Antiguo Edificio Loriente Hermanos
19 de diciembre de 2013
|“El capital extranjero y el capital nacional ante la perspectiva de garantías y protección que les ofrece la República, se lanzan a empresas que espolean al Pegaso del adelanto y llenan La Habana de algo asombroso, de algo maravilloso que la ha convertido en un emporio de riqueza y de cultura: bancos, establecimientos mercantiles, empresas colosales y edificios gigantescos”. Así describía la capital en las primeras décadas del siglo XX, un articulista que divisó con admiración la transformación de La Habana, cuyo florecimiento económico tuvo su impacto en la arquitectura.
Las céntricas calles de la vieja ciudad asistieron entonces a un cambio radical de su imagen colonial. Los aires de modernidad del nuevo siglo, alcanzaron las construcciones que se erigieron para acoger los disímiles servicios surgidos con el avance de los nuevos negocios.
Una de estas imponentes construcciones es la que hoy ocupa el hotel Raquel, antigua propiedad de la sociedad Loriente Hermanos. Importadora de tejidos, fue una de las pioneras en fabricar su propia sede en la calle Amargura, luego que la firma H. Upmann construyera su casa bancaria, en 1903, en la intersección con Mercaderes. En la cuadra siguiente, haciendo esquina con San Ignacio, esta empresa mercantil, construyó entre 1905 y 1908, un edificio con tres pisos y sótano, utilizando este último como almacén y el resto a sus propias oficinas y otros para arrendar.
Según investigación de Rosalía Oliva, la firma se creó en 1871, sufrió varios cambios de nombres, hasta que en 1908, los hermanos Loriente aceptaron como comanditario al señor Manuel Campos y Prompin, por lo que en lo sucesivo giraron bajo la razón social de Loriente Hermanos, Sociedad en Comandita.
La historiadora mencionada afirma que el edificio fue construido en los terrenos que anteriormente ocupaban las casas Amargura 11, antes 8, y San Ignacio 58, antes 89. La primera era una casa de tapias, rafas y tejas, con la tienda accesoria en su alto que, en 1891, fue comprada por los hermanos Vicente y Francisco Loriente y Acevedo. La otra casa, que fue en una época propiedad de la Marquesa de Villalba, era de mampostería y tejas, y fue adquirida por la compañía en 1901.
El proyectista y ejecutor fue el maestro de obras venezolano Paulino Naranjo Ferrer, cuyo nombre figura en lo alto de su frontis. El inmueble, ejecutado en 26 meses, se fabricó en hormigón armado en tanto la fachada se hizo de cantería y las balaustradas de cemento armado. Alcanzó una altura de 14.51 metros sobre la calle, más 3 metros del puntal del sótano, por lo que se consideraba para la época un edificio alto. La planta se desarrollaba alrededor de un patio central que en los bajos conformaba un gran salón cubierto con un techo ricamente decorado, mientras se mantenía abierto en los niveles superiores hasta 1909, en que se cerró el último piso con un lucernario.
El chaflán fue el recurso arquitectónico para enlazar las calles Amargura y San Ignacio, y justo en este ángulo, se situó la entrada principal del edificio. Sobre el chaflán se construyó un mirador en cemento armado del sistema Monnier, el cual fue recubierto con lozas de cerámica de colores.
Los elementos representativos del eclecticismo distinguen su imagen exterior con predominio de las formas neobarrocas. Con una decoración profusa, su fachada fue trabajada con excelente manufactura y esmero al combinar las diferentes piezas ornamentales. Su interior, recibió un tratamiento decorativo más propio de una vivienda que de un almacén o inmobiliaria, por el uso de materiales nobles como el mármol para pisos y escaleras, la escayola para las columnas que, por su número y distribución, embellecen, el salón en planta baja, cual sala hipóstila.
Oliva cita en su trabajo sobre el hotel Raquel, publicado en el Boletín Nº 6 del Gabinete de Arqueología, la descripción que del edificio se hace en Impresiones de la República de Cuba en el siglo XX, lo que da una idea del volumen de productos que despachaba entonces la firma Loriente Hermanos: “El almacén situado en el sótano, mide una capacidad de 2 000 metros cúbicos y tiene un tranvía para facilitar el manejo de mercancías. Un ascensor eléctrico y una magnífica escalera de mármol dan acceso a los pisos superiores del edificio, donde hay varias oficinas arrendadas. La Cámara de Comercio de la Habana está instalada en el piso del centro, con un gabinete de lectura y una biblioteca…Sus dependencias alumbradas por electricidad”.
Este es, precisamente, otro dato significativo que aporta la publicación, es decir, el que el edificio fuese la sede de la Cámara de Comercio de la República de Cuba, como se llamaría después, instalada aproximadamente desde los años diez.
A partir de la información obtenida en el Registro de la Propiedad, la investigadora referida, apunta que en 1916 la Sociedad Loriente Hermanos vendió el edificio a la Compañía Cubana de Accidentes, y en 1927, es adquirida en pública subasta por Esteban Gacicedo y Torriente, español, hacendado residente en Cienfuegos, cuya familia, después de su muerte, fundó la Compañía de Fincas Rústicas y Urbanas, que se adjudicó la propiedad y a su vez la vendieron, en 1954, a la Cámara de Comercio de la República de Cuba. Esta institución ocupó el inmueble hasta 1963 en que fue disuelta.
También radicaron aquí el Retiro Marítimo, desaparecido en 1959, y otras firmas comerciales, como casas importadoras de diferentes géneros, agentes de aduana, bufetes, entre otros.
A partir de 1963, y hasta el 1968, lo ocupó el Instituto Nacional de la Pesca. Luego pasó a ser parte de la Empresa Acopio y Beneficio de Cuba-Tabaco y más tarde Centro de Diseño de Envases y Divulgación del MINAL., con viviendas en la azotea.
Desde el 2003 funciona como el hotel Raquel, perteneciente a la Compañía Habaguanex, S.A.
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