Ganar en salud
22 de agosto de 2014
|Todos conocemos la necesidad humana de meditar, no solo antes de dar cualquier paso decisivo en la vida, también para llegar a conclusiones que ayuden a ser más consecuentes, con nosotros, y con los demás.
En la década de 1960, la ciencia se interesó en la búsqueda de un estado más elevado de conciencia a través de la meditación. Creció el interés por el yoga, técnica hindú para obtener mayor eficacia en el dominio del cuerpo y la concentración anímica, Y por supuesto, se extendió la práctica de programas de entrenamientos, basados en la relajación física y la atención dirigida, denominada meditación trascendental.
Surgieron técnicas que tratan de someter a un control voluntario ciertos sistemas orgánicos involucrados en la presión arterial o la temperatura corporal para controlar irregularidades.
Además, se incursionó en la meditación concentrativa que intenta restringir la atención a una sola fuente de estimulación durante cierto tiempo. Es decir, concentrarse mirando un objeto, o atendiendo algún proceso como la respiración, escucharse a sí mismo cantando en voz alta, o simplemente, repitiendo silenciosamente un poema, o una dirección que no se quiere olvidar.
En ese estado, cesan las percepciones y pensamientos activos de naturaleza analítica. La sensación dura pocos minutos, pero aparece como un fenómeno desligado del tiempo para el participante, quién después refieren sentirse renovado y mejor capacitado para experimentar la vida directamente.
Quizás usted dude de esos resultados, pero estudios de laboratorio realizados con personas durante el acto de meditación, demostraron que el ritmo metabólico se torna insólitamente bajo y, en consecuencia, el consumo de oxigeno, la eliminación de bióxido de carbono y el volumen de la respiración es reducido. Igualmente, el ritmo cardíaco disminuye y la producción de sustancias químicas en la sangre (lactato de sodio) muestra un marcado descenso.
Alcanzado ese estado, en la actividad eléctrica del cerebro predomina el ritmo “alfa”, indicador de máximo reposo, que además se relaciona con sentimientos de placidez, como si el cuerpo estuviera flotando en un ambiente de paz, descanso y comodidad.
Podemos concluir, que meditar es como “irse de la realidad”, concentrarse en encontrar significados a esos pequeños o grandes misterios cotidianos que nos da la vida. Ahora, con la seguridad de que es un proceso de la conciencia, que nos permite… ganar en salud.
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