Agosto 6 al 9 de 1945: cuando la meteorología torció el rumbo
9 de agosto de 2023
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El uso de armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki tuvo “razones”, “justificaciones” y “propósitos” ética y políticamente inaceptables. Mucho menos conocidos fueron sus objetivos experimentales. Por ello, los datos meteorológicos resultaron determinantes en la elección de los blancos. Los bombarderos portadores Boeing B-29 iban escoltados por dos aviones similares: uno instrumentado para evaluar los efectos de la explosión, y el otro para documentarla con equipos aerofotográficos y cinematográficos.
Días antes, el mando aéreo estadounidense ordenó la exploración de los objetivos con un avión de reconocimiento meteorológico, y al amanecer del 6 de agosto, la aeronave voló sobre Hiroshima y reportó que la limpidez y transparencia de la atmosfera aseguraban plena visibilidad en un cielo prácticamente sin nubes. La bomba estalló y mató en el acto a 70 mil personas.
La explosión nuclear concentro una potencia equivalente a 1 600 toneladas de dinamita, programada para que ocurriera a 600 metros de altura. El aire ardió alrededor del foco de la explosión y formó un esferoide candente de 250 metros de diámetro. El estallido produjo vientos estimados en 1 000 km/h, y treinta minutos después cayó al nordeste de la Ciudad una lluvia negra, contaminada con cenizas, y polvo de los escombros intensamente radiactivos.
El segundo ataque contra Japón estaba programado para el 12 de agosto, pero el domingo 5, al concluir el análisis sinóptico, los meteorólogos detectaron la formación del tifón Queenie (SS-1) y el Mando aéreo decidió adelantar la fecha. La ciudad de Kokura fue seleccionada para el siguiente bombardeo, el día 9, pero la nubosidad densa y el smog la salvaron de la hecatombe. La tripulación del B-29 ya volaba con la segunda arma activada, cuando recibió órdenes de elegir otro objetivo que permitiera maximizar la efectividad del explosivo nuclear. Entonces escogieron a Nagasaki, donde murieron instantáneamente 40 mil personas.
Se estima que hasta ahora han muerto 214.000 personas como consecuencia de los terribles ataques nucleares contra Hiroshima y Nagasaki, una fecha en que la ciencia torció su camino en favor de la muerte.
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