Óleo para la niña de la muñeca de palo
1 de noviembre de 2013
| |Paula María, así se llamaba aquella niña que fue retratada junto a su muñeca de palo por Alberto Korda. Fue allá en Sumidero, Minas de Matahambre, Pinar del Río; corría el año 1959. Hasta ese pequeño pueblo de tabaqueros llegó el fotógrafo, que por aquel entonces era publicista de la Fábrica Sabatés. Iba buscando otras cosas pero con la mirada siempre curiosa de un artista, descubrió a esta pequeña y le hizo la foto. Dicen que luego dijo en varias ocasiones que esta imagen le cambió la vida, le hizo comprender que debía defender con su obra los ideales de la Revolución.
Muchos años después otro artista llegó a Sumidero, iba en busca de nuevos paisajes cubanos. Y también, por casualidad, llegó a la casa de Paula María; sin embargo, no la encontró a ella. Allí estaban su familia, su muñeca de palo, el árbol que plantó cuando solo tenía tres años y su recuerdo. Entonces Carlos Manuel Castillo quiso regalarle un óleo.
Le contaron que murió a los 22 años, en 1979, y que se hizo enfermera, que se había casado, que había cumplido algunos de sus sueños. No encontró pobreza, pero sí una linda y triste historia que contar; por eso se propuso revivir a Paula con sus lienzos y pinceles.
Así nos devuelve, reinterpretada, aquella fotografía de Korda y otra en la que aparece la niña junto a su hermana Aracelys. Ambas se exponen desde este 1ro de noviembre en la Galería Carmen Montilla del Centro histórico habanero, junto a reproducciones de las imágenes originales y paisajes del camino que lo llevó hasta Sumidero.
“No sólo son diferentes por haber sido realizadas sobre lienzo, también intenté enriquecerlas con el imaginario de aquel lugar y de la vida de estas personas, cuya historia ya siento como mía. Te invitan desde que llegas a sentarte en un taburete, en él descansas y te conmueves y lloras, y desde esa misma posición miras las vegas de tabaco que están por todos lados. Desde que los conocí, creí necesario incluir estos elementos en mis recreaciones, para rodearlas de ese halo mágico que allí se respira”, comentó el artista a Habana Radio.
Como expresara el Doctor Eusebio Leal, Historiador de La Habana, durante la inauguración de la muestra, Carlos Manuel “rescata un suceso importante de la plástica cubana: las instantáneas tomadas por el amigo Korda a una niña cuando era infinita la orfandad de los campos cubanos, en esa inicial etapa de la Revolución. Hoy no solo podemos tener mágicamente entre nuestras manos la muñeca de la niña de vida efímera, sino también rendir homenaje al gran fotógrafo que fue Korda. Sus imágenes siempre están presentes en el quehacer artístico cubano”.
Hasta La Habana Vieja llegaron no solo los nuevos cuadros sino también la familia de Paula y su muñeca Nené. Aracelys Seijo, la hermana, recuerda aquellos tiempos en que su padre el Día de los Reyes Magos les ponía un paquetico de caramelos en el zapato a cada hijo: “no tenía para más, éramos cuatro hermanos y la vida era muy dura”. Fue por esa fecha que Korda los conoció. Sin embargo, a los diez años regresó y todo había cambiado: “Nuestra casa estaba llena de juguetes, vestíamos uniformes escolares y éramos niños felices. Él escribió un artículo para el periódico Granma y después de eso muchos otros periodistas nos visitaron”.
Cuenta también que Paula María siempre se sintió orgullosa de que su foto hubiese sido tan famosa pero era una muchacha muy sencilla y lo que hizo fue conservar la muñeca para siempre, incluso, “el día de su boda le enganchó un lacito y se retrató con ella”. Dice también que después de su muerte, la ha conservado como el recuerdo más lindo de su hermana.
Fue a causa de la leucemia y su partida le rompió el corazón a todos porque era la alegría de la casa, “la mariposita” que revoloteaba todo el tiempo, “la enfermera tierna con la que todos los niños querían inyectarse”. Por eso su padre Nicolás, un tabaquero vanguardia que ganó un televisor y un carro por su dedicación al trabajo en el campo, comienza a hablar y se le corta la voz. Es cierto que tiene más de 80 años, pero no es solo por la edad. Se siente “agradecido” con Korda y con Carlos Manuel “por todo lo que han hecho” pero “triste” porque la perdió a ella, a la “muchachita”.
Y este sólo ha sido un primer paso, pues muy pronto podremos disfrutar de las recreaciones en lienzos de otras imágenes hechas a Paulita. “Quiero seguir contando su vida con mi obra. Ese es el camino que voy a seguir en lo adelante. Voy tras las historias escondidas en las fotografías de Alberto Korda”, confesó Carlos Manuel Castillo.
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Excelente crónica, sensible, tierna e informativa apoyada también de forma excelente por el material fotográfico. Felicidades colegas