaciones acerca de la filosofía
31 de julio de 2015
|No puede decirse que José Martí haya sido un filósofo en el sentido estricto de la palabra, o de lo que se suele interpretar como tal, pero sí resultó ser alguien que reflexionó acerca de importantes cuestiones de carácter político y sobre la actuación de los seres humanos.
Él hizo esas significativas consideraciones teniendo como premisa una actuación práctica en beneficio de la causa de su tierra natal y de los hombres y mujeres en sentido general.
Martí también hizo referencia en varios de sus trabajos periodísticos a la trascendencia de la filosofía.
Por ejemplo en el trabajo titulado El Poema del Niágara, publicado en Nueva York en 1882 y que fuera utilizado como prólogo al libro de Juan Antonio Pérez Bonalde, señaló al respecto: “La filosofía no es más que el secreto de la relación de varias formas de existencia.”
Martí expresó además que la filosofía constituye el conocimiento de las causas de los seres, de sus distinciones, de sus analogías y de sus relaciones
Este planteamiento está reflejado en unos apuntes que hizo sobre la filosofía.
En realidad no se trata de un trabajo sino de fragmentos que fueron encontrados en hojas sueltas en sus cuadernos de apuntes y que hoy están incluidos en el tomo 19 de sus Obras Completas.
En dichos apuntes él también llegó a plantear que la filosofía es la ciencia de las causas e igualmente detalló que método bueno filosófico es aquello que, al juzgar al hombre, lo toma en todas las manifestaciones de su ser; y no deja en la observación por secundario y desdeñable lo que, siendo tal vez por su confusa y difícil esencia primaria no le es dado fácilmente observar.
Planteó que el hombre debe tomar la filosofía, no como el cristal frío que refleja las imágenes que cruzan ante él; sino, como el animado seno en que palpita, como objeto inmediato y presente, la posible acomodación de lo real de lo que el alma guarda como ideal anterior, posterior y perpetuo, al objeto en la vida se dedican todos estos realistas objetivos. Y añadió en su reflexión al plantear: “Pero todavía, cumplido ese objeto, tiene el humano poderosas ansias que como quien abre tenacísima reja, se revelan en la última sonrisa de los que saben morir bien.”
Otras consideraciones de Martí en torno a la filosofía también se pueden apreciar en la serie de trabajos recogidos con el título de Escenas Mexicanas que publicó en la Revista Universal, de México, en 1875.
En la edición correspondiente al 15 de septiembre del año citado, expuso: “Trae cada sistema filosófico una literatura, consecuencia suya, y a la manera de ver las cosas, ha correspondido esta literatura dura y extraña, triste y dolorosa, que se llama escuela realista.”
Varios días después, exactamente el 21 de septiembre, señaló en otro de sus trabajos en la publicación mexicana que eran debatidas perpetuamente las cuestiones filosóficas y que no venía mal de vez en cuando encaminar la inteligencia a esta clase de sana y natural ocupación.
Y agregó: “Se busca hoy una filosofía clara, que concilie todas las fuerzas, que no tenga la soberbia de la infalibilidad, ni la pretensión de la supremacía.”
Martí también expresó que el hombre tiene una fuerza que conocer y la aplica observando y añadió al respecto: “ …he aquí lo que se llama ciencia filosófica.”
Igualmente brindó criterios en relación con lo que él consideraba acerca de los filósofos.
En el trabajo titulado Filosofía también enfatizó: “Conocer las causas posibles, y usar los medios libres y correctos para investigar las no conocidas, es ser filósofo. Pensar constantemente con elementos de ciencia, nacidos de la observación, en todo lo que cae bajo el dominio de nuestra razón, y en su causa:- he ahí los elementos para ser filósofo.”
Puede decirse que Martí fue un hombre de ideas, que expuso principios muy significativos y que sobre todo luchó por llevarlos a la práctica en forma constante.
Precisamente él llegó a asegurar al referirse a su existencia y a cómo concibió que debía llevar adelante la vida en una carta que escribió cuando tenía tan sólo22 años y se hallaba en Guatemala.
En la misiva dirigida a Joaquín Macal le expuso: ““La vida debe ser diaria, movible, útil; y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias. No estorbar a su país con abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las útiles. Si de algo serví antes de ahora, ya no me acuerdo: lo que yo quiero es servir más. Mi oficio, cariñoso amigo mío, es cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande.”
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