ribbon

Panamá: dignidad versus inmundicia

13 de abril de 2015

|

Recuerdo muy bien cuando la Cumbre Iberoamericana de Panamá, en el año 2000, que al país istmeño habían entrado varios terroristas encabezados por Luis Posada Carriles, para frustrar la Cumbre y con la tarea de asesinar al líder cubano Fidel Castro.
Fue la denuncia del propio Fidel, una vez llegado a tierra panameña, la que puso en aviso a las autoridades del país anfitrión de la Cumbre del plan que se gestaba en esa ciudad por quienes ya se hospedaban en un lujoso hotel y ultimaban cada detalle del magnicidio concebido.
Desde ese momento aquella cita tomó otro matiz, y a la mandataria anfitriona no le quedó otra alternativa que ordenar la detención de los terroristas, que luego dejara escapar de la cárcel y del país el último día de su gestión como presidenta.
Ahora la Cumbre es otra pero los enemigos de Cuba, de Venezuela y de otros países de la región siguen siendo los mismos, quizás con otro ropaje pero con el único empeño de destruir a ambos procesos revolucionarios.
Por todo ello, no es casual que se haya utilizado la fragilidad de una Organización de Estados Americanos (OEA), con un extenso aval de desprestigio en su andar por este mundo, para organizar, ya fuera desde Miami o de otra capital de la región, planes desestabilizadores de la VII Cumbre de las Américas, esta vez con la presencia de Cuba.
Pienso que en Panamá se quiso lograr mucho pero, desde el comienzo, con el llamado Foro de la Sociedad Civil, se abrieron las puertas a la confrontación y el descuerdo.
¿A quién se le puede ocurrir en América Latina y el resto del mundo, dar entrada a Panamá y acreditar al Foro al hombre que formó parte del plan de asesinato del Comandante Ernesto “Che” Guevara.
Pero tanto Félix Rodríguez, quien al servicio de la CIA norteamericana fue uno de los autores del salvaje crimen contra el Che, como a otros que se jactan de abrazar y retratarse con Luis Posada Carriles, el autor de la voladura del avión de Cubana en Barbados, se les invitó y acreditó sin demora para echar por tierra cualquier anhelo, si es que lo hubo, de hacer del Foro de la Sociedad Civil un verdadero encuentro de voces al servicio de nuestros pueblos.
Llegados desde la guarida de Miami o desde nuestro propio país, grupúsculos de mercenarios viajaron a Panamá con una sola intención, la de cercenar cualquier intento de rectificación que pueda hacer Washington respecto a sus relaciones con Cuba y con América Latina.
Los mercenarios se oponen a todo tipo de acercamiento con La Habana, porque desaparecería su fuente de financiamiento que los ha hecho vivir como lo que son: traidores a la Patria, mercenarios al servicio de una potencia extranjera y asalariados de los gobiernos que han mantenido bloqueada a Cuba.
De repente aparecen ahora ante los grandes medios occidentales, quienes hasta parecen ofendidos porque la delegación cubana, la verdadera representante de este pueblo, abandonara el Foro, pues resulta imposible compartir el mismo techo con los que tienen sus manos manchadas de sangre y sus almas —si es que la tienen— invadidas por el lodo y el odio de la irracionalidad.
En Panamá la inmundicia, aunque esté vestida de blanco, se ha tenido que enfrentar a la dignidad que llevan como bandera los verdaderos hijos de este pueblo, los cubanos, los que no permitirán que el canto de sirenas venidos del norte puedan empañar la obra alcanzada con resistencia, valor y determinación.

Comentarios