Póngale usted el cuño…
12 de diciembre de 2014
|Cuando la Fundación Gates, la Fundación Rockefeller, Monsanto, Dupont y otras oscuras empresas del grupo Bilderberg se juntan para financiar un proyecto, sin duda es muy inquietante.
No es la primera vez que mencionamos que corporaciones agroquímicas transnacionales pertenecientes al grupo Bilderberg, como Monsanto, Bayer, Syngenta, Pioneer y Dow Agroscience, tratan de controlar la agricultura del mundo, y en particular al maíz, a través de la promoción de variedades de semillas transgénicas, con la complicidad de las organizaciones dedicadas a velar por nuestra salud.
Pero desde que el archimillonario Bill Gates (al que la propaganda occidental disfraza de ente humanitario) compró medio millón de acciones de Monsanto, esta es la que prevalece en primer plano, con planes puntuales de monopolizar y convertir la producción agrícola y alimentaria mundial en un gran experimento genético, totalmente dependiente de sus semillas patentadas.
Económicamente, Monsanto sigue teniendo grandes éxitos y, aprovechando deficiencias oficiales, ha demandado a innumerables agricultores que han sido contaminados con su semilla por apropiarse de su patente.
El 85% de los cultivos modificados genéticamente se concentra en tres países: Estados Unidos, Argentina y Canadá, donde Monsanto se presenta a sí misma como una empresa visionaria, una corporación mundial que trabaja para aportar ciencia de vanguardia y una actitud ambientalmente responsable a la solución de los problemas más urgentes de la humanidad.
TODO UNA TAPADERA
Pero…, ¿qué es en realidad? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo llegó a ser el segundo productor mundial de agroquímicos y uno de los principales proveedores de semillas en el planeta? ¿Es la compañía “limpia y verde” que proclaman sus anuncios, o solo es una tapadera que oculta su naturaleza criminal?
Monsanto es la compañía que introdujo al mercado la primera generación de cultivos transgénicos, convirtiéndose en el líder mundial en la promoción de biotecnología en la agricultura.
Actualmente, es el mayor vendedor mundial de semillas transgénicas en Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. Sus cultivos representan más del 90% de todos los cultivos de ese tipo en el mundo.
Los cultivos resistentes a su herbicida “glifosato“, como la “soja RR” (Roundup Ready) y el “maíz RR“, sólo promueven la agricultura industrial de insumodependencia. Una mirada a su historia nos dará algunas claves reveladoras, y puede ayudarnos a entender mejor las prácticas actuales de la compañía.
Monsanto Chemical Company fue fundada en 1901 por un estadounidense y Caballero de Malta, John Francis Queeny, en la universidad jesuita de San Louis, Missouri, EE.UU., el mismo año que J.P. Morgan, Caballero Papal de la Orden de los Santos Mauricio y Lázaro, nombró a John A. Farrel como su presidente.
Es decir, tres caballeros de Malta jesuitas, unidos casualmente por un Nuevo Orden Mundial. Queeny era un químico autodidacta que llevó la tecnología de la fabricación de la venenosa sacarina, el primer edulcorante artificial, de Alemania a Estados Unidos.
En los años 20, Monsanto se convirtió en uno de los principales fabricantes de ácido sulfúrico y de otros productos básicos de la industria química, y desde la década del 40 hasta nuestros días, es una de las cuatro únicas compañías que han estado siempre entre las 10 primeras empresas químicas de Estados Unidos.
DESASTRE EN GALVESTON
En los años 40, el negocio de Monsanto giraba en torno a los plásticos y las fibras sintéticas. En 1947, un carguero francés que transportaba nitrato de amonio (utilizado como fertilizante), explotó en un muelle a unos 90 metros de la fábrica de plásticos de Monsanto en las afueras de Galveston, en Texas.
Más de 500 personas murieron en lo que llegó a ser considerado como uno de los más grandes desastres de la industria química.
La planta producía estireno y plásticos de poliestireno, que aún se usan para envases de alimentos y otros productos de consumo masivo.
En los años 80, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA), colocó al poliestireno en el quinto lugar de la clasificación de productos químicos cuya producción genera las mayores cantidades totales de residuos peligrosos.
Monsanto tiene a favor, como no podría ser de otra manera, al poder mediático. Bajo la gestión de su presidente, el bilderberiano Robert Shapiro, ha apartado todos los obstáculos para transformar su imagen de un suministrador de productos químicos peligrosos en una institución ilustrada y con visión de futuro, que lucha para alimentar al mundo.
Shapiro se describe a sí mismo como un visionario y un hombre renacentista, encargado de la misión de usar los recursos de la compañía para cambiar el mundo: “No es un problema de buenos y malos. No sirve para nada decir si los malos se fueran, entonces el mundo iría bien, es el sistema entero el que ha de cambiar, hay una gran oportunidad para reinventarlo”, dice.
El sistema “reinventado” de Shapiro es tal que no sólo continúan existiendo las grandes empresas, sino que, además. éstas ejercen cada vez un mayor control sobre nuestras vidas.
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