Comportamientos ante enfermedades fantasmas
17 de octubre de 2014
|Después de dos semanas hablando acerca de los hipocondríacos, prometimos comentar acerca de las reacciones comportamentales tanto en el orden motor como de la propia conducta que pueden mostrar ante la presencia (no presencia) de una enfermedad fantasma.
La primera reacción de ellos, después de haber estado varios días con sus angustias que también la padecen las personas cercanas a ellos, se deciden a la visita del médico. La principal motivación es porque ya están absolutamente convencidos de que algo no está funcionando bien en ellos. Regresan mucho más tranquilos porque han recibido la respuesta de que están sanos, de que han pasado un exhaustivo chequeo médico y que le hayan probado que no tiene la enfermedad que imaginó ni otra cualquiera. Esta valoración que también se las hacen ellos mismos, los tranquiliza pero durante un breve tiempo, porque finalmente, vuelven a sentir o las mismas sensaciones u otras nuevas que lo llevan de nuevo al convencimiento de que tienen una enfermedad.
A continuación se produce en ellos un nuevo pensamiento, del cual se auto convencen, y es cuando expresan que el médico no ha hecho bien su trabajo, por lo que buscan a otro “que sepa más” y así van probando con todos los especialistas que ellos consideren necesarios. Casi siempre uno de estos especialistas le orienta la asistencia y tratamiento por parte de un especialista de la salud mental (psicólogo o psiquiatra), otros acuden a la medicina alternativa y algunos, a partir de su cultura y creencias, terminan en manos de curanderos, santeros, espiritistas o invocando a la inmortalidad su enfermedad. Otros van en busca de información científica en las bibliotecas medicas sobre todo, a través de Internet y se convierte en una necesidad primaria el hecho de buscar información y dominarla sobre las más diversas enfermedades, lo que les permite descubrir un buen numero de variantes sobre la enfermedad que les ocupa en ese momento, lo cual, lejos de contribuir a su convencimiento de la n o existencia de la enfermedad, aumenta su nivel de angustia, ansiedades y depresiones. Esto afecta en primer orden el sistema inmunológico, las defensas se deprimen y entonces si pueden estas más expuestos a enfermar o a que cualquier enfermedad crónica que ya poseen, involucione, es decir se agrave.
Sé que muchos pudieran preocuparse, porque cualquier persona, y nos incluimos dentro de ellas, ha podido actuar de esta forma en alguna ocasión, pero esto no significa que estamos ante el padecimiento de una hipocondría.
El paciente hipocondríaco confía más en sus intuiciones que en el saber y la experiencia del médico, no puede dejar de chequearse una y otra vez, e intenta ejercer un posesivo e inútil control sobre su propia vida, de forma tal que no puede evitar extraer de manera constante dramáticas conclusiones sobre lo que le espera.
Estas crisis por la que pasa el hipocondríaco, propicia situaciones de estrés mantenidas, sobre todo, de ese miedo a enfermar a un nivel obsesivo – compulsivo, es el centro de su vida, de su comportamiento, de su propia existencia y esto produce desgaste psicológico tanto en él como en las personas cercanas a él.
La persona entonces, se limita de actividades gratificantes, de aquellas que pueden contribuir a su desarrollo individual, tanto laboral como educacional y social, pero por sobre todas las cosas, los niveles de auto estima descienden hasta limites insospechados, y por ello, su final es el desarrollar una profunda depresión.
En estos casos, en los familiares y personas cercanas al enfermo, surge una interrogante que se hace mucho más confusa por el mismo estado de agobio que les propicia el enfermo, y en ocasiones, no saben si es mejor no hacerle caso, o sobre preocuparse ante sus reclamos, en fin, es esa confusión que se produce, sobre todo, se quejan de que el día que es cierta la enfermedad no se lo creen, o si en realidad, no lo es y al final se comprueba que no existe, entonces el comportamiento de este enfermo se hace mucho más difícil, sobre todo en lo referente a las relaciones interpersonales con estos, y en realidad, esto repercute en el funcionamiento familiar, independientemente de los gastos en el orden del tiempo desaprovechado y las afectaciones económicas y de estabilidad en el hogar que trae consigo este trastorno, no solo para el enfermo sino para todos los que le rodean. Una vez diagnosticada la enfermedad y de conocerla de cerca, es lógica esta interrogante: ¿Cómo ayudar a un hipocondríaco? De ello continuaremos conversando la próxima semana.
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