El mundo musical de Carpentier
6 de diciembre de 2013
|Cuando un año está llegando a su fin, siempre hago un recuento sobre cuanto he hecho y cuánto me falta por hacer; reviso bibliografía que me aporte algo nuevo o me sugiera re-analizar conceptos archivados en la memoria… Y haciendo honor a este hábito, por estos días retomé el libro Letra y Solfa. Variaciones, de Alejo Carpentier y comprobé que en él había capítulos que tal vez escaparon a mi lectura anterior y que hoy compartiré con usted.
Carpentier fue un excelente cronista y muchos de sus trabajos se publicaron en el diario venezolano “El Nacional” entre 1951 y 1961, durante su estancia en Caracas, recogidos en el volumen mencionado. Los temas que aborda son diversos, y aunque muy pocos tienen relación directa con la música, su autor no puede escapar del subconsciente donde siempre están presentes.
Empezaré por la crónica titulada: “Difícil definición del snob”, donde Carpentier comienza diciendo: “Pocos términos son tan usados, en nuestros días, como el de snob /…/ Y cuando queremos rebatir la opinión de alguien que critica duramente la obra de un pintor muy estimado en París o en Londres, podemos estar seguros de la respuesta: el interlocutor, acorralado, nos dirá que tal éxito se debe a una cuestión de snobismo, de valoración forzada, pasajera, sin proyección futura. /…/ ¿Existe un concepto claro al respecto? /…/ la palabra parece haber tenido distintas aplicaciones, desde su oscuro nacimiento, en algún tránsito del siglo pasado”
Y luego de mencionar distintas opiniones sobre la definición del término snob, el autor de El siglo de las luces vincula la música, indirectamente, a esta crónica cuando dice: “Pero queda un hecho cierto, al margen de todas las definiciones y ensayos de ubicación: si los snob fueron los primeros en aplaudir La consagración de la Primavera de Stravinski; si fueron los primeros en defender a Wagner en el siglo pasado /…/¡Vivan los snob!”
Ahora compartiré con usted una crónica de Carpentier donde aborda la música de manera directa, al ofrecer su valoración sobre Rita Montaner, años después de haber escrito la primera crítica que recibiera esta gran interprete cubana.
“Había abandonado sus aspiraciones primeras, renunciando al concierto y la ópera para poner su auténtico talento al servicio de la música popular de Cuba. Dotada de un sentido rítmico fenomenal; manejándose con garbo y soltura; sabiendo hasta dónde podía valerse de los recursos adquiridos con los estudios de canto, Rita Montaner, capaz de solfear como pocos, tenía un instinto particular para estar dentro y fuera de la música interpretada, añadiendo de lo suyo a cualquier melodía –como hacen los músicos de jazz- aunque estando siempre en hora de verdad, en cuanto a la partitura misma se refiriera. Gilberto Valdés encontró en ella la voz ideal para la interpretación de sus pequeñas páginas afrocubanas que, dentro de su brevedad, eran perfectos logros. Y si lo afrocubano había sido muy mal visto, hasta entonces, por ciertos músicos empeñados en negar valor a esa aportación folclórica, Rita Montaner contribuyó, en mucho, a destruir el absurdo prejuicio. /…/ En épocas de tensión política, todo el público estaba atento a las copas que cantaba “La Chismosa”, personaje de su creación. Y, a medida que pasaban los años, su voz adquiría en elocuencia, en poder de expresión, lo que el tiempo le restaba en frescor. /…/ Volviendo a la partitura seria, Rita se dio a interpretar una ópera de Gian Carlo Menotti con tal dominio de sus medios, con tanta autoridad y fuerza dramática, que el acontecimiento tuvo, para muchos, el valor de una revelación tardía.”
Sobre esta crónica de Carpentier, obsérvese que no ofrece una biografía artística de Rita, sino una valoración de su manera de interpretar tanto el repertorio popular como el académico. En ella también elogia la creación de Gilberto Valdés de quien apenas se habla hoy. Y hay algo muy importante que no puedo dejar de mencionar: la utilización de la expresión “música seria”para referirse a la que no es popular. Pero no se trata de que Carpentier discriminara la música popular, sino que esa era una de las formas utilizadas en su época, para referirse a la música académica, lo mismo que “música culta”, tema polémico sobre el cual tal vez algún día realice un comentario.
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