Esta vez ni sonrisa para las cámaras
18 de noviembre de 2014
|En la reciente Cumbre del G-20 faltaron las acostumbradas sonrisas frente a cámara de los mandatarios que se vanaglorian de decidir los destinos de la humanidad.
Esta vez, mientras los líderes del G-20 o Grupo de las 20 economías mayores del mundo, concentraban sus debates en la Cumbre de Australia en el tema ucraniano y en las sanciones a Rusia, una noticia estremecía las butacas de los presentes: Japón, la tercera economía mundial, entró en recesión.
El producto interno bruto (PIB) japonés cayó un 1,6% desde julio a septiembre, contra un pronóstico que preveía un incremento del 2,1%.
La contracción económica nipona, que tomó por sorpresa a los mercados internacionales, coincide con el prolongado estancamiento de la eurozona y lo que aparenta ser una desaceleración a largo plazo del crecimiento en China, advierten los especialistas.
Mientras, el primer ministro británico, David Cameron, dijo en el diario The Guardian que “las luces rojas de advertencia se han encendido en el tablero de la economía mundial.
Por su parte, Estados Unidos y el Reino Unido, que han marcado cierta estabilidad en sus economías últimamente, lo han logrado a base de la estimulación del gasto de los consumidores, tendencia que ha provocado a su vez, un endeudamiento récord que puede seguir subiendo.
La Cumbre del G-20 no mostró iniciativa alguna donde se vislumbrara un horizonte más optimista, tanto en la creación de nuevas fuentes de empleo, como en la asimilación de inversiones y otros factores que determinen un freno a la actual crisis.
Los más avezados especialistas cuestionan el hecho de que no apareciera en la agenda ningún compromiso que abone el camino de la reducción del gigantesco e insostenible endeudamiento en la mayor parte del mundo.
Por qué entonces centrar los debates de los jefes de Estado del G-20 en la adopción de nuevas sanciones contra Rusia —uno de los países integrantes del Grupo—, con una economía muy interconectada con Europa sobre todo en la rama energética.
No creo que mejorarán los indicadores actuales que exhiben las naciones del Viejo Continente, si continúan apostando, con recursos económicos y armas, a la condición de segundones de Estados Unidos, acompañándolo en sus campañas bélicas y ahora en las sanciones económicas a Moscú.
Apostar a Ucrania, desestabilizada, débil económica y socialmente, por el solo hecho de que sea la vecina más cercana de Rusia, huele a confrontación en vez de a colaboración.
El asunto ha tomado tal envergadura que el presidente norteamericano, Barack Obama, en la reunión del G-20 sentenció como “espantosas las acciones rusas contra Ucrania”.
En el coro anti ruso, por supuesto, han tenido protagonismo también los mandatarios de Francia y Gran Bretaña, con discursos más hostiles y menos cercanos al diálogo y los razonamientos favorables a la paz.
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