EE.UU rebuzna; CELAC va por buen camino
2 de febrero de 2014
Rápido y furioso un vocero del Departamento de Estado fustigó a los países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños por la celebración en La Habana de su segunda cumbre.
“Estamos decepcionados que la CELAC, en su declaración final, traicionó la dedicación declarada de la región a los principios democráticos, al respaldar el sistema unipartidista en Cuba”, dijo el vocero.
Era la confirmación que faltaba de que la cita cubana de esa agrupación de todos los países del continente, excepto Estados Unidos y Canadá, fue un rotundo éxito.
También de que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe dio un paso seguro en La Habana en el camino de su consolidación como espacio para el diálogo y la concertación política, hacia la integración.
Fue a todas luces una reunión histórica que convirtió por unos días a la capital cubana en el epicentro de los sueños de Simón Bolívar, José Martí y otros próceres que soñaron con la unidad continental.
Lo decía la presidenta Cristina Fernández cuando comentaba que lo que no se consiguió en las propias luchas por la independencia se estaba convirtiendo en realidad con foros como el que reunió a 29 jefes de Estado y Gobierno de la región.
En su discurso ante el plenario, la mandataria argentina subrayaba que la sede de la II Cumbre no era cualquier cosa. Y tenía mucha razón.
La Cuba revolucionaria, la que fue expulsada de la Organización de Estados Americanos, invadida por Playa Girón y bloqueada por más de cinco décadas por Washington, recibía a los representantes de 33 naciones de la región.
Aquí estuvieron desde los presidentes de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, que encabezan procesos revolucionarios, hasta los mandatarios de Chile y Colombia, de diferente signo ideológico.
También los gobernantes de las pequeñas islas y naciones caribeñas, en calidad de iguales y con una mayor inserción durante la presidencia pro témpore que ejerció Cuba durante un año.
La Declaración de La Habana, avalada por todos, confirmó a este grupo regional como espacio de diálogo y concertación política, en el respeto a la diversidad y las diferencias ideológicas, de tamaño, potencial económico, etc.
Destaca el documento que CELAC hace posible la aspiración de trabajar juntos por el bienestar de nuestros pueblos; que permite, a su vez, una mejor inserción y la proyección de nuestra región en el ámbito internacional.
Apunta que desde la diversidad se impone identificar los desafíos y objetivos comunes y las convergencias que permitirán avanzar en el proceso de integración de nuestra región.
El texto de 83 párrafos refleja las principales tareas que encara la CELAC como mecanismo regional, en tanto aborda las problemáticas de la región en todo los ámbitos.
“Reiteramos que la unidad y la integración de nuestra región debe construirse gradualmente, con flexibilidad, con respeto al pluralismo, a la diversidad y al derecho soberano de cada uno de nuestros pueblos para escoger su forma de organización política y económica”, indica.
El bloque expresa el deseo de trabajar conjuntamente para superar los desafíos que presenta el actual escenario internacional, y a realizar esfuerzos para impulsar ritmos de crecimiento económico sostenido que propicien una equidad e inclusión social crecientes.
Quedó patentizado el rechazo a las listas y certificaciones unilaterales, en particular las referidas a terrorismo, narcotráfico, trata de personas y otras de similar carácter, entre ellas la que incluye a Cuba en la de Estados que promueven el terrorismo.
Otra vez los países latinoamericanos y caribeños patentizaron su rechazo al bloqueo económico, financiero y comercial que durante más de medio siglo Estados Unidos impone a Cuba en su afán por doblegar a su revolución.
En La Habana la CELAC se comprometió como Zona de Paz, donde no se utilizará la fuerza ni la amenaza de emplearla para resolver los diferendos.
También fue escenario para la comparecencia conjunta de los presidentes de Perú y Chile para dar por terminado el conflicto territorial entre ambos países, así como para alentar las conversaciones entre el gobierno colombiano y la insurgencia, en búsqueda de la paz.
Las puertas de la cumbre se cerraron aquí, pero se abrieron a la par nuevas sendas para andar con paso y voz propias, con el empeño de que, cuando se produzca la III Cumbre en San José, la CELAC se habrá confirmado, todavía más, como la voz de nuestros pueblos, por más que EE.UU. rebuzne.
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