ribbon

Peor que el ébola

10 de noviembre de 2014

|

Cerca de dos millones de personas han tenido que abandonar sus hogares a causa de la guerra fratricida y egoísta por el poder
en Sudán del Sur, hasta hoy libre de la epidemia del mortal ébola, pero inmerso en combates desde el 15 de diciembre del 2012, seguidos de matanzas étnicas que han causado decenas de miles de muertes.
La lucha es entre las tropas leales al presidente Salva Kir y los partidarios de su antiguo vicepresidente Riek Machar, a quien acusó de orquestar una intentona golpista.
Este negó las acusaciones, por lo que la disputa desencadenó desde entonces choques violentos entre miembros de la etnia dinka, a la que pertenece Kir, y del pueblo nuer, del que es parte Machar.
Ello ocurrió a menos de año y medio de la independencia de Sudán del Sur, viciada por la injerencia de Estados Unidos, goloso por apoderarse de las riquezas petrolíferas comprobadas en la región meridional de lo que fuera el antiguo Sudán.
Es decir, esta guerra se suma a la anterior por la independencia, en medio de la crisis financiera, la sequía y otros males que han subrayado la miseria de tantos años, con una contracción económica que ahondan quienes coadyuvaron a dividir el país y ambicionan las riquezas de su subsuelo.
La falta de una veraz información no hace llegar a una conclusión exacta del problema, pero trascendió que, a causa de presiones foráneas, el gobierno tuvo que anular su reciente decisión de expulsar a todos los “trabajadores extranjeros”, lo cual avala la sospecha que mercenarios al servicio de los monopolios occidentales pululan en la joven nación.
Naciones Unidas mantiene dos bases en el lugar, repletas de refugiados, en las entrañas de un sur rico y tropical, en la que se localizan los recursos naturales más importantes, como el agua del Nilo, los yacimientos de minerales y, fundamentalmente, los pozos petrolíferos.
Todos estos factores –razas y etnias, geografía y recursos- se han convertido en focos generadores de constantes conflictos, y constituyen el gran obstáculo para conseguir la pacificación.
Tan solo interrumpida por una tregua entre 1972 y1983, más de 50 años de lucha armada fueron necesarios para que Sudán del Sur alcanzase una lastrada independencia, el 9 de julio de 2011.

 

PROMESA INCUMPLIDA

 

Desde la finalización del condominio anglo-egipcio en 1956, que llevó a la creación del Estado de Sudán, los sudaneses meridionales reclamaron la promesa incumplida por los británicos de otorgarles plena independencia tras la descolonización y, por el contrario, los colonialistas exacerbaron la división, aprovechando deficiencias del autoritarismo político ejercido desde la capital, Jartum, con la progresiva imposición de la religión musulmana a los cristianos del sur, y la no repartición de la riqueza proveniente del petróleo.
A partir de la década de los 90 del pasado siglo XX, se fueron incrementando y agravando paulatinamente las reivindicaciones del sur, que ya no confiaba en la viabilidad de un proyecto nacional unificado.
En las primeras dos décadas, la lucha de liberación nacional ganó en su primera etapa las simpatías de muchas personas progresistas en el mundo, pero fue perneado por la inteligencia occidental, que exacerbó las diferencias étnicas y religiosas entre el norte árabe islámico y el sur negro cristiano.
Lo cierto es que la división de lo que era la mayor nación africana no trajo la paz, y Sudán del Sur comenzó a actuar como punta de lanza del Imperio, que siempre ha tenido entre ceja y ceja al gobierno de Jartum, encabezado por Omar Hassan al Bashir.
La actual lucha empeora la situación en una nación en donde todo está por hacer, con heridas aun no cicatrizadas desde la guerra con Sudán, cuya historia subraya la dominación árabe sobre las tribus africanas, explotada y aprovechada por los colonialistas y Estados Unidos.

Comentarios