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¿El más corrupto?

11 de febrero de 2014

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La lectura de organismos internacionales acerca de que Chad es el país más corrupto del mundo hay que ubicarla en un contexto donde empresas norteamericanas se establecen en ese país africano, emulan con las de los ex colonialistas franceses, y todos conspiran para eliminar la presencia de China en la explotación de los abundantes recursos energéticos.
La entrada de la multinacional estadounidense Exxon primero, con la Chevron a rastras después, no satisfizo a Francia, que considera a Chad como su neocolonia e impone apoyo militar y logístico para combatir a numerosos grupos armados de oposición, a lo largo de esta extensa nación de 1 284 000 kilómetros cuadrados y unos once millones de habitantes.
El presidente de Chad, Idriss Déby, trata al país con mano de hierro y no ofrece mucha esperanza a una nación considerada como la quinta más pobre del mundo, con el 80% de la población debajo de esa condición.
A ello se agrega que los constantes encuentros armados ahuyentan a los inversionistas extranjeros fuera de la rama energética, la única actualmente con alguna perspectiva.
RECUENTO HISTÓRICO
A principios del séptimo milenio antes de nuestra era numerosas poblaciones humanas arribaron al territorio chadiano. Para finales del primer milenio a.n.e. surgieron y desaparecieron varios estados e imperios en la zona central del país, todos ellos dedicados a controlar las rutas del comercio transahariano que cruzaban por la región.
En el siglo XIX, Francia conquistó este territorio y en 1920 lo incorporó al África Ecuatorial Francesa. En 1960, Chad obtuvo su independencia bajo el liderazgo de François Tombalbaye. En 1965, los levantamientos en contra de las políticas hacia los musulmanes del norte del país culminaron en una larga guerra civil. Así, en 1979 los rebeldes tomaron la capital y pusieron fin a la hegemonía de los cristianos del sur. Sin embargo, sus comandantes permanecieron en una lucha constante hasta que Hissène Habré se impuso ante sus rivales.
Habré consolidó su dictadura a través de un sistema lleno de corrupción y violencia; alrededor de 40 000 personas fueron asesinadas durante su mandato.
El presidente favoreció a su tribu de origen, los daza, y discriminó a los miembros de peor enemigo, los zaghawa. En 1990, su general, Idriss Déby, lo derrocó.
Recientemente, la crisis de Darfur en Sudán traspasó la frontera y desestabilizó al país, con cientos de miles de refugiados viviendo en campamentos al este del país.
Mientras existen varios partidos políticos activos, el poder recae firmemente en las manos del presidente Déby y su partido, el Movimiento Patriótico de Salvación, aunque Chad permanece plagado de violencia política y frecuentes intentos de golpe de Estado. Actualmente, en esta nación donde imperan la corrupción y la pobreza en una población de agricultores y ganaderos, donde la mitad de la población es analfabeta, el petróleo se ha convertido en la principal fuente de exportaciones para el país, sobrepasando la tradicional industria del algodón.
Por ella viven y mueren miles de chadianos, cuando no logran huir a tiempo de los combates desatados por los elementos mercenarios bajo contrato de las compañías extranjeras o por el ejército de la otrora metrópoli colonial.

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