Kaloian descubre al “hombre extraño”
22 de enero de 2015
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Por: Nadia Herrada Hidalgo y Mario Luis Reyes Betancourt
El joven periodista y fotógrafo cubano, Kaloian Santos Cabrera, escudriña con el lente de su cámara cada espacio de la realidad. De esta forma, nos devuelve en imágenes escenas fuertes, tiernas, bellas, inusuales, risibles y paradójicas de nuestra cotidianidad, todas marcadas por un notable sentido identitario, por la cubanía.
Sin embargo, ahora mediante su arte nos traslada a la ciudad de Buenos Aires, donde realiza actualmente, sus estudios de postgrado. Allí lo cautivó una singular historia de vida que ahora nos cuenta en la expo “Pechito, un hombre extraño”, abierta al público en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau del Centro Histórico habanero. Sobre esta muestra Kaloian conversó con Habana Radio.
Un héroe de la calle
Su nombre es Alejandro Ferreira, aunque todos lo conocían como Pechito. Era un personaje de la calle, sin voz, pero especial. A este tipo de personas me gusta llamarles “locos lindos”.
Pechito vivió desde los ocho años deambulando por Buenos Aires, y los últimos diez de su vida se instaló en una de las esquinas más caras de la ciudad. Allí vivía en la acera, pegado a la sucursal del banco francés BBVA, con sus dos perros, un televisor y un colchón.
Lo singular de Pechito
Salía a relucir porque no es común que las personas que viven en la calle habiten en barrios de clase media y menos, que sean aceptados por la sociedad. A Pechito lo quería la mayoría de sus vecinos.
Era muy simpático, hacía karaokes en las tardes, nunca pedía dinero para subsistir. Se ganaba el cariño de todos, una vez que lo conocías era un tipo, como dijera Silvio en una de sus canciones, “querible”.
De cómo un mendigo se convirtió en estrella
Yo como fotorreportero encontré en él una muy buena historia para seguir y se me ocurrió hacerle una exposición para que él fuera la estrella de esta. Él siempre quiso ser un comediante famoso o un cantante. Sus dos ídolos eran Olmedo, un reconocido comediante argentino, y Alberto Cortés, un cantante muy afamado.
Esas fotos él las tenía pegadas a la pared, igual que lo hace un adolescente con sus ídolos. Por las tardes, hacía karaokes con las canciones de Alberto Cortés o de Nino Bravo y se fue convirtiendo en una figura muy peculiar, la gente se encariñaba con él, le dejaban dinero, comida, ropa…
Su relación con los niños
Era increíble cómo solo usaba lo que necesitaba, el resto lo regalaba a otras personas en situación de calle como él. Para sobrevivir hacía pequeños trabajos en el barrio: le pagaba las cuentas en el banco a varios de los vecinos que tenían negocios, y jamás se quedó con un peso.
Se llevaba muy bien con los niños, una de las fotos de la exposición es la de una pequeña que cada vez que venía con su madre de la escuela, Pechito le tenía un caramelo; el día de su cumpleaños le dijo: “hoy no tengo caramelos, pero revisa detrás del televisor”, y allí había una bicicleta que le había comprado con sus ahorros.
La ética para no denigrar
A mí, desde la primera vez que lo vi, me pareció interesante para hacerle fotos, había oído algunas historias sobre él y venía de Cuba donde este fenómeno no es muy común, pero como estaba conociendo la ciudad, decidí no fotografiarlo.
Después, me mudé cerca de donde él vivía. Un día pasé en una guagua y esta paró justo frente a donde dormía y le tomé una foto, de noche, durmiendo con sus perros. Esa ha sido la primera y única vez que sentí de alguna forma culpa por no haber pedido permiso para fotografiarlo. En el fotoperiodismo hay una ética sobre si pedir permiso o no a una persona para hacer la foto. Muchas veces, cuando pides permiso ya condicionas la fotografía, por eso mi ética consiste en no denigrar a la persona con mi arte, pero tampoco le pido permiso.
Conociendo al personaje
Con Pechito sentí culpa por verlo como una figura pintoresca y ya, obviando su historia. Eso era lo que hacían la mayoría de los medios de prensa, porque al propagarse su historia muchos hicieron trabajos sobre Pechito, pero siempre desde lo pintoresco.
La primera vez que lo fotografié cometí el grave error de verlo también desde esa perspectiva, sin detenerme a conocer su historia. Al otro día regresé y me senté con él a conversar largo tiempo. Después me dijo: “Cubano, tú tienes abiertas las puertas de mi casa”, algo irónico realmente en su situación, pero que representaba mucho.
La historia oculta
Pechito me contó su vida: una historia muy dura. Era de clase media baja, cuando tenía ocho años su madre muere y el padre se vuelve a casar, lo maltrataba a él y a su hermano y decidió enviarlos a un orfanato, pero Pechito decidió escaparse. Desde entonces vivió en la calle. Estuvo metido en la droga, pero logró salir de esta por sí mismo y un día cayó en esa esquina, donde era muy querido por los vecinos.
Después de conocer esto me comencé a hacer muchas preguntas. Entonces, decidí enfocar mi trabajo en cómo él veía a los demás desde su cama y no viceversa. Poco a poco, nos fuimos familiarizando. Aun cuando Pechito era muy querido no dejaba de ser un tipo que vivía en la calle. Era muy bonito verlo en verano, rodeado de gente y cantando, pero en el invierno, cuando todo el mundo estaba metido en sus casas con calefacción ¿el tipo cómo la pasaba? Mi idea fue estar la mayor cantidad de tiempo fotografiándolo para después realizar una exposición a la cual pudiera invitarlo a él, y en este tiempo gané una beca de maestría en periodismo documental y la tesis de grado consistía en hacer un documental, y decidí que mi tesis de grado, es decir, mi documental, también se lo dedicaría a Pechito.
Todos con un loco lindo
En esta época sucedió lo que cuento en la exposición, Pechito desapareció durante cincuenta horas. Las autoridades del gobierno de Buenos Aires, que es de derecha, se lo habían llevado hacia un hospital, con sus dos perros, lo que era cierto porque él estaba enfermo, pero nunca llegó a un ningún centro de atención, desapareció. A partir de ese momento, se generó un proceso de solidaridad muy hermoso. Más de 200 personas se aglomeraron en la esquina donde vivía exigiendo por su aparición; otros lo buscaban hospital por hospital. Hasta que los encontraron a los tres, a Pechito y a sus dos perros, todos en lugares diferentes de la Ciudad. Pechito apareció “molido a palos”, en calzoncillos, delirando y deshidratado, en una Villa Miseria, a casi cincuenta cuadras del lugar donde vivía.
Pechito fue internado en terapia intensiva, muy grave, y a los 7 días murió. Fue muy fuerte ver cómo la muerte de Pechito afectó a tanta gente. Era tan grande el grado de compenetración que tenía con él que cuando llegue al hospital y lo vi por primera vez, yo andaba con mi cámara y decidí no fotografiarlo. Ese hubiera sido uno de los documentos que continuarían con esta historia pero no, mi historia es sobre el Pechito amoroso, cariñoso, es sobre el mundo de ese “loco lindo” y ahí no cabía la morbosidad de verlo golpeado y en calzoncillos. Esto me cambió la historia.
Razón de un título
Ahora en el sitio donde Pechito vivía, unos chicos armaron un mural de su cara en un tamaño muy grande y yo decidí cerrar la exposición con esto, pero todavía estoy enfrascado en la realización del documental. El título de “Pechito, un hombre extraño” surge de momento. Un día, de regreso a casa y luego de hablar con él me pongo a escuchar música para entretenerme en medio del caos producido por el tráfico en la ciudad. La primera canción que oigo es “El hombre extraño”, de Silvio Rodríguez, un tema que habla de un tipo como Pechito y ahí dije, claro, este también es un hombre extraño, ese será el título de la exposición.
Pechito, uno de tantos
Pechito, es una de las más de 15 mil personas que actualmente viven en situación de calle en Argentina. Esta expo es un llamado de atención, desde el arte fotográfico, a esa grave problemática.
Por eso, armé un relato de forma no cronológica sino conceptual, siendo fiel a lo que pensé aquel día que hice la primera foto, que no quería resaltar lo pintoresco sino su verdadera vida: los karaokes, su relación con los perros, su convivencia en momentos límites como cuando llovía y hacía frío, su relación con la vecindad. Su muerte, aparentemente acabó con su historia, pero no es así, la gente lo recuerda mucho, yo estoy haciendo algunas fotos más para cerrar mi proyecto sobre Pechito que me ha llevado tres años y culminará con la presentación del documental.
Una historia en imágenes
Traer esta exposición a Cuba ha sido muy importante para mí, y además ver la recepción del público cubano, que ve la historia y piensa que es de película. La expuse por primera vez en el sitio donde vivía Pechito, a la intemperie, después en la ciudad de La Plata, en una galería, y ya en este 2015 empezará a itinerar por otras ciudades de Argentina.
Tengo pensado hacer un libro sobre Pechito, para el cual voy a lanzar un crowdfunding por Internet. Las fotografías las subí a Internet para que todo el que quiera las baje de forma libre y gratuita, y el documental, cuando esté terminado también se va a subir libremente en la red, porque quiero ser consecuente con esta historia, para que se difunda, para darle voz a aquellos que hoy no la tienen.
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