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Divide y vencerás

15 de julio de 2014

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Pocas veces se ha visto confirmado en la realidad de manera tan evidente el viejo refrán imperial (Divide y vencerás) como en la actual situación que atraviesa la región del Medio Oriente en su conjunto y donde el gobierno de Israel -al menos por el momento-, aparece como el principal beneficiario.

La masacre contra la población civil palestina arrinconada y bloqueada en la llamada Franja de Gaza, que tiene lugar en estos momentos por parte del Ejército israelí, no es más que la culminación sangrienta y la consecuencia del proceso de deterioro que se ha acelerado en la zona a partir de la guerra de agresión desatada contra Siria y las múltiples contradicciones que ella ha generado.

Precisamente el conflicto sirio, alentado e impulsado por las llamadas “potencias occidentales” encabezadas por Estados Unidos y donde también se entremezclan monarquías petroleras árabes del Golfo, sirve de raíz a otras complicaciones posteriores como en la invasión del territorio vecino iraquí por parte del titulado “Ejército Islámico de Irak y el Levante” -aparentemente organizado para combatir en Siria-, cuyo origen verdadero, fuentes de financiamiento y componente aun no quedan claros y se basa sospechosamente en diferencias religiosas para obtener objetivos políticos, como es el desmembramiento de la nación iraquí.

En medio de las contradicciones interárabes no puede ignorarse la presencia del factor Kurdo. Los Kurdos forman actualmente un gobierno autónomo dentro del vasto territorio rico en petróleo al norte de Irak, pero reclaman la independencia absoluta del Kurdistán y se dice que sostienen relaciones discretas y reciben apoyo de Israel.

No olvidar que Estados Unidos prometió a los Kurdos la obtención de su independencia a cambio del apoyo que le brindaron a la intervención estadounidense contra Saddam Hussein y eso queda como asignatura pendiente.

Del lado palestino, y a pesar del reciente anuncio sobre la constitución de un gobierno de unidad nacional que incluyó a Hamas y Al Fatah (las dos principales organizaciones) y anunció la celebración de próximas elecciones internas, las reticencias subsisten y sobre ellas actúa insistentemente Israel, que ya había manifestado su no aceptación del citado gobierno unitario como paso previo a un eventual estado palestino.

En Egipto, el nuevo gobierno hace malabares y se debate en una difícil encrucijada al tener que conciliar sus posiciones internacionales en el área con el conflicto interno que mantiene con los Hermanos Musulmanes -puestos fuera de la ley-, cercanos al palestino Hamas.

Como se aprecia en apretada síntesis, el cuadro es extremadamente complejo y del mismo no pueden excluirse las influencias variadas y contrapuestas de potencias regionales emergentes como Irán y Turquía, integrante esta última de la peligrosa OTAN y mediadora habitualmente de las pretensiones imperialistas.

Por ahora, una conclusión a la que no es difícil arribar es que la entidad sionista aprovecha el momento de gran confusión, división y falta de solidaridad del mundo árabe para obtener ventajas.

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