Joe Dimaggio y el arte del béisbol
9 de mayo de 2014
|Nadie se atrevería a dejarlo fuera de una hipotética lista de los mejores peloteros de todos los tiempos, sin importar épocas, nacionalidades, ligas. Joe Dimaggio impuso récords fabulosos, lideró a su equipo en la conquista de nueve títulos en las Mayores, se unió al Ejército de su país durante la Segunda Guerra Mundial y estuvo casado con una de las actrices más sensuales del cine producido en Hollywood, Marilyn Monroe. Pocos han recibido tanta atención, dentro y fuera de los terrenos, como el Gran Joe.
Cuando se menciona el nombre de Joe Dimaggio quizás muchos, inmediatamente, lo asocian con dos hechos muy diferentes entre sí, pero que marcaron la vida de este brillante pelotero: su impresionante récord de 56 partidos consecutivos bateando de jit y la boda con Marilyn Monroe; no obstante, Dimaggio fue muchísimo más que esto.
El debut de Joe con los Yankees de Nueva York, el único equipo para el que jugó, ocurrió en 1936. Tenía solo 22 años y debió sentir una enorme presión al salir por primera vez a la grama del Yankee Stadium, como quinto bate, detrás del estelar Lou Gehring. El nerviosismo no duro mucho tiempo.
El chico sabía batear, tenía fuerza y sus 77 jonrones en los dos primeros años de carrera lo prueban; además, era un excelente defensor del jardín central. Si a esto se suma que jugaba para la selección más mediática de las Grandes Ligas, entonces resulta más fácil entender el rápido crecimiento de la fama de Dimaggio.
Su impacto en el equipo fue inmediato. Antes de su arribo a la Gran Manzana, los Yankees no habían ganado una Serie Mundial en 12 años. En las 13 campañas que Dimaggio llevó el popular traje blanco, con rayas negras, los llamados Mulos de Manhattan ganaron nueve títulos.
UNA MARCA PARA TODA LA VIDA
A pesar de su excelente promedio de por vida, 325, de sus 1537 carreras impulsadas y sus tres premios como Jugador más Valioso de la Liga, sobre Dimaggio los especialistas y fanáticos coinciden en resaltar, por encima de otros logros, la temporada mágica de 1941, en la que impuso la fabulosa marca de 56 partidos consecutivos bateando de jit.
El récord comenzó a mediados de mayo y al recordar algunas de las situaciones que se vivieron en la hazaña, entonces se puede comprender que Joe tuvo, además de su enorme habilidad, algo de suerte.
Uno de los momentos más complicados para Dimaggio fue el enfrentamiento contra uno de los equipos más débiles de la Liga, los Carmelitas de San Luis. Su racha se había mantenido por 37 partidos; pero faltó muy poco para que concluyera allí. En el duelo ante San Luis los innings pasaban y de seguro la ansiedad consumía a los fanáticos, porque su ídolo llevaba de 3-0. En el octavo inning, ya con un out y un hombre en circulación, Dimaggio se situó en el círculo de espera. No obstante, persistía el nerviosismo, porque un posible doble play evitaría que Joe llegara a la caja de bateo.
Todos lo sabían y por eso el bateador de los Yankees le pidió permiso al director para realizar un toque de sacrificio. La jugada funcionó y de esta manera Dimaggio, con dos outs, entró al cajón. Al primer lanzamiento disparó una larga e incapturable línea al jardín izquierdo que se convirtió en doble. No pocos respiraron aliviados, pues la cadena seguía viva.
La presión aumentaba para el jugador y, al mismo tiempo, los lanzadores se esmeraban más en impedir que Dimaggio les conectara. “Esforzarse” no siempre quiere decir que lo trabajaran con cuidado, sino que algunos, incluso, se negaron a lanzarle. Como no podían darle la base por bola intencional todo el tiempo, porque eso habría provocado protestas, entonces hacían lanzamientos muy malos.
Así sucedió con un pitcher de los Atléticos de Filadelfia quien había asegurado que él acabaría con el récord de Joe. Las cosas parecieron funcionarle bien al empedernido tirador, pues dominó en la primera oportunidad a Dimaggio y, en el segundo turno, hizo un lanzamiento afuera y contra el piso. Luego intentó realizar lo mismo, solo que esta vez Joe casi salió de la caja, le soltó el bate a la recta afuera y su línea pasó muy cerca de la anatomía del asustado pitcher, hasta el jardín central.
La marca de más partidos consecutivos con al menos un jit en las Mayores pertenecía a Wee Willie Keeler, quien en 1897 alcanzó los 44. Joe sobrepasó esa cifra el 2 de julio. Después de 56 desafíos y más de dos meses de tensión, finalmente Dimaggio tuvo una mala tarde en el estadio de Cleveland y no pudo aumentar su fantástico récord.
Después de ese día, el Gran Joe conectó imparables en los siguientes 17 juegos de los Yankees. Durante su racha los números del Yankee Clipper, como lo llamaban, fueron impresionantes: logró 91 hits, promedió para 408, impulsó 55 carreras y solo se ponchó en 5 ocasiones.
Sin dudas Joe Dimaggio ha sido uno de los peloteros más completos de todos los tiempos. Poco después de su retiro, el periódico The New York Times escribió que la combinación de destreza y gracia exquisita que él le aportó al arte del juego fue algo que ningún promedio del béisbol pudo medir y que debía ser visto para poder creerlo y apreciarlo.
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