Chantajes en el Congreso
30 de septiembre de 2013
|El hecho de que las leyes que aprueba o desaprueba el Congreso de Estados Unidos, generalmente tengan carácter vinculante permite, que de vez en vez, el presidente Barack Obama se vea sometido a lo que él mismo ha llamado “chantaje” por parte del sector republicano —mayoritario—, que se empeña en continuar “moviendo el piso” a un mandatario que vive sus peores momentos en la Casa Blanca.
Cuando este primero de octubre vence el plazo para que se apruebe una resolución que brinde fondos federales para que el propio Congreso siga funcionando, una pelea insólita de repite entre bandos supuestamente adversarios, pero que a la hora de la verdad tendrán que ponerse de acuerdo por encima de discrepancias cosméticas. A fin de cuentas ni a unos ni a otros le conviene quedarse sin fondos que puedan afectar momentáneamente sus bolsillos individuales.
La advertencia de que el gobierno de Estados Unidos se prepara en estos últimos días para un potencial cierre de gran parte de su sector público ante el estancamiento en el Congreso para lograr un acuerdo sobre su financiamiento, llevó a las agencias gubernamentales a hacer planes de contingencia que, entre otras cosas, dejaría sin empleo a un alto por ciento de sus empleados.
El mecanismo establecido es que el Congreso, cada año en la fecha del 1 de octubre, debe aprobar un presupuesto para financiar al gobierno durante los próximos 12 meses.
Obama, sometido a grandes presiones por su errado actuar en política exterior y sus reiterados contratiempos en política interna, clamó la víspera a los legisladores a aprobar el proyecto ya que, de lo contrario, el gobierno federal no podrá pagar sus cuentas y se verá súbitamente paralizado.
La oposición republicana se debe, en lo fundamental, a la llamada Reforma sanitaria, presentada por Obama en el año 2010, gran parte de la cual debe entrar en vigor este 1 de octubre.
Al respecto, los congresistas republicanos están presionando al mandatario a retrasar su implementación y por ello intentan impedir su financiación.
En los últimos dos años, los legisladores republicanos han votado 42 veces para rechazarla o para privarla de fondos, según aparece en un despacho de la BBC.
Si hubiera una paralización de las funciones del gobierno el 1 de octubre, se calcula que hasta un 35% de sus más de 2,1 millones de empleados dejarían de trabajar, y no tendrían garantías de regresar a sus empleos cuando la situación se resuelva, se argumenta en el propio despacho de prensa.
En tal caso que no se solucione el controvertido tema, los beneficios para veteranos y las pensiones se retrasarían. Incluso el Departamento de Defensa indicó que “grandes números” de trabajadores civiles recibirán instrucciones de permanecer en sus casas.
No obstante, hay analistas que consideran que el plazo del 1 de octubre no es el más grave, sino el que vence a mediados de ese propio mes cuando el Congreso debe votar para elevar el techo de la deuda, que, de no lograrse, el gobierno podría caer en una cesación de pagos sobre sus préstamos.
Al respecto Obama alertó que no hacerlo “sería incluso más peligroso” que un cierre parcial del gobierno. Desde 1960 el citado techo de la deuda se ha incrementado 78 veces, aunque en los últimos tres años, el asunto se ha usado como un arma de negociación para los legisladores republicanos que intentan retirarle concesiones presupuestarias a Obama, señala BBC.
Se trata, no hay dudas, de chantajes en el propio Congreso norteamericano donde, quizás para aparentar una verdadera expresión democrática, se arman estos shows más publicitarios que verídicos.
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