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Otro “robo del siglo”

1 de agosto de 2024

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Hace varias décadas, el robo de un camión blindado de transportación de dinero que fue objeto de un violento asalto en las calles de Londres se convirtió rápidamente en acontecimiento de resonancia mundial, no solo por el valor millonario de lo sustraído sino también por el carácter espectacular del hecho en sí mismo, sin antecedentes en la larga historia de esa capital supuestamente tan segura.

Fue calificado como “el robo del siglo” y recibió los honores de numerosas publicaciones, reportajes, cuentos, historietas y hasta varias películas de largo metraje lo tomaron como tema y así fueron exhibidas como atractivos filmes del mundo cinematográfico.

Tiempo después, resulta que en estos momentos está a punto de convertirse otro “robo del siglo”, esta vez impunemente según parece y de proporciones mayores, sin necesidad de correr los riesgos de un asalto en plena calle.

Estamos hablando de la confiscación de los activos financieros rusos en bancos europeos y la entrega de los intereses correspondientes a esa abultada cifra, -300 mil millones de dólares, según cálculos publicados,- en forma de “ayuda” al insaciable régimen ucraniano de Kiev.

Desde hace meses viene ejecutándose silenciosamente, solo acompañada de escasas notas fragmentarias de prensa, esta operación de despojo también sin precedentes, que en este caso viola todas las regulaciones bancarias internacionales al respecto.

De consumarse el hecho bandidesco, debe servir de alerta y de alarma para todos los países del mundo, que seguramente no podrán presenciar como simples observadores la puesta en práctica de semejante procedimiento, en particular por parte de la Federación de Rusia que ya ha anunciado que pondrá en vigor medidas recíprocas correspondientes a una agresión ilegal de esa naturaleza.

El despojo de los activos rusos y su entrega al régimen de Kiev no merecería otro calificativo que el de “robo del siglo”, como aquel de las calles de Londres, pero aún con mayores proporciones y consecuencias.

El conflicto ucraniano sigue mostrando que las llamadas “potencias occidentales” han perdido toda posibilidad de hacer valer cualquier tipo de autoridad moral o legal. al dejarse arrastrar por los caminos de la ilegalidad y la irresponsabilidad más evidentes.

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