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Corea, casi otra vez

15 de noviembre de 2013

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Si el mundo estuvo al borde de la Tercera Guerra Mundial, cuando la denominada Crisis de los Cohetes en 1962, y en igual situación este año, por la amenaza de agresión directa de Estados Unidos a Siria, el 2013 tuvo la particularidad del agravamiento de la situación en la península de Corea, con el probable caos bélico a nivel regional y su derivación al resto del mundo.
Como en las situaciones anteriores, Estados Unidos llevó la voz cantante en todo este deterioro, por su inconfeso, pero planificado deseo de seguir estrechando el cerco a China y Rusia, sus objetivos principales.
Tal es así que investigadores occidentales nada sospechosos de simpatizar con Pyongyang, como Xavier Boltaina, del Centro de Investigaciones Coreanas de la Universidad Complutense de Madrid, afirmaron que “Corea del Norte, en realidad, no es una amenaza para Estados Unidos, y el verdadero motivo del despliegue militar de EE.UU. se debe a que la zona de China, Japón, Corea del Sur, Corea del Norte, y la Federación Rusa es una región emergente económicamente, y los estadounidenses usan como excusa a Corea del Norte para defender sus propios intereses, ya que tienen miedo de perder su protagonismo en la región.
A esto se suma la declaración de la ex agente del MI5 británico Annie Machon, quien declaró que es poco probable que “Irán y Corea del Norte sean amenazas reales para EE. UU. y que el despliegue militar del país norteamericano se debe a que el verdadero objetivo de Washington es el control de los recursos naturales del Ártico.”
Por otro lado, el delegado norcoreano y único representante occidental de Corea del Norte, Alejandro Cao de Benós de Les y Pérez, dijo en una entrevista a la cadena Russia Today que cualquier provocación por Washington será el disparador para una guerra total, aunque su país desea la paz, pero no se arrodillará ante EE.UU. para conseguirla.
Quizás como hecho curioso, se inscriben las dos visitas del estelar jugador de baloncesto norteamericano Dennis Rodman este año a Pyongyang,-la primera con los famosos Trotamundos-, donde expresó sus simpatías y celebró su amistad con el joven dirigente norcoreano Kim Jong Um, de quien dijo que no deseaba la guerra con Estados Unidos.

DISUASIÓN ANTE EL CHANTAJE

La secuencia de los hechos que agravaron este año la situación en esa parte del planeta, tiene su punto de inicio en diciembre del 2012, cuando la República Popular Democrática de Corea lanzó exitosamente el satélite Kwangmyongsong, en ocasión del centenario del natalicio del fallecido dirigente Kim Il Sung, demostrando un gran avance científico y desatando todo un andamiaje propagandístico en la prensa occidental sobre el hecho.
Estados Unidos logró que el Consejo de Seguridad sancionara a la nación asiática, a pesar de que el gobierno norcoreano aseguró que el lanzamiento fue única y exclusivamente para poner un satélite en órbita, negando que se tratara de una prueba bélica, e incluso el 22 de enero lo había registrado ante las Naciones Unidas, indicando que se trataba de un artefacto de observación de la Tierra destinado a vigilar los cultivos, los recursos forestales y los desastres naturales, y que tiene un periodo orbital de 95 minutos 25 segundos.
Pero el Pentágono hizo caso omiso de esto, y auspició sucesivas y cada  vez mayores maniobras militares conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur, muy próximas a las costas septentrionales y con fines totalmente ofensivos, con submarinos, destructores y bombarderos nucleares.
La respuesta  de la RPDC no se hizo esperar, cuando en marzo hizo detonar subterráneamente su mayor artefacto nuclear, sancionado nuevamente por el Consejo de Seguridad.
El Norte ya había anulado el armisticio que mantenía con el Sur y cortó las líneas de comunicación directas con su vecino.
El 29 de marzo, dos bombarderos B-2A estadounidenses con capacidad nuclear lanzaron proyectiles frente al mar de Corea, lo que fue considerado por Pyongyang como el inicio de la guerra contra su nación, y al día siguiente anunció su entrada en “estado de guerra”.
Toda esta parafernalia bélica sirvió para que Estados Unidos incrementara su poder armamentístico, que incluyó el lanzamiento de un misil balístico intercontinental por la Marina.
Antes de la crisis, Estados Unidos ya tenía un total de 30 sistemas antimisiles en Alaska y Florida, y el 1 de marzo el gobierno de Obama anunció que se instalarían 14 más en el primero de esos estados, acorde a las declaraciones del Pentágono donde se anunció que ello se debe “a que el ejército de Corea del Norte estaría progresando más rápido de lo esperado”.
Los meses posteriores hicieron llegar una especie de distensión con acercamiento entre las dos partes de Corea para reanudar contactos anteriores.
En todo esto ha prevalecido la actitud norcoreana de no dejarse chantajear, ni desarmarse y emplear el arma nuclear como disuasión, porque, afirma, de no poseerla, Corea Democrática sería invadida como Iraq, Afganistán y Libia.
Cierto que los hombres de paz no deben estar de acuerdo con la proliferación de armas nucleares, pero en un mundo donde aun prevalece la política norteamericana de hacer lo que le venga en ganas, por ser todavía la mayor potencia militar y económica, hay que pensar que para que se llegue a desnuclearizar la península coreana, debe hacerse en el resto del mundo.

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