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Difícil predicción

17 de diciembre de 2014

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Pese a aseveraciones de que las cosas volverán a normalizarse y los precios del petróleo regresarán más o menos a los que tenía antes de la presente crisis, las naciones que dependen principalmente de ellos tendrán que ajustar sus programas de crecimiento y, en el caso de las que tienen gobiernos progresistas, evitar que sean severamente recortados aquellos que benefician a la población.
Ecuador, Venezuela e Irán están entre estos últimos en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y Rusia, ya dañada por la virtual Guerra Fría de sanciones alentada por Estados Unidos y seguida casi al pie de la letra por sus aliados de la Unión Europea.
Realmente, en lo personal, no tengo toda la exactitud de las causas que provocaron esta caída, ni lo que se persigue con ello, así como será la evolución de los precios del petróleo a largo plazo, lo cual conlleva el peligro de que el mercado se muestre volátil en los próximos años y, por supuesto, perjudique o dificulte los presupuestos de las naciones exportadoras.
A veces uno piensa que mientras más barato sean los precios del carburante, mayor beneficio tendrán los pueblos no productores y sean netamente importadores, pero no siempre es así, porque las naciones petroleras necesitan de un techo relativamente alto de ventas que les permita mantener el bombeo de extracción.
Ya desaparecieron las apreciaciones optimistas de que se podía vivir con el precio del barril entre 80 y 100 dólares, porque se ha desplomado hasta un 45%.
No hay que olvidar que el mercado del petróleo funciona, en principio, marcado por la oferta y la demanda, pero también por su previsión, debido al elevado peso en el sector de los contratos de futuro y seguros de cobertura.
Para los países exportadores de petróleo, una bajada de precios se traduce en una reducción de sus ingresos. La cuestión es si finalmente algunos grandes productores actuarán contra la bajada, reduciendo su producción para sostener los precios, pero esto recibió una respuesta negativa en la reciente reunión de la OPEP, dominada por el principal país productor mundial, Arabia Saudita, con once millones de barriles diarios de los 30 millones que mantiene el ente.
A pesar de los esfuerzos en contra de Venezuela, Ecuador e Irán, la OPEP decidió mantener la producción de petróleo, asumiendo que el precio seguiría a la baja, con el fin de mantener las cuotas. En otras ocasiones, bastaba un pequeño desplome del crudo para que se recortase y, con ello, lograr una subida del precio del barril. Pero esta vez no ha sido así.
Se dice, llevando el asunto a lo político, ideológico y militar, que Estados Unidos y Arabia Saudita se aliaron específicamente en la bajada del petróleo del Mar del Norte, el Brent de alta calidad, para perjudicar a Rusia, que ya sufre el peso de unas injustas sanciones por su supuesta participación en la cuestión ucraniana -que enfrenta resueltamente-, pero esto solo tiene una base posible.
Analistas apuntan que se ha debatido mucho sobre los motivos de esta bajada provocada, según ellos, por Arabia Saudita y sus aliados del Golfo Pérsico –dejando sospechosamente fuera a Estados Unidos–, y podría estar relacionada con las siguientes causas:
Mantener sus cuotas de mercado frente a otros competidores, sobre todo en Asia; castigar a sus rivales políticos, Irán, Iraq, y a Rusia por su apoyo al régimen sirio; dañar la extracción de petróleo en aguas profundas como pretende Brasil; y dificultar la explotación de petróleo no convencional, esquisto y pizarras bituminosas, en EE.UU., Canadá y Rusia, al hacer relativamente más caros los precios de ese petróleo.
La Agencia Internacional de la Energía estima que las inversiones en la extracción de petróleo no convencional decaerán, si los precios actuales se mantienen o bajan más, y que la bajada seguirá hasta que no se produzcan algunos cierres de explotaciones no convencionales.
Tampoco cree que esta caída este dañando a la producción norteamericana, aspecto que destaca por dos motivos: Arabia Saudita difícilmente va a retar a su gran aliado y protector; y
EE.UU., puede no tener prisa en agotar sus recursos, que tienen un recorrido muy corto, y reservárselos para momentos en que los necesite más o el petróleo esté más caro. En todo caso, los expertos consideran que no se producirá una caída significativa de la producción norteamericana.
El caso de Rusia es bien diferente al de Estados Unidos, porque, como indicamos antes, a la bajada de los precios del petróleo se unen las sanciones contra Moscú, que tienen como uno de sus objetivos principales que no dispusiese de la tecnología adecuada para la explotación del esquisto y de los yacimientos del Ártico.
Es decir, el gobierno ruso tendrá que asumir medidas de no fácil pronóstico para encarar los problemas en su crecimiento, que será de cero este cuarto trimestre y el primero del 2015, en lo cual tendrá que ver mucho, y de manera meliorativa, el estrecho contacto actual de su presidente, Vladimir Putin, con un pueblo que ha subrayado su decisión de enfrentar valientemente todo tipo de dificultades.
Y es porque, lamentablemente, en este importante rubro siguen dominando los petrodólares, que aun pueden dictar los parámetros de una batalla comercial cuyo fin aun no se avizora y es de difícil predicción.

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