Korimakao o la vocación de servicio

14 de noviembre de 2013

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Estrella Díaz

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Ciénaga de Zapata, Korimakao, Teatro

 

Fotos cortesía: Ingrid Arcos

 

Hace 21 años se asienta en Pálpite, poblado de la Ciénaga de Zapata, el municipio más grande de Cuba y, a la vez, el menos poblado (6 habitantes por kilómetro cuadrado) el Conjunto Artístico Comunitario Korimakao que a golpe de esfuerzo diario ha intentado —y con mucho lo ha logrado—, convertirse en una opción cultural obligatoria para los habitantes de esa ruda zona.
La idea de Korimakao surgió en 1992 por decisión del ya fallecido Comandante Faustino Pérez —a cargo de implementar planes de desarrollo estratégicos en la región— quien se trazó como objetivo crear un necesario movimiento artístico en la zona. Para este fin pidió colaboración al destacado actor Manuel Porto quien, dispuesto, puso manos a la obra. Así nace Korimakao.

Hoy el Conjunto cuenta con un  grupo de danza (15 bailarines, 2 coreógrafos y un especialista principal de danza), una orquesta (18 músicos, un director de orquesta, un director de coro y un especialista principal de música), un departamento de artes plásticas (5 jóvenes egresados de la Escuela de Instructores de Arte de Matanzas y de la Academia José Joaquín Tejada, de Santiago de Cuba, carpinteros y escenógrafos), un departamento de  diseño (que incluye vestuaristas, diseñadores de muñecos, costureras y maquillistas), un departamento de teatro (11 actores, 3 directores de teatro y 1 especialista principal) y otro de audiovisuales. En total Korimakao tiene una plantilla de 180 personas, 120 dedicadas al trabajo artístico y 60 de apoyo y servicios.
En una reciente visita al Conjunto, Yander Roche, actual director artístico general, comentó a Habana Radio que el “gran sueño” es fundar el Primer Centro Internacional de Arte Comunitario porque —dice—“este lugar tan espacioso se construyó pensando en ese concepto”, idea que no se ha podido materializar.

“Mantener un conjunto artístico de las dimensiones de Korimakao  y con la calidad que exigimos es imposible solamente apoyándonos en el talento local. Hace varios años se comenzó a convocar a jóvenes de toda la Isla y esa estrategia nos ha servido para suplir y ampliar todas nuestras manifestaciones artísticas y también trabajar con personas con talentos diversos y tener la opción escoger. Pero, continúa siendo prioritario para nosotros la posibilidad no solo que personas trabajen con nosotros en los elencos artísticos sino que también sus problemáticas y sus intereses estén, de alguna manera, reflejadas en las obras que hacemos.
¿Cuáles son los requisitos para integrar Korimakao?
“Hay dos requisitos fundamentales: ser mayor de edad y tener talento artístico. Además hemos realizado una labor con personas que han presentado problemas sociales o que han cumplido condenas; para nosotros eso no es un obstáculo. Todo lo contrario. Como  muchas veces ha dicho Porto, preferimos mejores seres humanos que artistas. Y es que este trabajo requiere de entrega, de vocación, de talento, pero también actitudes de servicio.

 

Korimakao continúa teniendo una esencia marcadamente comunitaria ¿en la práctica como se materializa?
“Funcionamos como una comunidad dentro de la propia comunidad de la Ciénaga, y nos centramos en el trabajo de experimentación y de buscar nuevas maneras, nuevas formas de combinar para encontrar una mayor cercanía, un diálogo con las comunidades. Pero, a la vez que ese diálogo no nos disminuya la posibilidad de intercambiar con otros públicos del resto del país o de otras partes del mundo. Para alcanzar ese objetivo trabajamos durante muchas horas del día y con total libertad. Esa es una de las características de este lugar: puedes encontrar en la medianoche a un grupo de músicos trabajando, a un bailarín ensayando o a un actor aprendiéndose un guión.

Korimakao, creo, navega entre dos aguas: para los profesionales no son profesionales y para los aficionados tampoco lo son…
“Es muy difícil el tema de las categorías que, usualmente, están creadas para excluir, pero Korimakao es un grupo de inclusión. Tenemos una labor demostrada y hecha; somos un lugar atípico, entre otras cosas, porque trabajamos en un 90 por ciento con jóvenes que no han tenido la oportunidad de cursar una escuela de arte, que no han tenido la ocasión de profesionalizarse artísticamente, sin embargo, poseen un talento extraordinario. A este lugar pueden ingresar sin ser graduados de una academia y aquí tienen todas las herramientas para formarse y desarrollar habilidades y destrezas. En Korimakao se logra conformar un producto artístico de alto nivel y, al mismo tiempo, se percibe un salario por hacer esa labor. O sea, no son aficionados porque no desarrollan un trabajo gratuito y además la exigencia es de profesionales, sin embargo no entran en los sistemas de profesionalización creados en nuestro país. Somos Korimakao y continuaremos defendiendo con resultados lo que hacemos en  espera de que las condiciones que se están dando en el país para legitimar nuestro trabajo, que es único y atípico.
¿Cuál es, entonces, la mística de Korimakao?
“La gente llega al conjunto con objetivos diversos, pero sobre todo buscando un espacio para ser ellos mismos. Aquí han venido personas que han sido marginadas y vienen detrás de un sueño, un refugio, un espacio que les pueda propiciar lo que desean hacer. Eso es lo que nos distingue y es parte de la mística que se respira. Existe un gran respeto al otro, a la diversidad y al derecho de todo ser humano a ser quien es”.