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La soprano Sara Escarpanter

6 de septiembre de 2013

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Hoy dedicaremos la sección a Sara Escarpanter (La Habana, 1919-Nueva York, 1999), una de las más bellas voces que ha tenido, en toda su historia, el arte lírico cubano.

En el árbol genealógico de Sara Escarpanter existían artistas de mérito: Adolfo Utrera (tenor y poeta), Jesús Escarpanter (compositor y director de orquesta), Francisco Escarpanter (pianista y compositor) y Antonio Utrera (barítono).
Estudió canto con Piedad de Armas y Juan Manuel (Lalo) Elósegui. Tras sus primeros éxitos en las radioemisoras CMW y COCO, debutó con carácter profesional en el concierto nocturno que el maestro Ernesto Lecuona organizó en el teatro Nacional el 29 de septiembre de 1938, interpretando una canción del maestro: Vestal serena (L.: Gustavo Sánchez Galarraga), secundada por la Orquesta de La Habana, bajo la batuta del propio compositor.
Lecuona la incluyó en el grupo de intérpretes que a partir del 16 de octubre de 1938 participaron en sus audiciones a través de los micrófonos de Radiodifusión O’Shea (CMK), y en el programa que el 31 de diciembre de ese año ofreciera en el Auditórium. Posteriormente, la invitó a otros conciertos y programas radiales, y siguió de cerca la formación de tan talentosa soprano.
Su primera gira al exterior la hizo entre finales de enero y febrero de 1939, cuando integró el colectivo que Lecuona llevó a escenarios de Puerto Rico. Luego de volver a su tierra natal, se opinó en la edición del mes de abril de la revista habanera “Chic”: “En Sarita Escarpanter se da el caso no corriente, de una voz de tonalidad distinta, de timbre aterciopelado, que cautiva desde el primer arpegio hasta la nota final. Hay en sus frases la emoción del cantante que entrega su espíritu en alas de la melodía, y sabe comprender el sentimiento del compositor, al crear su obra, para decirla con fidelidad interpretativa”.
Después de su interpretación de la melodía lecuoniana “Bésame tú”, sería ovacionada el 30 de julio de 1939 en el habanero teatro Nacional, al participar en el recital dedicado a las repúblicas latinoamericanas por el autor de “La comparsa”. El 22 de febrero de 1943 actuó en el homenaje rendido por la Corporación Nacional del Turismo a Moisés Simons, Ernesto Lecuona y Eliseo Grenet en el Auditórium. Disfrutaba entonces de un contrato de exclusividad en la RHC-Cadena Azul, el cual abarcaría cuatro años. Viajó en 1945 a Nueva York y perfeccionó sus anteriores estudios de canto con la soprano Clementine de Vere. Largo tiempo dedicó a tal empeño, y ―una vez terminados― la Unión Panamericana la contrató para una gira de recitales en distintas urbes norteamericanas y en Canadá.
Regresó a La Habana para incorporarse al espectáculo que Lecuona encabezó en abril de 1949 en el América, al que también dieron su colaboración la cantante Olga Guillot, el declamador Luis Carbonell, los pianistas Orlando de la Rosa y Carlos Barnet, y la pareja de bailes Gustavo y Olga. Dirigida escénicamente por Antonio Palacios, en julio de 1949 protagonizó en el Martí las zarzuelas españolas “Los gavilanes” (Adriana) y “Luisa Fernanda” (Duquesa Carolina), al lado del barítono español Juan Amorós, el tenor Francisco Naya y otras figuras. Entre finales de ese año y el siguiente actuó con Lecuona en escenarios de Tampa (teatros del Círculo Cubano y del Centro Asturiano), Cayo Hueso (Convent Auditorium) y Miami (Alianza Internacional y Senior High School).
Trabajó en importantes programas de la televisión criolla, como Gran teatro (CMQ-TV) y Noche tropical (Unión Radio-TV), este último con Ernesto Lecuona. De nuevo viajó a Estados Unidos en 1954. Cumplió algunos compromisos profesionales y, bajo la dirección orquestal de Gilberto Valdés, cantó en el Carnegie Hall. En 1956 fue contratada para los tres espacios semanales de Lecuona en el Canal 2 de la televisión cubana: “Melodías de ayer”, “Miércoles de gala” y “Melodías de hoy”. Se trasladó en 1957 a España, donde sobresalió en programas de Radio Madrid. Retornó a La Habana en los primeros meses de 1959 y fue aplaudida en los Festivales Lecuona, que el 23, 27 y 30 de mayo tuvieron lugar en el Auditórium. En 1961 actuó en sendos homenajes tributados a Blanca Becerra y Antonio Palacios en el Martí. Cooperó en el segundo semestre de ese año en el Payret con una temporada de arte lírico auspiciada por el Consejo Nacional de Cultura, en cuyo desarrollo encarnó el personaje de Aurora, la Beltrana, de “Doña Francisquita”. Integró en 1962 el colectivo fundador del Teatro Lírico, grupo con el que caracterizó los roles titulares de “Tosca” y “María la O”, así como los personajes de la Duquesa Carolina, de “Luisa Fernanda”, y la Adriana, de “Los gavilanes”. Bajo la batuta de Gonzalo Roig, figuró en aquella época en adaptaciones televisivas de “Doña Francisquita”, “Cavalleria rusticana” y “La rosa del azafrán”.
A finales del decenio de los sesenta fijó su residencia en Estados Unidos. Efectuó nuevas actuaciones en el Carnegie Hall (1970 y 1984), y, además, en Venezuela, Brasil, Chile, Puerto Rico y España.
Acerca de una de las cantantes criollas que más distinguió Ernesto Lecuona, aseveró él en cierta oportunidad: “Sarita Escarpanter es una extraordinaria voz de soprano lírico-spinto, con el aliciente singular de poseer unos graves que para sí los quisieran muchas mezzos y contraltos. La voz de Sarita Escapanter, reconocida por todos los que la han oído, es bellísima en su timbre pastoso, suave y aterciopelado”.

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