Glauber Rocha
19 de febrero de 2025
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Desde la década del 60 del pasado siglo XX los cinéfilos latinoamericanos y muy especialmente los brasileños y los cubanos, comenzaron a conocer muestras del cinema novo (así, en su denominación en idioma portugués fue como trascendió) y de una de sus figuras más representativas por su quehacer y talento: Glauber Rocha.
No tuvo Rocha una larga vida y su filmografía se ciñe al espacio relativamente corto de unos 20 años, o sea, a aquel que se corresponde entre los años de 1959 y 1981, cuando muere. Su primer largometraje se tituló Barravento (1961), y los espectadores cubanos tuvieron la ocasión de verlo y enjuiciar la fuerza de la cinematografía de Rocha, poco complaciente, crítica, con una estética inusual y de profunda sensibilidad. Si aquella cinta impactó, mucho más lo consiguió la siguiente, de 1964, que señala, según los críticos, un momento cumbre dentro de la producción del autor y del cinema novo como tal: Dios y el Diablo en la tierra del Sol, sucedida por Tierra en trance (las tres en blanco y negro) en 1967 y Antonio das Mortes, está en colores, de 1969, con la cual ganó el premio al mejor director en el Festival de Cannes. Las tres últimas citadas devienen películas antológicas dentro de la cinematografía brasileña y latinoamericana, ejemplos del modo de filmar y narrar propios del cinema novo, signado por una fuerte carga política, de rebeldía y denuncia de las condiciones de vida en los países tercermundistas, que hizo de Rocha el líder de este movimiento cinematográfico.
Tal era el currículo que acompañaba a Glauber Rocha (32 años a la sazón) al arribar a La Habana hacia el mes de octubre de 1971 y en Cuba permanece hasta 1972, trabajando en el montaje de un largometraje sobre la historia de Brasil, que no llega a concluir porque emprende viaje a Francia.
Su hijo Erick, de visita en Cuba muchos años después, comentaría en conversación con el periodista Joaquín Santana, de Radio Habana Cuba, “que solo al llegar a Cuba descubrí informaciones nuevas sobre mi padre. Supe que había trabajado en películas sobre la historia de Brasil. Filmes compuestos con material de archivo. Mi padre estuvo aquí investigando y leyendo mucho. También en La Habana realizó la resincronización de Cáncer, un filme que había terminado en l968 y tenía problemas de sincronismo”.
La situación de represión política en su país conminó a Rocha a viajar continuamente por España, Chile y Portugal, en una suerte de exilio. Solo regresó a Brasil poco antes de morir en Río de Janeiro, el 22 de agosto de 1981, a los 42 años.
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