Antonio Machín: El Rey del bolero (II)
13 de junio de 2014
|Discreto y modesto fue el comienzo del cantante cubano Antonio Machín en España. Sus primeras actuaciones fueron en el Shangai, por sólo 25 pesetas y muchas veces gratis, después pudo pasar al Casablanca donde cantó con una famosa orquesta de músicos catalanes “Las Miuras de Sobré”, con la que grabó sus primeros discos en España: “Moreno soy”, “Isabel” y “Divina.”
Su introducción en el mercado español fue lenta, pero segura.
Machín decide en 1946 separarse de Los Miuras… , luego de siete años de actuaciones, de nuevos discos y de giras por todo el país. Estaba seguro que era el momento para comenzar su camino de solista. Estaba en lo cierto.
Pero mientras otros cantantes se dedicaron a realizar giras en el exterior, él prefirió recorrer hasta las más discretas plazas de la península.
Su música invadió todo el país.
Y tanta fue la admiración que logró despertar en aquellas tierras que a su muerte, llegaron a circular allí pequeñas imágenes del artista con la leyenda de San Antonio Machín. Sea cierta o no esta historia, Machín fue para los españoles en aquellos años difíciles luego de la derrota de la República, uno de los artistas más queridos.
Se dice que sus melodías favorecían el goce estético y también, por qué no decirlo, el escape de una terrible realidad, con sus dos gardenias, sus angelitos negros, su manisero y hasta con su corazón loco, donde proclamaba la combinación del amor a la esposa y del amor prohibido…
“Había que tenerlos bien puestos para decir eso, entonces”, como aseguró un periodista español en ocasión del bautizo de una calle sevillana con el nombre de este representante de la cancionística cubana, conocido por sus seguidores como “Su majestad el bolero”, aunque también fue un excelente sonero.
Por cierto, la popularidad de Machín parecía haber llegado a la cumbre cuando estrena en el teatro Novedades, de Barcelona, en 1947 “Angelitos Negros”, de Andrés Eloy Blanco y Manuel Álvarez, Maciste, de la que se vendieron miles de discos y se interpretaron numerosas versiones por famosos vocalistas que convirtieron al cantante cubano en ídolo popular dentro y fuera de España, ganándose el sobrenombre de “El Divo de la Canción”.
Refiriéndose al bolero moruno “Angelitos negros” el propio cantor le dirá a un periodista: “Yo baso mis triunfos sobre dos buenos pilares: las letras de mis canciones y la forma como las digo. Todo el mundo las entiende y vibra con ellas. Un cura rural de la Argentina ha hecho pintar, en la iglesia, a unos ángeles morenos después de conocer Angelitos negros…”
Sin embargo, en 1949 Machín incorpora a su repertorio el bolero “Dos gardenias”, de su compatriota Isolina Carrillo, el que se convertirá desde entonces en su interpretación más emblemática.
Fueron muchas las canciones que alcanzaron la celebridad en la voz de Antonio Machín, quien interpretó con maestría la música popular de su época, entre la que se incluye un novedoso ritmo cubano bailable: el chachachá e incluso crea una orquesta llamada “Antonio Machín y la Orquesta Chachachá”, con la dio a conocer dentro y fuera de España la sabrosa melodía de Enrique Jorrín.
A Machín el éxito lo acompañó siempre. No sólo en su faceta como cantante. Fue además compositor, promotor de jóvenes figuras, presentador de programas televisivos y director de espectáculos de variedades.
Incursionó además en el cine con los filmes “La casa de la sonrisa”, “Fin de semana”, “De rosa al amarillo”, “La niña de luto” y “Canciones para después de la guerra”.
En 1958 visitó Cuba y su natal Saga la Grande para encontrarse con familiares y amigos. Departió con el público y sus coterráneos en el bar Bacardí, La Bodeguita del Medio y Los jardines de La Tropical. Se presentó en el canal de la televisión CMQ y en algunas emisoras de radio donde fueron aplaudidas sus más reconocidas canciones.
Su carrera artística no declinó en el ocaso de su vida. El longevo cantante continuó abarrotando importantes teatros, exclusivos cabarets, a la par que se presentaba en los más populares programas de radio y de televisión.
Entre 1969 y 1972 Machín fue galardonado con el Olé de la Canción, premio anual de un popular programa de la radio española.
En ese último año, durante la Feria Internacional de Muestras de Barcelona, coincidió en el Pabellón Cubano con el dúo Los Compadres y cantó junto a ellos, recordándoles a los periodistas su condición de cubano.
Casado con una sevillana, con la que tuvo su única hija, el Rey del Bolero se mantuvo activo hasta poco antes de su fallecimiento, ocurrido en Madrid, el 4 de agosto de 1977.
Cuentan que va siendo una tradición que los músicos cubanos interpreten sones y derramen aguardiente sobre la tumba de Antonio Machín, en el Cementerio de San Fernando, en Sevilla, en señal de criollísimo homenaje a este grande de la canción cubana.
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