Servando Teresa de Mier Noriega
13 de febrero de 2015
|Entre los personajes más interesantes de la historia de la América de habla española, no dudo en citar a Fray Servando Teresa de Mier Noriega, que en México es figura muy conocida pero no tanto en otras latitudes.
Fue clérigo, aunque un clérigo de armas tomar. Vivió 64 años que compartió entre el siglo XVIII y el XIX, pues vivió entre 1763 y 1827, viajó por necesidad y pasó por numerosas prisiones, de las cuales siempre conseguía evadirse… no para cejar en sus empeños, sino para proseguir adelante, como un hombre para quien los obstáculos eran acicate al espíritu.
Sacerdote dominico, escribió tratados sobre filosofía y devino factor muy activo en la lucha política por la independencia de México. Se ordenó de sacerdote y se doctoró en filosofía en el Colegio Pontificio. Tenía entonces 27 años.
Sin embargo, la sorpresa mayúscula —con visos de escándalo— la dio cuando en diciembre de 1794, durante los festejos de la manifestación mariana de la Virgen de Guadalupe, patrona de México, y en presencia del virrey español, y de otros representantes prominentes de la Iglesia y la colonia, pronunció un sermón en que cuestionaba los propósitos de los conquistadores españoles que llegaron para evangelizar a los indios y terminaron por destruir las civilizaciones que encontraron en las nuevas tierras. Puso en dudas también las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Fue excomulgado, encarcelado y condenado por blasfemia.
Se le confinó a un convento dominico en España y se le prohibió el ejercicio de la docencia, pronunciar sermones, escuchar confesiones y se le retiró el grado de doctor.
Presentó el caso ante el Consejo de Indias, pero como no lo ganó, se le envió de nuevo a confinamiento y entonces consumó su primera evasión, en 1801, que lo llevó a Francia. En esa nación conoció a Simón Rodríguez, preceptor de Simón Bolívar, a Francisco de Miranda, al Barón de Humboldt, a Chateaubriand (alguno de cuyos libros tradujo),
Se conoce que en agosto de 1820 es confinado en el Castillo de San Juan de Ulúa y que llega a La Habana presumiblemente en febrero de 1821, para ser encerrado en la Fortaleza de La Cabaña, de donde escapa a finales de mayo en la fragata Robert Fulton, con destino a Estados Unidos. Solo regresó a México al consumarse la independencia.
En 1992 se aprobó que su nombre se inscribiera en letras de oro en el Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados de México. En Cuba se considera a Fray Servando el preso político mexicano más importante que pasara por la Isla en el siglo XIX.
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