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No soy un pozo sin fondo

13 de septiembre de 2013

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Estallar no es bueno porque significa que nos comportamos como un pozo que parecía que no tenía fondo, guardando y reprimiendo emociones, pensamientos, creencias, recuerdos, deseos que se fueron acumulando, amontonándose y hasta puede que muchas de estas cosas fueran buenas, pero al ser reprimidas se mezclaron de forma tan abigarrada y perniciosa que al cabo de un tiempo, como una bomba descontrolada, explota, con consecuencias habitualmente desastrosas. Es por eso que sigo insistiendo en el hecho que el autocontrol no es represión, sino que es aprender a manejar acertadamente las emociones, la cuales a veces hay que mantenerlas tranquilitas, dentro de nosotros, porque soltarlas podría ser muy peligroso, como en el caso de querer matar al jefe porque es un bastardo ególatra dictador incompetente y aunque tengo ganas de asesinarlo, no lo puedo hacer, y al no poder sacar al sol esa emoción iracunda y homicida,  lo que hago es tomar el camino saludable -para él y para mí- que puede ser buscar otro trabajo, o enfrentarlo con armas inteligentes y desenmascararlo para que no siga siendo lo que es. También puede que lo que acumule sea amor hacia alguien que  por determinadas razones no lo expreso  (pienso que nunca se va a fijar en mí, que me quiere como una amiga, que es muy joven, que es muy mayor, etc.) o tal vez porque sé muy bien que no me ama, y ahí vamos de nuevo a reprimir, guardar porque no tomamos decisiones y nos mantenemos cerca, viendo como se enamora y desenamora una y otra vez o viendo que es muy feliz con un amor, su amor, hasta que un día lo soltamos irritadamente -puede que el haber bebido de más nos haya soltado la lengua o ver que le va mal con otro amor y el muy imbécil nunca se dio cuenta que una ha estado aquí todo el tiempo- y ahí explota la bomba y decimos todo lo que tenemos entre pecho y espalda, con odio, con violencia y lo que fue amor se convirtió en algo sórdido por la maldita represión ¿Por qué no lo dijimos antes y así nos sacábamos la duda de saber lo que sentía hacia nosotros? O ¿Por qué no dimos media vuelta y buscamos el amor en otra parte? Las razones pueden ser muchas -cada cual sabe lo suyo- pero lo importante es que hay que saber dirigir hacia un destino beneficioso para cada uno de nosotros lo que tenemos entre pecho y espalda, porque si no, esas emociones pueden ser más peligrosas que la más letal bomba atómica y el daño no solo es por las consecuencias que el estallido descontrolado puede provocar, sino también -y principalmente- por el tiempo que dejamos de vivir, de respirar libremente mientras rumiábamos lo que guardábamos entre pecho y espalda, sintiéndonos infelices, miserables, inferiores, cobardes. La educación que recibimos tiene bastante que ver con la forma en que aireamos estas emociones, en la forma en que nos controlamos sanamente o nos reprimimos patológicamente. Por ejemplo,  a los hombres se les enseña a reprimir el miedo, porque es una agresión  a la virilidad tener miedo, o en pocas palabras; no es de hombre tener miedo, pero los hombres tienen exactamente las mismas conexiones biológicas que las mujeres y hasta donde yo sé, no hay ninguna vacuna que le pongan a los niños en el hospital  cuando nacen para que no tengan miedo, por lo que  no mostrar  miedo, no significa que no lo sienta, sino que lo reprime, entonces, al miedo –ya sea niña o niño- hay que enseñarlo a manejar, que puede ser  enfrentarlo, dominarlo,  huir en dependencia del peligro para la vida y con esto sí sé es hombre porque muestra que utiliza el don más importante que tenemos las personas que es la inteligencia.

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