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Martí con los pobres de la tierra (I)

7 de junio de 2024

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Foto tomada durante el viaje de Martí a Jamaica en octubre de 1892. Probablemente fue tomada en Temple Hall con un grupo de tabaqueros emigrados cubanos

Foto tomada durante el viaje de Martí a Jamaica en octubre de 1892. Probablemente fue tomada en Temple Hall con un grupo de tabaqueros emigrados cubanos

 

Es probable que el lector con algún conocimiento de las ideas del Maestro piense, al leer este título, en aquellas líneas de uno de sus Versos sencillos: “Con los pobres de la tierra/ quiero yo mi suerte echar. “ Pero en este caso he copiado el título de un trabajo suyo publicado en el periódico Patria, el 24 de octubre de 1894, donde afirma tajantemente: “Con los pobres de la tierra// Quiero yo mi suerte echar…” En esta ocasión se trata del título de un trabajo suyo publicado en el periódico Patria el 24 de octubre de 1894.

Por esa fecha el Delegado del Partido Revolucionario Cubano consideraba que se acercaba el momento de iniciar la “guerra necesaria” para alcanzar la independencia de Cuba. Hoy lo sabemos por las varias cartas que enviaba desde semanas antes a sus más cercanos colaboradores dentro de la patria y en las emigraciones

El impulso para escribir se lo dio la decisión tomada y ejecutada por la gran mayoría de las emigraciones de donar su pago semanal con motivo del 1o de octubre y entregar ese dinero a para los preparativos de la “guerra necesaria” y adquirir armas, pertrechos y barcos a fin de iniciar la contienda y apoyarla con el envío de esos recursos y de patriotas que deseaban unirse a la insurrección en la Isla.

Con cierta contenida emoción Martí describe así el asunto: “Callados, amorosos, generosos, los obreros cubanos el Norte, los héroes de la miseria que fueron en la guerra de antes el sostén constante y fecundo, los mozos recién nacidos del oprobio y de la aniquilación el país trabajaron todo el día Diez de Octubre, para la patria que acaso los más viejos de ellos no lleguen a ver libre; para la revolución cuyas glorias pudieran recaer, por la injusticia y la soberbia del mundo, en hombres que olvidasen el derecho y el amor de los que les pusieron en las manos el ama del poder y de la gloria.”

Atiéndase a cómo Martí reconoce el peso de las emigraciones desde la Guerra de los Diez Años a la vez que advierte cuidadosamente acerca del peligro de que quienes sustentaban con sus contados recursos y entrega personal el camino liberador fueran echados a un lado luego del triunfo sobre el colonialismo español. Pero de inmediato alza el tono de su rechazo a semejante situación y afirma, tajante y combativo: “¡Ah, no!, hermanos queridos. Esta vez no es así. Ni se ha adulado, suponiendo que la virtud es solo de, los hombres, y de los ricos nunca; ni se ha ofrecido sin derecho, en nombre de una república a quien nadie puede llevar moldes o frenos, el beneficio, del país para una casta de cubanos, ricos soberbios o pobres codiciosos, sino la defensa ardiente, hasta la hora de morir, del derecho igual de todos los cubanos, ricos o pobres, a la opinión franca y al respeto pleno en los asuntos de su tierra: ni con otra moneda que la del cariño sincero, y el amor armado en el decoro del hombre, y la viril fiereza de quien no se tiene por varón mientras haya en la tierra una criatura mermada o humillada, se compró esta vez esa fe tierna de los hombres del trabajo en la revolución que no los lisonjea, ni los olvida.

Ofrece el Maestro, pues, una república de equilibrios sociales que ha de abrir espacio a los intereses y necesidades de los trabajadores que están apoyando el camino para llegar a esa república de justicia.

(Continuará)

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