Alexander Fleming de luna de miel en La Habana (I)
5 de julio de 2013
|¿Sabía usted que Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, disfrutó de su última luna de miel en La Habana?
Cuando el célebre bacteriólogo inglés arribó a la capital cubana el viernes 17 de abril de 1953, su tesón como investigador y el éxito de la penicilina ya le habían valido el Premio Nobel de Medicina de 1945, compartido con los químicos Florey y Chain.
La suya no sería una visita marcada por la publicidad, aunque, como es de suponer, abundaron las fotos en diarios y revistas del eminente científico que hizo cambiar las relaciones entre el hombre y los microbios.
El Profesor Emérito de la Universidad de Londres viene invitado por la Universidad de La Habana. Lo acompaña la bella y distinguida Amalia Koutsouri, doctora en Medicina y bacterióloga griega que trabaja con él en su laboratorio en Londres, y con quien se ha casado unos días antes, luego de algunos años de viudez.
Así pues, la pareja pasará su luna de miel en la capital cubana, por cierto, la segunda y última para el sabio Alexander Fleming, nacido en Lockfield, Escocia, el 6 de agosto de 1881.
“Cuando le conocí, -confesó ella – como siempre llevaba un cigarrillo en los labios y además hablaba con un pronunciado acento escocés, no le entendí cuando me preguntó sí me interesaba la investigación de alergias, y puse una cara rara, como de circunstancias, ya que no entendía lo que me decía, entonces él debió pensar que me desagradaban las alergias y me preguntó si quería trabajar con él. Rotundamente respondí: “¡Sí!”
El amor vino después.
El ilustre científico es un anciano que desmiente sus años: erguido, con espejuelos, el pelo ya blanco, elegante traje y corbata de lazo. En verdad se encuentra lejos de aparentar los 71 años que lleva consigo. Activo, firme en los criterios, se apresta a desarrollar la agenda de trajo que lo trae a La Habana en abril de 1953.
En un principio los Fleming se alojaron primero en el Country Club de Miramar y después se mudaron al Hotel Nacional, donde recibieron varias comitivas pertenecientes a las sociedades de farmacéuticos, de botánicos y de otras ramas de las ciencias que acudieron a agasajarlo y a compartir unos minutos con el célebre colega.
En el Salón Azul del Hotel Nacional, Fleming ofrece una conferencia de prensa, en la cual expresó: “No he venido a Cuba a investigar nada… Pero he venido a realizar el peor de los trabajos: hablar”.
Es huésped de honor de la Universidad capitalina, en particular de la Facultad de Medicina, cuyo Decano le da la bienvenida en representación del rector.
Durante su estancia, impartirá dos conferencias que tendrán por sede el edificio doctor Ángel Arturo Aballí,: la primera, sobre “El uso de los antibióticos”, y la segunda, “La herida aséptica”.
Se le confiere el título de Profesor Honoris Causa de la Universidad de La Habana y comparte informalmente con un grupo de alumnos que le entrevistan para la revista estudiantil “Reflejos”
El Colegio Médico Nacional se incorpora a los homenajes. Y se le otorga la Orden Finlay, que lleva el nombre del sabio cubano descubridor, en el mosquito Aedes aegipti, del agente transmisor de la fiebre amarilla.
Al periódico “Avance”, el ilustre visitante afirma: “Nuestra mayor satisfacción es haber dado a la humanidad libremente la Penicilina”, pues Fleming , como se sabe, no patentizó el producto y divulgó ampliamente su secreto a favor de la humanidad.
Acerca de su descubrimiento expresó a la revista Bohemia, tal era su sencillez: “Fue una de esas cosas extraordinarias que suceden en un laboratorio… me siento feliz de haber intervenido en algo que favorezca a la humanidad en sus dolencias. Cualquiera a quien hubiese tocado una cosa así, de los muchísimos hombres de ciencia que estudian e investigan, habría de considerar igual que yo: que esto encierra una obligación de continuar trabajando”.
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