La calle Obispo
9 de agosto de 2013
|La recuperación de plazas y ejes viales importantes constituye objeto de obra priorizado dentro del Plan de Desarrollo Integral concebido por la Oficina del Historiador para La Habana Vieja. De allí que se cuente hoy con cuatro plazas rehabilitadas de las cinco capitales y en los ejes que las enlazan se vislumbran cambios que apuntan hacia su total renovación. Bienvenido el rescate, al menos en sus tramos significativos, de las calles de los Oficios, de los Mercaderes, de la Amargura y muy especialmente la calle del Obispo en su totalidad. Para ella se ha concebido una estrategia de intervención que le devolverá su función como eje conector de dos de los sectores productivos más substanciales y su carácter esencialmente terciario. Con la reapertura de instituciones gastronómicas, mercantiles y hoteleras, la participación de la iniciativa privada, así como el mejoramiento de su espacio público, se pretende garantizar un desarrollo sostenible y al mismo tiempo, poner en valor uno de los corredores comerciales más importantes del centro histórico.
De igual modo que la Plaza de Armas constituye el centro urbano más antiguo del proceso fundacional de la ciudad, lo es también la calle Obispo, pues de ella partió creciendo hacia el oeste, trazada como estipulaban las Leyes de Indias. Se compone de doce cuadras, comenzando en la calle de San Pedro para terminar en Monserrate. Su nombre, como el de tantas otras calles habaneras, debe su origen a circunstancias, acontecimientos o personalidades que las distinguían y espontáneamente sus nombres nacieron del ingenio popular. De Obispo se dice que se le llamó de San Juan, por conducir a la antigua iglesia de San Juan de Letrán, o del Consulado, ya que hacia 1794 el Real Consulado se instaló en uno de sus extremos, y del Obispo o de los Obispos, porque en ella vivieron, en diferentes momentos, los obispos Fray Jerónimo de Lara y Pedro Morell de San Cruz, quienes por demás, hicieron de su tránsito por ella, una costumbre.
Hacia 1905 se le cambió el nombre por el de Pi y Margal en honor al ferviente defensor de las libertades cubanas en España. En 1936, los tradicionales nombres de las calles son restituidos y retoma el de Obispo. Durante toda la etapa colonial, la calle Obispo fue reconocida como una vía o corredor comercial que, además de poseer los bazares mejores surtidos, las tiendas más elegantes y modernas y los cafés más bulliciosos, era el enlace por excelencia entre La Habana intramuros y extramuros. Esto la hacía la calle más animada de la ciudad de entonces y necesariamente transitable. No escapaba al asombro de viajeros y huéspedes de la capital, los que dejaban sus impresiones, como el norteamericano Samuel Hazard, quien a mediados del siglo XIX visitó La Habana y expresó con regocijo: “Jamás se cansa uno de recorrer esta calle”.
Entrado el siglo XX, Obispo era un eje comercial de renombre en toda La Habana, lo que conllevó a la prosperidad de los dueños de las empresas allí instaladas. Este hecho constituyó un antecedente primordial a toda la fiebre constructiva y renovadora que se desató en las primeras décadas de dicha centuria, imponiendo a la otrora calle-vitrina una nueva fisonomía. Este auge constructivo de inicios de la República trajo consigo que muchas de las construcciones del siglo XVIII y XIX en la calle Obispo se demolieran para dar paso a las viviendas-comercios de filiación ecléctica o art nouveau. En el mejor de los casos, solo se transformaron las plantas bajas para renovarlos con los “aires de modernidad” que respiraba La Habana por esos años.
La inversión de capitales norteamericanos, tras las dos intervenciones, trajo consigo un desarrollo constructivo evidenciado en el gran número de edificios levantados para las más diversas funciones con predominio de la comercial y la administrativa. Se definen Aguiar, Cuba y otros ejes como zona financiera, cortando Obispo el “Wall Street Habanero” y acogiendo a su vez en sus predios instituciones de este tipo como el Banco Nacional de Cuba, el Banco Mendoza, el Banco Gómez Mena y el Trust Company of Cuba. Es en esta época y circunstancias que la legendaria calle del Obispo abandona su carácter de arteria colonial para acercarse a las vías comerciales de las excelsas capitales de Europa y Norteamérica.
En la década del sesenta, con la nacionalización llevada a cabo por el nuevo proceso revolucionario se desmembró el sistema comercial basado en la propiedad privada y se disgregaron las instituciones bancarias y administrativas particulares. En esta etapa el movimiento económico decreció de manera rápida y de forma paulatina los establecimientos padecieron una generalización en sus funciones que condujo a la pérdida de su predominio como eje mercantil. La vivienda rápidamente se apropió de la planta baja de muchos inmuebles en las que había comercios, apareciendo a lo largo de toda la calle una red de ciudadelas que menoscabaron grandemente el patrimonio construido.
En los años ochenta se definió Obispo desde Bernaza hasta Cuba como zona de tránsito únicamente peatonal para descongestionarla de los vehículos automotores y crear un boulevard que estableciera una continuidad con el de San Rafael. No es hasta 1985 que en los Lineamientos para el proyecto del Centro Histórico se plantea la recuperación física, económica y social de este y otros ejes viales de carácter comercial.
En octubre de 1993 se dicta el Decreto Ley 143 del Consejo de Estado, que ofrece a la Oficina del Historiador la autonomía de administración y gestión. Con ello son tomados para la rehabilitación algunos inmuebles que habían padecido incalculables pérdidas. Para el año siguiente aparecieron algunas instalaciones que de a poco hicieron revivir el comercio y los servicios en esta arteria. Igual se recuperó la capacidad de alojamiento para el turismo internacional con el renacer de los hoteles Ambos Mundos, Santa Isabel y Florida. El Museo de la Ciudad y las conocidas farmacias Johnson y Taquechel constituyen también un atractivo para el turismo cultural. Precisamente, en la manzana que forma con las calles Mercaderes, O’Reilly y San Ignacio, se instituyó, en el 2007, sobre los símbolos de la primera universidad y en el moderno edificio existente, el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana.
En el extremo opuesto, el antiguo Centro Asturiano, como subsede del Museo de Bellas Artes, le otorga a la vía atracción e importancia, reforzada por el Capitolio Nacional, el Gran Teatro de La Habana y los hoteles Plaza, Parque Central y Telégrafo. Muy pronto la rehabilitación de la Manzana de Gómez y su reconversión en hotel aportarán nuevos valores al final de este recorrido iniciado en la Plaza de Armas y que concluye en los parque de Albear y Central, espacios públicos de alta significación histórica, monumental, arquitectónica y urbanística.
Vuelve a Obispo una multiplicidad de funciones, pero de ellas la comercial sigue siendo la dominante. Han resurgido pequeñas casas especializadas que, en la mayoría de los casos, tomaron sus antiguos nombres. Entre ellas, peleterías, tiendas de ropa y otros efectos, ferreterías, librerías como La Moderna Poesía, Cervantes y más recientemente la Fayad Jamís; la joyería El Clip, una peluquería, Estilo; la óptica El Almendares; una tienda tan particular como El Restaurador y la sastrería de Don Nicanor Mella; o los servicios gastronómicos de La Mina, El Naranjal y La Dichosa.
En la trama urbana, conservada felizmente sin alteraciones, se trabaja para devolverle al famoso corredor comercial su característica imagen y una expresión que evoque su época de esplendor. En el 2006 fueron reparadas las redes eléctricas, sanitarias, hidráulicas y telefónicas, cuya obra se acompañó de una nueva pavimentación, esta vez con el llamado adocreto. Otra intervención en las redes, en el 2013, esta vez agregando la del suministro de gas, mejorará los servicios a la población residente y las instalaciones ubicadas en la calle Obispo.
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