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Lo que nos queda por vivir

3 de octubre de 2013

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Un pensamiento que a veces “revoletea” en la mente de los seres humanos, es la gran incógnita  que constituye  no saber  cuántos años vivirán. Aunque la mayoría tiende a preferir el desconocimiento por el horror que implica esa “fecha de vencimiento”,  otros argumentan la conveniencia de saber, para preparar condiciones elementales cuando hay por medios hijos pequeños o adolescentes, u otros familiares dependientes.
No caben dudas que respecto a ese tipo de “ignorancia”, el no saber, facilita una mejor calidad de vida, al no tener sobre las cabezas esa constante Espada de Damocles.
No obstante, según como van las cosas, el avance indetenible de la ciencia se acerca a ese objetivo, justificado incluso por beneficios –que no cuestionamos- en aras de la salud.
Puede que los escépticos se burlen de esas predicciones, pero fueron escépticos también los que tiempo atrás negaban la posibilidad de que el sexo de los fetos se pudiera descubrir antes del parto.
Por todas esas razones, y admitiendo el incuestionable avance de la ciencia, recogimos la información emitida por un  grupo de investigadores de la Universidad de Lancaster, Reino Unido, concentrados en  desarrollar una tecnología que será capaz de predecir los años de vida de un individuo y hasta las enfermedades que pudiera contraer.
El pequeño equipo, similar a un reloj, cuenta con un láser especial que analiza las células endoteliales de los vasos sanguíneos más pequeños de la piel mediante la medición de las oscilaciones dentro de las células.
A partir de ahí, el dispositivo proyecta -en una escala de cero a 100-, los años de vida que le restan a una persona.
Según los investigadores, la nueva tecnología ya se comprobó en un grupo de alrededor de 200 voluntarios con resultados satisfactorios; no obstante, reconocen que todavía es necesario ajustar más los datos que ofrecen.
Estos expertos concluirán el proyecto, aproximadamente, dentro de un año, e incluyen la posibilidad de disminuir el tamaño del equipo, además de establecer un precio conveniente, que pudiera promediar los 200 euros (265 dólares)
Es teoría admitida que con la utilización de este dispositivo se pudiera profundizar más en los estudios  sobre el cáncer, ganando tiempo para su cura, y también  informar sobre los procesos de envejecimiento, o alertar ante los hábitos o  costumbres que más le perjudican.
Esperemos pues el resultado de este proyecto, y confiemos que sirva de medidor confiable para tomar en cuenta los factores de riesgos, y sobre todo, aprovechar con sabiduría cada minuto que nos quede por vivir.

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