La concesión y construcción del Mercado Único de La Habana
11 de noviembre de 2019
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En septiembre de 1918, Juan Fernández de Castro, había presentando al Ayuntamiento de La Habana, un proyecto para construir, establecer y explotar en la capital un Mercado de Abasto y Consumo, y solicitaba se otorgara una concesión administrativa. El proyecto fue aprobado y la concesión fue sacada a pública subasta el 30 de diciembre de 1918, con arreglo a un pliego de condiciones entre las que se destacan la descripción del tipo de mercancía que podía venderse en el Mercado; mientras durase la concesión, debía ser el único Mercado de Abasto y Consumo de la Capital, y no podría accederse al establecimiento de casillas de barrio a menos de 700 metros en cualquiera de las direcciones del Mercado, pudiendo establecerse en cualquiera de los lugares fuera de esta zona, de ahí el apelativo de Único; el plazo de la concesión era el de 30 años, cumplido este el Mercado pasaría a manos del Municipio; el que al final resultase concesionario del Mercado objeto de la subasta, quedaba facultado para establecer Mercados de Consumo, hasta el número de tres, en distintos lugares de la ciudad, aún dentro de un radio de 2 500 metros con estricta sujeción a las condiciones impuestas para el otorgamiento de esta concesión, en cuanto a término, zona prohibitiva, tarifas, y previa la autorización de las Autoridades Sanitarias; el terreno debía formar una sola manzana situada en un lugar adecuado y constaría por lo menos de 10 000 m²; el edificio del mercado tenía que construirse de hierro, cemento y piedra, y edificarse dentro de los seis meses siguientes a la fecha en que se otorgara la escritura de concesión y terminase en un plazo que no excediera de dos años.
El presupuesto total para realizar el proyecto alcanzó la cifra de 1 400 000 pesos, de los cuales 1 175 000 corresponderían a la construcción del edificio.
En la subasta se adjudicó provisionalmente la concesión al creador del proyecto, Juan Fernández de Castro y Diez Argüelles, y por Decreto No. 59 de 15 de enero de 1919, publicado en la Gaceta Oficial correspondiente al día 18 de enero, Mario García Menocal, Presidente de la República entre 1913 y 1919, resolvió conceder al Municipio de La Habana 500 000 pesos: 350 000 para construir el nuevo Mercado de Abasto y Consumo, y 150 000 para indemnizar a los concesionarios y contratistas del Mercado La Purísima Concepción que debía cerrar al abrirse el nuevo. Finalmente, en cumplimiento de lo acordado por el Ayuntamiento se otorgó a favor del Sr. Juan Fernández de Castro la concesión para construir, establecer y explotar un Mercado General de Abasto y Consumo Único para la Ciudad y Término Municipal de La Habana.
Con la concesión ya otorgada y el terreno comprado, este señor junto a otros capitalistas, fundó una Compañía Mercantil Anónima denominada Mercado de Abasto y Consumo de La Habana S.A., con domicilio en los terrenos del Mercado a que se refiere la concesión, y con un capital de 2 000 000 de pesos moneda oficial.
En 1920 comenzó a funcionar el Mercado, el cual aparecía descrito en el Registro de la Propiedad, en 1930, de la siguiente manera: “Edificio denominado Mercado Único situado en esta Ciudad en la manzana limitada por las calles Príncipe Alfonso y Matadero, la Calzada de Cristina y el Arroyo de Chávez. Consta de dos plantas y un sótano. El piso principal al nivel de la calle con una altura entre placas de 7 metros, la planta alta con 6 metros y el sótano con 4 metros. La planta baja o planta principal se distribuye como sigue: portal corrido por todo el frente de la Calzada del Monte, una serie de cinco naves paralelas a cada una de las cuatro fachadas determinadas por las paredes en las líneas exteriores y pilares en el centro, con un patio central. En las esquinas del edificio se han construido siete locales para café restaurant y víveres; cuatro escaleras principales y dos grandes elevadores que dan acceso al piso alto y además dos departamentos destinados al servicio sanitario. El piso alto lo constituyen igual número de naves que en la planta baja en las cuales están situadas las casillas para la venta de carne, aves vivas y muertas, huevos, embutidos, conservas, grasas, leche, quesos y otros productos de la leche y el pescado. Además un local dividido entre departamentos destinado a oficinas del establecimiento y dos servicios sanitarios. Ha sido construido este edificio de estructura de hierro cubierto de cemento o sea hormigón armado, en paredes, columnas, arquitrabes, vigas, etc.; pisos o pavimentos de terrazo en el patio central. Las casillas destinadas a pescado, a carnicerías, a la venta de cacería así como los demás locales tienen iguales pavimentos. En el sótano que se compone de un gran compartimiento con su escalera de comunicación y pavimento de cemento se ha instalado un tanque de igual material y una bomba para el servicio del agua. La cubierta de todo el edificio es de armadura de hierro con tejas de hierro galvanizado corrugadas a dos aguas en los cuerpos centrales del edificio y a una en los restantes. (…) Su valor dos millones de pesos”.
En noviembre de 1928 la entidad mercantil Mercado de Abasto y Consumo de La Habana, S.A., cedió la concesión, con todos sus bienes, derechos y acciones, así como el terreno y edificio que constituían el mercado, al señor Rogelio Díaz Pardo por el precio de 2 352 000 pesos. En el propio acto de traspaso, la sociedad vendedora dejó constancia de que parte del producto de esta venta sería entregado al don Alfredo Hornedo y Suárez en pago de una gran suma que la sociedad le adeudaba. Aparentemente era una hipoteca que no figuraba hasta entonces o una forma de entregarle a Hornedo dinero que le correspondía por poseer la mayor parte de las acciones en este negocio, en el cual su nombre nunca figuró oficialmente. Sin embargo, ya en aquella época se conocía que las mayores ganancias del “ilustre senador” procedían del llamado Mercado Único.
Hasta 1940, último año en que se asienta el Mercado en el Registro de la Propiedad, se mantienen los mismos propietarios, en tanto las hipotecas se fueron reduciendo por la cancelación de los bonos, y Alfredo Hornedo continuaba siendo uno de los principales acreedores, según contrato hasta 1951.
Con la apertura del Mercado de Carlos III en 1957, el de Cuatro Caminos dejó de ser el único de su tipo, perdiendo protagonismo ante las facilidades que ofrecía el moderno establecimiento ubicado en la manzana formada por las calles Carlos III, Estrella, Árbol Seco y Pajarito. Entre sus novedades contaba con un sistema central de aire acondicionado basado en el almacenamiento de hielo, montado por primera vez en un edificio público.
Por la Ley No. 106 de 27 de febrero de 1959, creada por el nuevo gobierno revolucionario, y el Artículo 129 de la Ley Orgánica de los Municipios, la concesión y el edificio del Mercado Único pasaron al patrimonio municipal, pues la concesión de 1919 otorgada por un término de 30 años, ya había vencido desde 1949, sin embargo la Compañía de Mercados Públicos S.A. mantuvo sus derechos, así como la explotación del mercado, diez años más. De ahí que el gobierno municipal declarase que la concesión, el edificio del Mercado y todo lo que fuese de su propiedad pasaría a su dominio sin previa compensación, porque además de tratarse de una obra pública subvencionada, se había infringido lo dispuesto en el referido Artículo 129 de la Ley Orgánica de los Municipios.
Finalmente, por la Resolución No. 13, de 13 de abril de 1959, la construcción, la obra pública, el edificio del Mercado Único, sus anexidades y el servicio público de abasto y consumo que en el mismo se realizaba, pasaron al gobierno del Municipio de La Habana. Se tomaron entonces estrictas medidas de carácter económico y social, y en contraposición al Mercado Único se le denominó Mercado Popular.
Las dificultades para mantener el abasto del Mercado hicieron que, poco tiempo después, pasara a cumplir funciones de almacén hasta 1983, cuando retomó su función original –solamente en planta baja–, para volver a cerrar en 1986. Abrió nuevamente sus puertas al público entre 1992 y 1993, al tomarse otras disposiciones para la reapertura y funciones de los mercados agropecuarios. En esta época se subdividieron sus espacios interiores sin una intervención especializada, lo que afectó la imagen original del edificio, y se extendió el servicio de venta de comida preparada. Presumiblemente en esta época le fueron añadidas las dos escaleras exteriores en los portales por Monte.
Se mantuvo prestando servicios hasta 2014, aunque la planta alta llevaba años clausurada por su mal estado físico constructivo.
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