Hungría se rebela
24 de julio de 2024
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El reciente acuerdo del Parlamento Europeo -dominado por las fracciones más derechistas, ultraderechistas y proyanquis- condenando y desautorizando las gestiones de paz sobre el conflicto ucraniano que ha venido llevando a cabo el primer ministro húngaro Viktor Orban en su carácter de país-presidente en el seno de esa agrupación, que de esta forma se ve desafiada abiertamente por uno de sus componentes -también integrante de la OTAN- desde que abandonó su condición de país socialista a comienzos de la década de los 90 del pasado siglo.
Era ya conocida la posición del gobierno húngaro desde que se negó a aceptar la imposición de sanciones económicas contra Rusia y se convirtió en una excepción incómoda dentro de la UE, mientras mantuvo desde entonces la necesidad de gestionar y hallar un camino hacia la paz con el consenso de todos los participantes en el conflicto europeo, alejándose del aliento del gobierno imperialista de Estados Unidos.
Desde un primer momento, resultó para algunos curiosa y difícil de entender esta posición, si se tiene en cuenta que dentro del espectro político húngaro la fuerza política regida por Orban y que ejerce el gobierno estaba considerada como de “extrema derecha”, en la situación interna de ese país centroeuropeo.
Para comprenderlo más claro, muchos observadores se remiten al hecho de que es Hungría un país pequeño, sin grandes recursos naturales y que ha logrado sostener una economía relativamente estable en medio de la transición al capitalismo valiéndose de su tradicional habilidad negociadora y su comercio exterior, junto a una agricultura próspera en general.
De esta realidad se desprende que las autoridades húngaras rechacen la conversión del espacio europeo en una zona de conflicto que a la larga solo beneficie a Estados Unidos y se comprometan activamente en la búsqueda y el mantenimiento de un ambiente en que los países considerados pequeños o de nuevo ingreso dentro de la UE puedan desarrollarse y prosperar en paz.
En este sentido, para Hungría resultan indispensables y útiles las relaciones de normalidad y aún de cooperación y de amistad con la Federación de Rusia y también con China, sin que ellas signifiquen un enfrentamiento con Ucrania, enfatizando su neutralidad.
El hecho cierto es que la sorprendente rebelión húngara amenaza con desestabilizar a la hasta ahora omnipotente Unión Europea y, al parecer, también a su parlamento anexo, quienes no conciben en el Viejo Continente a gobiernos que se dispongan a ejercer la plena soberanía y defender intereses que consideren justos y legítimos, sin imposiciones ni tutelas.
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