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Arturo de Córdova

6 de junio de 2024

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El Arturo de Córdova que aquí recordamos es uno de los galanes más populares de la cinematografía hispanoamericana durante los decenios del 40 y del 50 del pasado siglo XX.  Pero no por emplear el término de galán vayamos a subestimar al actor: en primer lugar no era un jovencito, sino un hombre maduro, de una grata voz, y sus actuaciones fueron memorables en más de una cinta. Arturo de Córdova gustó a todos los públicos (sin distinción de sexo o edad) y compartió roles con las estrellas femeninas más encumbradas.

Su imagen más típica es la del galán con traje a cuadros y mirada penetrante. De cabello castaño (recordemos que las películas eran en blanco y negro), ondeado, bigote pequeño, rostro dúctil y con un cigarrillo entre los dedos, Arturo de Córdova encarnó personajes buenos y malos con igual maestría. La época de oro del cine mexicano lo tuvo entre sus máximos representantes y en Cuba fue un ídolo.

Varias veces visitó Arturo de Córdova la mayor de las Antillas. En un revelador artículo, el crítico cubano Rodolfo Santovenia recuerda que de niño estuvo con sus padres, y después como periodista de la Agencia United Press. Más adelante lo veríamos con frecuencia en sus magistrales interpretaciones del personaje de Edmundo Dantés en El conde de Montecristo, de 1941, y en Dios se lo pague, de 1947.

En La Habana, lo tuvimos por los meses de marzo y abril de 1954 cuando se filmó en esta ciudad la película Un extraño en la escalera, junto a la entonces revelación del cine mexicano, la bella Silvia Pinal.

Es el propio colega Santovenia quien apunta que esta película se rodó en La Habana porque existían problemas laborales en la industria mexicana del cine debido a que el director, Tulio Demicheli, era argentino y en la nación azteca los sindicatos establecían restricciones en cuanto a dar entrada al séptimo arte a realizadores extranjeros, lo cual favoreció la elección de La Habana como escenario. Un extraño en la escalera nos presenta a un Arturo de Córdova en plenitud de sus facultades histriónicas (rondaba los 50 años)  en tanto su carrera se afincaba, de la mano del melodrama bien realizado, en numerosos éxitos de taquilla y el reconocimiento del público y la crítica.

 

Silvia Pinal y Arturo de Córdova en una escena de «Un extraño en la escalera»

Silvia Pinal y Arturo de Córdova en una escena de «Un extraño en la escalera»

 

Arturo de Córdova ganó tres premios Ariel, máximo galardón del cine mexicano, con los filmes En la palma de la mano (1952), Tres perfectas casadas (1954)  y Feliz año, amor mío (1958), lo cual lo avala como la gran figura masculina de la cinematografía mexicana en los años cincuenta.

Murió en Ciudad México el 3 de noviembre de 1973.

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