Edificio de la calle Obispo No. 410, entre Aguacate y Compostela
18 de abril de 2014
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Antes: Comercio de plantas “Langwith”
Hoy: Perfumería “Langwith”.
Obispo es una de las calles más antiguas de La Habana Vieja, y corre desde la calle San Pedro, bordeando la Plaza de Armas, hasta la calle Monserrate; devino en verdadero corredor comercial desde el siglo XIX, que si bien, sujeto a las transformaciones del siglo XX por la adopción de nuevos códigos en la arquitectura, no perdió este carácter y sus vidrieras fueron exponentes de las ofertas de sus disímiles establecimientos. Tal fue el caso del inmueble señalado con el número 410 de esta calle, que cuenta con una extensa historia relacionada con la venta de plantas, flores y semillas.
Los datos más antiguos encontrados sobre este inmueble datan de febrero de 1797, cuando estaba construida de planta baja y cubierta de tejas. Cambió indistintamente de propietarios y a mediados del siglo XIX pertenecía al señor Carlos Kessell y Herrera, pasando el dominio del inmueble a la Sociedad de “Kessell y Hermanos” en 1876.
Dos años más tarde lo dieron en arrendamiento a la señora Agustina Díaz Pedregal, hija de Francisco Díaz Pedregal, quien había fundado en 1834 un establecimiento dedicado al comercio de semillas, plantas y flores: La casa de Pedregal, y si bien estuvo en distintas direcciones del mismo eje vial, se estableció después en esta casa.
En 1908 El inquilino era la sociedad “Alberto R. Langwith y Compañía”, constituida en 1907 y representada por Alberto Ricardo Langwith y Raymond. En 1914 por el mismo concepto de arrendamiento pasó al señor Alberto Ricardo Langwith y Raymond, en particular y no como miembro y representante de una sociedad, quien reedificó la casa arrendada. Después de su muerte en 1920, sus herederos mantuvieron este negocio. La Casa Langwith se mantuvo formando parte de esta Asociación hasta abril del año 1961, fecha en que se registra como una de las bajas entre los socios, probablemente porque sus propietarios abandonaron el país.
El paso del tiempo y el uso intensivo, incidieron en que el inmueble llegara a las últimas décadas del siglo XX en mal estado de conservación, aunque manteniendo intacta su imagen original. Por ello, en los años ‘90, la Oficina del Historiador de la Ciudad acometió su restauración, devolviendo al inmueble su esplendor de antaño. El edificio retomó su destino comercial como tienda de semillas de flores y plantas, pero debido a la escasez de suministros, muy pronto el uso del establecimiento fue modificado. De esta forma pasó a ser tienda de muebles y ferretería primero, luego salón de estética canina y felina, hasta la actualidad que desempeña como perfumería. No obstante los nuevos usos, la tienda ha conservado el nombre que la identificó durante la primera mitad del siglo XX.
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