Las guerras de Andrés Sorel
15 de febrero de 2015
|Por: Zulema Manuel del Sol y Thays Roque Arce
Fotos: Alexis Rodríguez
El espacio “Encuentro con…” de este domingo 15 de febrero tuvo como invitado al escritor y ensayista español Andrés Sorel, quien guarda en su trayectoria más de 50 textos y mil conferencias en diversas capitales del mundo.
El entrevistado respondió las preguntas de la periodista Magda Resik Aguirre, directora de la emisora Habana Radio, dejando como constante que “la principal labor de los intelectuales es alentar con sus dudas a que el pensamiento no se extinga, porque entonces se extingue la libertad”.
¿Por qué la apropiación del apellido Sorel?
“Iba a publicar mi novela «Crónica de un regreso» en la prestigiosa editorial española Seix Barral, cuando su director, Carlos Barral, me pide que lo cambie para distinguirme de la obra de mi hermano Antonio Martínez Menchén, quien ya había publicado «Cinco Variaciones» con la misma editorial, en 1963”, confesó el autor.
Cuenta que el apellido hace alusión a Julián Sorel, protagonista de la obra “El Rojo y el Negro”, de Stendhal. Ante la sugerencia de algunos amigos aceptó, por la belleza del nombre y salvando las distancias del rápido final del personaje inspirador.
La novela vio la luz ese mismo año, y rápidamente fue prohibida por la censura hasta después de la muerte de Francisco Franco. Desde entonces, ha utilizado ese nombre con excepción de sus documentos personales, “hasta el punto de que cuando me llaman Andrés Martínez Sánchez, no soy capaz de reconocerme”.
Ante la pregunta de si existió algún estímulo durante la infancia que propiciara la creación literaria de tres hermanos escritores, confesó que fue su hermano siete años mayor, Antonio, quien le influyera: “Desde pequeño fui un lector inquieto, absolutamente compulsivo. Soy de la opinión de que el escritor se hace, aparte de la sensibilidad y del ambiente, sobre todo leyendo”.
“Tengo la convicción de que a partir de la segunda década del siglo XX, la literatura no se adscribe a un solo género literario: es narrativa porque toca temas que pueden entroncar con determinados personajes, reales o ficticios; es ensayo, porque el autor siempre está de alguna manera interviniendo y dando a conocer a través de sí mismo, o de los personajes que crea, su particular visión del tiempo, del mundo y de la sociedad; y es poesía, porque creo que se debe tener un lenguaje que huya del vulgar realismo, que sea creador y poético. A través de ese lenguaje poético es como se puede llegar a un mundo más rico en pensamiento, y en búsqueda de belleza”, sentenció Sorel.
Sobre la preocupación permanente que encuentra en su obra la resistencia cultural, Sorel comentó: “Se habla de la corrupción cultural. Muchos filósofos hablan del pensamiento único como unos de los mayores peligros de estos tiempos, yo voy más allá. Lo que me aterra es el no pensamiento, que lleguemos a ser una población absolutamente sumisa, incapaz de tener imaginación, de pensar por sí misma, que repite mecánicamente no solo aquello que oye, sino aquello que ya es lo único que es capaz de decir”.
La diversidad cultural, constante en su discurso, alienta la diferencia. “El pensamiento y la liberación diatriba precisamente en la posibilidad en que uno sea capaz de interpretar, de pensar por sí mismo, no de limitarse a recitar de acuerdo a catecismo preestablecidos”, afirmó el autor.
Cuba, a decir de la entrevistadora, se ha convertido en una amorosa obsesión en su vida, a la cual le ha dedicado varios títulos como el ensayo “Introducción a Cuba”, en 1972; “Mañana, Cuba”, del 2005 y “Cuba: la revolución crucificada”.
El también Secretario General de la Asociación Colegial de Escritores de España, explicó que “nuestra patria es el lenguaje, es la apuesta por una comunicación con la búsqueda de la utopía, del desarrollo de una sociedad que no esté sujeta a dominios imperiales, una sociedad que busca su propio destino también en las diferencias y en la libertad. Debemos buscar la interrelación de las culturas, de los pueblos, el conocimiento de unos y otros”.
“Desde la época del franquismo pertenezco, como José Saramago y Antonio Gamoneda, a la cultura de la pobreza; nacimos pobres, entre los derrotados. Eso se nota en cuanto escribes. Busco crear seres derrotados, que al tiempo alienten y luchen por salir de esa derrota y logren una sociedad más justa”, afirmó Sorel, quien también se refirió a la Revolución Cubana: “En 1959, el aldabonazo, la onda expansiva que supuso que un país pequeño triunfara ante el imperialismo más gigantesco que ha dado quizás la historia, nos llenó de júbilo y de esperanza; la utopía es siempre nuestro último reducto”.
Finalmente, sentenció: “Sigo siendo un enamorado de todo aquello que llega al espíritu, a la creación y que me atrae en Cuba. Espero que esta Isla asalte el cielo con la búsqueda de la igualdad y el desarrollo. Cuba mientras aliente pensamientos y necesidades ideológicas, utópicas, tendrá que luchar por su propio destino y no quedar mediatizada por quienes quieren ponerla en otro camino”.
El autor compartió con el público detalles de su próxima novela, a publicarse en abril, que continuará las circunstancias que llevaron a Auschwitz. Sus protagonistas serán Paul Celan e Ingeborg Bachmann, “bardos víctimas, suicidas de esos tiempos”.
Refiriéndose a la obra aseguró que, como predijera la poetisa, el cuarto Reich en Alemania está protagonizada por la dominación de los bancos, culpables del retroceso y la precaria situación que enfrentan algunos países europeos como España y Portugal: “En el caso de América Latina existe un poder mayor, el control económico de los Estados Unidos, que considera al resto de los países del continente su traspatio (…) Vivimos tiempos compulsivamente terribles en el que los intereses económicos mueven la guerra”.
En la actualidad que él mismo describe, el autor de “La caverna del comunismo” asume como “la principal labor de los intelectuales, el alentar con sus dudas a que el pensamiento no se extinga, porque entonces se extingue la libertad”.
Ante la interrogante de Resik de cómo ha hecho Sorel para no perder la ternura y la capacidad de amar al ser humano, el escritor afirmó que en esta época de “feísmo cultural, quien ama la belleza del silencio sabe que el ruido y la velocidad destruyen. Quienes intentan huir de esta cultura del espanto, debe refugiarse en la belleza, en el silencio y la palabra no prostituida, y remitirse al compromiso con el ser humano”.
Durante la presentación del más reciente texto de Andrés Sorel, “Las guerra de Artemisa” – puesta a disposición del público en esta Feria del Libro –, el ensayista y Premio Nacional de Literatura cubano Antón Arrufat describió las faenas del autor español a lo largo de cuatro años (2006-2010) de viajes entre Cuba y España, en los que hizo todo cuanto propiciara la verdadera recreación de la reconcentración de Valeriano Weyler, tema fundamental recogido en el volumen.
“Con una estructura narrativa libre se combinan las voces de blancos y negros” y de Manuel Ciges Aparicio, sargento del ejército español que se encontraba en el contingente de Weyler, a través de los cuales Sorel construye una novela sobre la resistencia al horror humano.
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