Padura, el guionista
24 de septiembre de 2014
|Texto y fotos por Ángel Marqués Dolz
Algo más serio que la suerte hace girar la rueda de la fortuna para Leonardo de la Caridad Padura Fuentes: el trabajo.
“Trabajo todos los días. Cuando no estoy escribiendo una novela, estoy escribiendo un ensayo, un guión de cine, un artículo, algo…”, confiesa a Habana Radio digital que de un timbrazo pudo – ahora si le cabe a la suerte toda su importancia – “pescar” al narrador que en los últimos años, dado su éxito editorial, ha visto más azafatas que aguaceros.
Siendo el escritor cubano más leído dentro y fuera de la isla- “yo vivo para escribir y afortunadamente vivo de lo que escribo”-Padura Fuentes (La Habana, 1955) es también, cada vez más, un hombre del cine, y por extensión del audiovisual, el cual ejerce sobre sus preferencias un embrujo casi adictivo. “Me he hecho fanático de ciertas serias televisivas, especialmente las escandinavas”.
Y ahora, el guionista que es Padura, acaba de anotarse un punto. Un punto de oro que convalida su aventura cinematográfica. La película cubano-francesa Regreso a Itaca, del director Laurent Cantet, y de la cual Padura es coguionista, ganó en una discreta sección- Jornada de autores- del recién finalizado festival de Venecia, entre los más encumbrados del mundo, y ha sido vista en otros eventos de fuerte pegada, como el TIFF, en Toronto, y el San Sebastián, en el norte español.
La corrida fílmica del novelista, graduado de literatura hispanoamericana y convertido en periodista cultural al poner un pie en 1980 en El caimán barbudo, se remonta a fines de los ochenta, cuando escribió el guión del documental El viaje más largo, de Rigoberto López, basado en una serie de reportajes del propio Padura acerca de ambientes, personajes y costumbres cubanas. Casi una década después, el batacazo: Yo soy del son a la salsa. Ese documental, también de López, en el que asomaban los ídolos de la música popular caribeña, causó alboroto en el XVIII festival de La Habana – ganó el premio Coral en su género- por su factura técnica y por mostrar, por primera vez al público cubano, a Celia Cruz luego de décadas de silencio por su militancia en la facción más biliosa del exilio. Más recientemente, Padura coordinó las historias del largometraje franco-español Siete días en La Habana, en el que un puñado de realizadores extranjeros- del Toro, Trapero, Medem, Suleiman, Noé y Cantet, y Tabío, por Cuba- narraron igual número de tramas tomando como locación a la capital cubana. Tres de esos cuentos pertenecen al dueto de Padura y Lucía López Coll, compañera del escritor desde el bachillerato y una silente colaboradora de sus empresas literarias.
HR.-Cómo asimila este premio en el festival de Venecia. Le gustan más que lo lean a que lo vean?
LP.-Por supuesto que me gusta más que me lean. Yo soy un escritor, fundamentalmente. El cine es una de mis pasiones, pero escritura por escritura, prefiero la narrativa.
HR.-El guión de Regreso a Itaca sale de un pasaje del libro suyo La novela de mi vida. ¿Es una traslación punto por punto del argumento o hay una virtualidad en esto?
LP.-La frase correcta sería decir que está inspirada en un episodio de La novela de mi vida.
Tal episodio fue tomado por Padura para armar uno de los cuentos de Siete días en La Habana, pero Cantet, quien ya había leído la edición francesa de la novela, decidió que la trama era demasiado polisémica como para dilapidarla sin más en un breve metraje. Así que luego de un primer ensayo registrado en cámara, el director galo le hizo saber al escritor cubano desde Canadá, donde grababa Foxfire: una banda fuera de la ley, que “era un crimen matar esa historia en quince minutos” y le prometió conseguir dinero para un largometraje. Las productoras francesas Full House y Haut et Court y las belgas Panache Productions y La Compagnie Cinématographique, entre otras, pusieron la plata para Regreso a Itaca, cuyos personajes, reunidos en una azotea del centro habanero, se reencuentran con Amadeo, un cubano que regresa de visita desde España luego de casi veinte años en el exilio. La cinta se estrenará en Francia, Gran Bretaña, Italia, España, Portugal, Grecia y Brasil a fines de octubre, y en diciembre irrumpirá en el festival de La Habana.
HR.-Según ha declarado el propio Cantet, al escucharlo y entenderlo a Ud ha abierto los problemas que plantea tanto Ud en su libro, como él en la película, a una proyección universal. ¿Esto es cierto?
LP.-Creo que hemos tratado de hacer un película en la que el contexto cubano es muy importante- se ve el malecón y, distantes, los edificios del Vedado, esto hace que esté muy ubicada geográficamente en La Habana y los conflictos de los personajes son conflictos cubanos- pero a la vez, procuramos que fueran conflictos universales: la amistad, la traición, la desconfianza, la búsqueda de la felicidad, que son reacciones de la naturaleza humana que se puede dar en cualquier contexto.
HR.-Tuvo Ud. comunicación directa con Cantet.
LP.-Mi relación con Cantet ha sido muy fluida. Lo conocí en París y fue una persona que inmediatamente me pareció extraordinaria. Era el momento en que acaba de ganar el premio en el festival de Cannes -la Palma de Oro por su película La clase, que es una película extraordinaria- y aquel hombre que entonces gozaba de uno de los picos de la fama, se presentó como una persona tan absolutamente normal y cercana en su conversación y comportamiento en su vida cotidiana, que muy rápidamente establecimos una relación de simpatía. Y ahora, que andamos por el mundo, él dice que es un admirador de mis novelas y yo de su cine y que nos encontramos un día e hicimos una película juntos.
Padura es “un enfermo” al cine. Prefiere aquel que cuenta una fábula de cabo a rabo. “Acuérdate que yo soy un contador de historias”. Y si le piden seleccionar, escoge el cine estadounidense de los setenta y ochenta, “el de los últimos tiempos me gusta menos”, echando también en el morral al cine europeo y los seriales televisivos escandinavos y algunos estadounidenses. Del cubano, no le pregunto, para no sacarlo de la zona de confort. En cuanto a los vasos comunicantes entre la escritura literaria y la cinematográfica, Padura toma propiedades de ambas, o lo que es lo mismo, se aprovecha de las dos. “En mi trabajo en el cine, que no es demasiado, siempre he tratado de poner todo lo que puedo de esa concepción de narrativa y cuando escribo literatura trato de que haya una visualidad…Creo que la literatura del siglo XX en toda su concepción más profunda está marcada por la existencia del cine y una cantidad numerosa de películas han surgido inspiradas en novelas, relatos, artículos periodísticos…”
HR.-Como guionista, cuáles son los principales problemas que debe solucionar…
LP.-Muchos. Para mí lo más fácil es poner a conversar a los personajes, creo que me resulta cómodo escribir en “cubano”… Lo más complicado, tal vez sean las estructuras, sobre todo las temporales, porque tienes que crear una estructura en la cual el paso del tiempo, el montaje de las historias, sea diferente al que existe en la literatura.
HR.-Se ha visto Ud en apuros a la hora de elaborar un guión.
LP.-Sí. Ahora mismo estoy trabajando justamente con mi esposa la versión para una saga de cuatro películas de televisión con las primeras novelas de mi serie de Mario Conde: Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras y Las cuatro estaciones, y hemos pasado mucho trabajo, porque nos hemos dado cuenta de que pese a que soy un narrador de historias, muchas veces esas historias ocurren en la cabeza de los personajes, no en una realidad concreta, y en el caso del personaje de Mario Conde, es un hombre que piensa demasiado para los códigos del cine.
Las cavilaciones del entonces policía Conde que en la literatura son un regalo para el lector se han convertido en una contrariedad para el lenguaje audiovisual, por lo que la pareja Padura-López ha tenido que “hacer una reescritura prácticamente total de estas formas de comportamiento y de expresión y sobre todo de la narrativa de los acontecimientos”. Es así que a diferencia de las novelas de la tetralogía, en las versiones televisivas aparecerán “historias inventadas para que sean visuales o para que ocurran más cosas en esas películas”, que los escritores han intentado sean “bastante fieles a las novelas”.
La fidelidad a las intríngulis novelísticas de Padura contiene la potencialidad de convertirse en la manzana de la discordia entre lectores y cinéfilos. Sin obviar esa perspectiva, el dueto Padura-López ya tiene listo dos guiones de la tetralogía y pasará dentro de unos días por España para discutir los otros dos, con el productor alemán Peter Nadermann, de Tornasol films, quien ha promovido las reputadas series nórdicas, un negocio que comparte con el español Gerardo Herrero.
HR.-¿Entre sus potestades, como padre de estas criaturas, Ud tiene la de escoger a quien interpretaría a Mario Conde?
LP.- No la tengo. Soy simplemente alguien a quien se le consulta. Estas son decisiones de los productores y de los directores. Cuando un escritor trabaja para el cine tiene que saber que su papel es completamente diferente al que tiene cuando escribe una novela. La novela es el reino de la independencia para el escritor. Por supuesto, se tienen determinados elementos que median entre tu trabajo y el lector que son importantes a considerar como es el caso del editor, quien ofrece determinadas recomendaciones, pero tienes una libertad mayor. En el caso de la escritura de guión es un trabajo de servicio. Fíjate en los Oscar. El premio a la mejor película lo obtiene el productor, no lo tiene el director, porque el productor es decisivo al decir cómo se puede hacer una película.
HR.-Eso es una asunción suya de la humildad que le queda a un escritor detrás de su obra. Ahora bien, en la historia del cine hay una larga lista de novelas llevadas a la gran pantalla, en algunos casos felices, pero al parecer la mayoría no lo son. ¿Se sentiría Ud traicionado al ver una obra suya en escena que esté distante del original ?
LP.-Venimos arrastrando la ilusión de hacer una película con Mario Conde desde que salió Paisaje de otoño, en 1998, y hace varios años un director español, con productores incluido, que estaba preparando el guión justamente de Paisaje de otoño, me lo dio para que lo leyera. Fue una de las noches más agónicas de mi vida esperando la respuesta que me iba a llegar al día siguiente por correo electrónico, porque le decía al director y a los productores que no fueran a tocar ese guión, en el que, imagínate, había una secuencia en la que Mario Conde con un sobretodo y un sombrero iba a Coppelia y se comía un sándwich… De modo que es un peligro muy grande, tal vez por eso accedí a trabajar en estos guiones, pero hubiera preferido no hacerlo.
El que muchos ven como el alter ego del escritor, Mario Conde marcha parejo con el almanaque de su creador, pero Padura se resiste, pese a su reiteración ficcional, a pasarlo a retiro, tal vez evitando repetir la experiencia de Doyle, quien en 1894 tuvo que resucitar a Holmes luego de haberlo matado en las cataratas suizas de Reichenbach. “Lo que quiero es que envejezca junto conmigo. De esa manera, su percepción de la realidad cubana seguirá siendo profundamente generacional, que es algo que a mí me interesa mucho. Quiero que Mario Conde siga siendo un hombre de mi generación”. Nótese que dice hombre y no personaje. Así están las cosas…
Leído por presidentes y ex presidentes-Dilma Rouseff almorzó en Brasilia con el escritor para hablarle de El hombre que amaba perros, novela que, según fuentes muy dignas de crédito, ahora lee Luiz Inacio da Silva- Lula-, Padura Fuentes, igualmente elogiado por Ian Gibson, el biógrafo más prestigioso de Lorca, aterrizará dentro de días en París, donde presentará la edición francesa del libro que conecta al asesino de León Trostky con un veterinario cubano también enamorado de los borzois.
HR.-En el caso de El hombre que amaba los perros, Ud se inmiscuye en la historia soviética y en la historia mexicana. En el caso de Herejes ud se remonta incluso a la vida de Rembrandt y pasa revista a la judería europea, de modo que son libros ambiciosos en cuanto a escenarios y épocas. Tiene Ud investigadores que hacen el trabajo pesado de búsqueda o ud asume esa carga…
LP.-Tengo muchas personas que me ayudan tal vez a encontrar un libro, a bajar un artículo de Internet , porque desde aquí se demora mucho, pero debo asimilar, pasar por los ojos, toda la información para poder apropiarme de ella. Hay una cantidad de elementos que son muy puntuales que pueden parecer muy cotidianos y no significativos, que a la vez se convierten en elementos muy significativos para un novelista, aunque no lo son para un investigador o un historiador, por eso necesito estar en contacto con los textos históricos con los que trabajo y eso es lo que hago siempre…
Atención lectores de Leonardo Padura. Para la primera semana de octubre, una vez de regreso el escritor de Europa, deberá presentarse Herejes, primero en Mantilla, residencia umbilical del narrador, y luego en el Pabellón Cuba. “Espero que me acompañe mucha gente allí y aunque me duela mucho el brazo, como me pasó con El hombre que amaba los perros, firmaré todos libros que los lectores quieran”. No lleguen tarde a las citas. El hombre que amaba los perros ha sido pasto de los especuladores. Alguien, muy ávido de leerla, quedó frustrado al no poder pagar los cuatrocientos pesos que pedía un librero ambulante de aspecto despiadado. Si hacemos caso de los presagios, Herejes no tiene por qué correr un destino diferente.
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