Está por ver
24 de diciembre de 2013
|Cuando el presidente de México, Enrique Peña Nieto, explicó el porqué de la reforma energética y las ventajas que traería para todos los mexicanos, admiré realmente sus dotes de comunicador, la presunta transparencia de un hecho que puso al revés la única industria con apariencia nacional, y el llamado a la cooperación de todos los mexicanos.
Todos conocemos como la mayoría de la centroderecha y derecha en ambas cámaras del Congreso ahogó a la minoritaria bancada izquierdista, cuyo único recurso ha sido mantener las movilizaciones contra lo que califican de traición a la Patria.
El proyecto presentado inicialmente por el mandatario, con el cual alegó que el petróleo seguiría siendo controlado por México -que aprovecharía la iniciativa privada, nacional y extranjera, con el fin de modernizarlo en todos sus aspecto-, sufrió posteriormente una “flexibilización”, que es un mentís de lo anterior, porque es una genuflexión ante el dinero de los más poderosos, en este caso los monopolios norteamericanos.
Días antes de discutirse la reforma energética, numerosos senadores estadounidenses expresaron su preocupación ante la masiva protesta popular en contra de una medida promovida desde hace tiempo por Estados Unidos.
Tal es así, que el senador Richard Green Lugar, en su calidad de presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, ordenó en el 2012 una evaluación de la situación actual y perspectivas de la producción petrolera de México.
Miembros de su equipo viajaron en octubre de ese año a México, se entrevistaron con Enrique Peña Nieto y otros políticos, y formularon un documento que empezó a circular en enero del 2013, en el que señalaron textualmente que “la seguridad energética de Estados Unidos requiere una evaluación permanente de la situación de México”.
El senador aduce que México ha sido un proveedor importante, cercano y confiable, y ahora lleva ya casi 10 años con su producción y sus exportaciones en caída, y “si no reforma esta situación, Estados Unidos no puede confiar en que los actuales niveles de exportación se sostengan”
Aún más, asegura que sin reforma México dejará de exportar en esta década, lo cual se deduce sus tres únicos propósitos: 1) elevar la producción de hidrocarburos; 2) mantener los ingresos de dólares para el gobierno de México; y 3) contribuir a la seguridad energética de Estados Unidos.
Por supuesto que al erario mexicano debe entrar una buena cantidad de petrodólares, por lo cual hay que vigilar la distribución de esta riqueza en una nación perneada por la corrupción; pero nada de bajar la tasa de desempleo, porque a Estados Unidos no le interesa construir refinerías en el antiguo territorio de los aztecas, lo cual representaría que miles de norteamericanos perdieran empleos de calidad en las que tiene en la costa del Golfo de México.
En este contexto, es fácil suponer que la única solución promovida por Estados Unidos es la asociación de México con las grandes empresas internacionales, principalmente norteamericana, ya sea individualmente o en parentela con Petróleos Mexicanos.
Para ello se acaba de cambiar la Constitución mexicana, a fin de convencer a los monopolios a invertir y aportar su experiencia. Para lograrlo, Pemex debe permitirles que incluyan las reservas –que esas trasnacionales descubran– como propias, aunque no significa la desaparición del violado ente nacional, que puede concentrarse en tierra y aguas poco profundas.
Abierto el camino con la aprobación de la reforma energética por un Congreso de mayoría derechista y sin que se escuche el reclamo de la izquierda de una consulta popular, reitero una cita aparecida en el portal Cubasí, de Ricardo Monreal, coordinador de los diputados de Movimiento Ciudadano, quien anunció que se improvisaría un termo como “cápsula del tiempo” para meter en él la promesa que algunos hicieron de que habría gasolina, gas y luz más baratos, así como el nombre de todos los legisladores locales y federales que aprobaron la reforma energética, y la mandará a París, Francia, y se colocará a un lado de la tumba de Porfirio Díaz. Y explicó:
“Esta cápsula será repatriada en junio del 2018, un mes antes de las elecciones de ese año, en el que habrá de estrenarse la reelección legislativa (…) le vamos a solicitar a los mexicanos un juicio histórico de lo que hoy se está aprobando, para que los mexicanos recuerden quién los traicionó”.
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