El insólito cometa de Chéseaux
1 de marzo de 2024
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Hace 280 años pasó por el perihelio el cometa de Chéseaux o Gran Cometa de 1744. Tras llegar a su mínima distancia del sol, se alejó en una trayectoria hiperbólica que lo lleva cada vez más lejos de los límites del sistema solar.
La ciencia contemporánea revela que estos objetos cósmicos están formados por hielo, fragmentos rocosos y polvo, y que cuando se aproximan a nuestra estrella central, el calor y el viento solar provocan la sublimación el hielo y la dispersión del polvo, un proceso físico-químico que transforma el núcleo y genera la coma o cola; o sea: la atmósfera del cometa.
Descubierto a finales de 1743, el brillo del astro aumentó incesantemente hasta superar al planeta Venus y hacerse visible en pleno día. Cuando el 1 de marzo de 1744 el Chéseaux pasó a tan solo 33 millones de km del sol, reveló la gran sorpresa que tenía reservada: su núcleo “estalló” y formó seis colas bien diferenciadas, algo insólito en la historia de la astronomía.
Imaginemos el terror y el asombro de la gente de una época en que la ciencia estaba muy lejos del conocimiento popular.
Nunca más se ha visto un espectáculo similar, y los astrónomos coinciden en que no volveremos a tener sobre los cielos a este extraordinario viajero del espacio. Solo los grabados nos muestran una perspectiva de aquel cometa prodigioso y aterrador que abrasó con seis brazos luminosos los oscuros y diáfanos horizontes del siglo XVIII.
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