Y ahora Nueva Caledonia
27 de mayo de 2024
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Si ya Francia bajo la égida de Enmanuel Macron, ha recibido los banderillazos de casi todas sus neocolonias en África que han decidido dejar de serlo, ahora París se enfrenta a una grave situación en el territorio del Pacífico que mantiene como colonia, Nueva Caledonia, donde las reforzadas tropas galas de ocupación no han podido doblegar a insurgentes canacos que luchan por la independencia.
Las autoridades francesas han perdido el control de varias regiones metropolitanas de Nueva Caledonia, una de las cuales alberga el principal hospital del archipiélago, mientras el Alto Comisionado de la autoridad colonial, Louis Le Franc, mostró su alarma por la situación de caos en Noumea, la capital, donde edificios y vehículos oficiales fueron incendiados.
“Llegarán aún más refuerzos para controlar las zonas que se nos han escapado en los últimos días, que ya no están bajo nuestro control”, afirmó Le Franc a AP. Según el Alto Comisionado, estos refuerzos deberían permitir a las autoridades “recuperar todos los espacios de la aglomeración que hemos perdido y que nos corresponde recuperar lo antes posible”.
El funcionario señaló tres zonas metropolitanas, “en las que hay varios centenares de alborotadores que solo esperan el contacto con la Policía para mantener sus posiciones”, dijo.
Según el corresponsal de Radio Francia Internacional, se combatió fuertemente en la zona donde se halla un hospital, mientras fue imposible realizar una videoconferencia propuesta por el presidente Emmanuel Macron a los representantes electos de Nueva Caledonia, ya que los “distintos actores no desean hablar entre ellos por el momento”, afirmaron en el Palacio del Elíseo.
En tanto, en pleno centro de la capital francesa, miles de personas manifestaron sus simpatías por la principal organización combatiente, el Frente de Liberación Nacional Canaco y Socialista.
Las violentas protestas masivas., que en principio fueron desencadenados por los cambios en las leyes electorales locales respaldados por París para favorecer a los colonizadores residentes en detrimento de la población autóctona, tienen un trasfondo más amplio, derivado por el control del níquel, recurso abundante en la nación insular, entre el 20% y el 30% de las reservas mundiales.
El control del “oro verde” es de suma importancia tanto para los separatistas, que buscan la plena soberanía, como para París, que lo necesita, en gran parte, para producir baterías para los coches eléctricos que se venden en la Francia continental, según afirma Christine Demmer, antropóloga del Centro Nacional de Investigación Científica.
SUCIO PASADO; PERO TAMBIÉN PRESENTE
A pesar de su oscuro pasado colonial, Francia ha conseguido mantener una importante presencia en sus antiguos dominios imperiales durante décadas, moldeando paisajes políticos, economías y culturas en los que ha utilizado todo tipo de sucios métodos, que incluyen soborno y asesinato, llegando al genocidio.
Sin embargo, una nueva corriente revolucionaria se extiende por las naciones del Sur Global, que reclaman el pleno control de sus recursos naturales, encaminadas hacia la autodeterminación.
Aunque en la década de 1960, Francia se vio obligada a conceder la independencia a casi todas sus colonias, en África ocurrió algo particular: París decidió mantener intacto su imperio en todo menos en el nombre. El plan era sencillo: cuando un país africano obtenía su independencia, se le hacía firmar un llamado ‘acuerdo de cooperación’, similar al “pacto del níquel”, que el gobierno de Macron promueve actualmente en Nueva Caledonia, según recoge Reporterre.
A cambio de la ayuda exterior francesa, los países africanos debían conceder a París derechos sobre los recursos naturales, permitir que mantuviera tropas en su territorio indefinidamente y mantener las monedas de estos países vinculadas a la entonces moneda gala, el franco.
FRANCAFRIQUE
Sin embargo, esta persistencia no se debe únicamente a la dominación francesa. Las élites africanas han trabajado junto a sus socios franceses para proteger intereses comunes. Autoridades antidemocráticas y oligarcas empresariales tanto en Francia como en el África francófona han unido sus fuerzas para defender los vestigios del antiguo imperio, que tiene su propio nombre: la Francafrique.
En la Francafrique, los países que utilizan el franco CFA carecen prácticamente de soberanía monetaria: el valor de su moneda está vinculado ahora al euro. Esto significa que los países más pobres del mundo tienen una moneda controlada por los países más ricos, por ende, cualquier apreciación del euro hace que las exportaciones de estos países sean menos competitivas en precio. El encarecimiento de los productos nacionales hace casi imposible el crecimiento impulsado por las exportaciones, necesario para sacar a un país de la pobreza.
A finales de abril del año pasado, el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, indicó que se estaba debatiendo la cuestión de la moneda única de África Occidental, el Eco, tanto a nivel de jefes de Estado como de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). Inicialmente previsto para el 2020, el lanzamiento de la moneda única Eco fue aplazado por los 15 países de la Comunidad al 2021, y después al 2027.
Asimismo, el líder de la junta militar que gobierna Níger, Abdourahamane Tiani, dio a conocer en febrero que su país sopesa crear una moneda común junto con Burkina Faso y Mali para desvincularse del dominio francés. Tiani afirmó en la televisión nacional que “la moneda es una salida a esta colonización” y también “un signo de soberanía”. “No se trata de que nuestros Estados sean la gallina de los huevos de oro de Francia”, aseveró.
Por su parte, en Senegal, donde se votó mayoritariamente al candidato izquierdista del Pastef, Bassirou Diomaye Faye, bajo el apodo de ‘Panafricanismo de Izquierda’, este ha prometido hacer a su país más soberano en materia alimentaria, energética y financiera.
“La movilización popular contra la moneda ha sido intensa en los últimos años en África Occidental”, reconoce Kai Koddenbrock, profesor de Economía Política en el Bard College de Berlín. Y alertó:
“Sin embargo, abandonar el franco CFA ha conllevado históricamente un alto riesgo de sabotaje francés”.
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