Un suceso trágico de nuestra historia

27 de noviembre de 2013

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Maydelis Gómez Samón

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27 de noviembre, estudiantes de medicina, Eusebio Leal

Foto: Alexis Rodríguez

“Hoy es un día para bajar la cabeza en el lugar que se convirtió por Cuba en un altar de sangre y recordar a los que sufrieron con dignidad aquel martirio que ennoblece la profesión médica, la condición estudiantil y la condición cubana”, expresó el Historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler durante el acto en conmemoración a los ocho estudiantes de medicina, asesinados un un 27 de noviembre, hace 142 años.

Los estudiantes fueron acusados injustamente de profanar el sepulcro del periodista Gonzalo de Castañón. Se rememora también la actitud del capitán español Nicolás Estévanez que protestó enérgicamente al sentir las descargas de las ejecuciones, y del capitán Federico Capdevila, que reclamó respeto a la verdad y a la ley.

 

Como ya es tradición estudiantes de medicina, miembros de la Sociedad Canaria, Leonor Pérez Cabrera y trabajadores del Centro Histórico de La Habana, se reunieron en el portal del hotel Inglaterra, conocido como la Acera del Louvre, para recordar aquel fatídico acontecimiento.

 

Este suceso, según el Historiador, fue uno de los momentos más trágicos de nuestra historia. Los ocho estudiantes de medicina fueron víctimas del odio español que desde 1868 vivió la Isla. “1871 fue un año devastador, ya se sabía que no había posibilidad alguna de refugiarse en un espacio de neutralidad. El Capitán General Conde de Valmaseda había dicho en ese año en una reunión de notables cubanos el que no está conmigo está contra mí. Era una línea divisoria”, explicó Leal.

 

Como ya es conocido este hecho fue un escarmiento que intentó dar el decadente colonialismo español, ante el desarrollo insurreccional. Se quería desatar el terror y demostrar así la medida de los extremos a que podía llegar un sistema agonizante.

 

Sobre este gris suceso el Apóstol, José Martí escribió el hermoso poema: “A mis hermanos muertos el 27 de noviembre”. Y precisamente esos versos: “Cuando se muere/ En brazos de la patria agradecida,/ La muerte acaba, la prisión se rompe;/¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!” fueron recitados durante la marcha que protagonizaron miles de estudiantes hasta el monumento que recuerda el lugar donde fueron fusilados los ocho jóvenes.