Entre lobos anda el juego
18 de noviembre de 2013
|La decisión de la Comisión Europea (Unión Europea) de someter a estudio los balances alemanes “preocupados por el posible desequilibrio que puede generar el superávit comercial en sus socios europeos” ha causado una mezcla de indignación y extrañeza en los círculos económicos y políticos de la “locomotora económica europea”, que ha visto confirmada en los hechos una amenaza que pendía sobre su cabeza desde hace varios años, cuando la actual presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde -entonces ministra francesa de finanzas-, reclamó tal revisión.
No caben dudas de que la anunciada decisión de la Comisión Europea no tiene precedentes en el seno de ese bloque y llama la atención que tal preocupación llegue en los momentos mismos de la profunda crisis económica y social europea, la cual Alemania parece hacer enfrentado con un mínimo de consecuencias negativas si la comparamos con otras víctimas europeas como Grecia, España, Portugal, Chipre, Irlanda, Francia e Italia, que en mayor o menor medida han recibido los impactos de la debacle.
Al iniciar la investigación contra las exportaciones alemanas, el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, afirmó que este país pudiera recibir una elevada multa de miles de millones de euros si se determina finalmente que violó las reglas vigentes en la Unión Europea. Durao acusó a Alemania -aún sin haber concluido la investigació-, de violar algunas de esas medidas creando un enorme superávit en la balanza de pagos, haciendo perder mercados y aumentando las deudas de otros países europeos.
En Berlín, donde los dos principales partidos políticos negocian en estos momentos la formación de un “gobierno de unidad”, tanto los demócrata cristianos (CDU) como los social demócratas (SPD) han rechazado las acusaciones de la Comisión Europea, estimándolas injustas y arbitrarias.
El presidente del banco central alemán, Jens Weidmann, aclaró que la mayor parte de las exportaciones alemanas se dirigen actualmente a países no europeos, aunque ratificó que la respuesta al superávit comercial del país no puede lograrse rebajando la competitividad de las empresas alemanas.
Por su parte, el presidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, dijo estar convencido de que “debilitar al más fuerte no fortalece al más débil”, con lo cual deslizó una opinión crítica a la requisitoria antialemana de la UE.
Las discrepancias entre los países de la Unión Europea se han incrementado y estas acusaciones contra Alemania son parte del “juego entre lobos”, inevitable en esta época de profunda e imprevisible crisis, cuyo final aún nadie se atreve a pronosticar. Convertir así a Alemania en chivo expiatorio de las consecuencias de la catástrofe europea puede avenirse a los planes de otros “lobos” que también buscan su tajada de explotación y saqueo en medio del afán capitalista de ganancias sin límites, aún a pesar de la crisis actual.
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