Los vientos y la memoria
2 de agosto de 2023
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Con motivo del próximo lanzamiento del libro “Para que no se los lleve el viento: 66 relatos de huracanes” de Ediciones Boloña, su autor, Luis Enrique Ramos Guadalupe, tuvo la amabilidad de concedernos una entrevista, en la que dialoga sobre esta interesante lectura.
Profesor en Ciencias y Geografía, Luis Enrique Ramos Guadalupe es reconocido como uno de los principales historiadores de la Meteorología de nuestro país. Su voz se ha convertido en acompañante habitual de los oyentes de la emisora Habana Radio, gracias a su revista “Cuba 460”, un programa dedicado a la divulgación del conocimiento y las ciencias.
De igual manera, su reciente programa radial “Zodiaco”, ha llevado con acierto los saberes astronómicos a la realidad cotidiana de sus audiencias. Como asesor científico de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, ha colaborado en distintos proyectos, como fue el caso del establecimiento del Museo Observatorio en el Convento de Belén. Sus palabras son, en definitiva, testigos de los saberes acumulados durante una destacada carrera científica, y la oportunidad de su lectura o conversación, resulta un privilegio.
El prólogo de “Para que no se los lleve el viento: 66 relatos de huracanes” corresponde a la autoría de la Dra. Magda Resik Aguirre. Esta elección fue motivada por factores de peso, como indica su autor, además reconoce la preparación y los conocimientos de la Dra. Resik.
Como bien indica su título, “Para que no se los lleve el viento: 66 relatos de huracanes” rescata las descripciones más vívidas sobre el paso de huracanes, que han tenido la oportunidad de llegar a manos de su autor a lo largo de sus años de investigación. Con una presentación cronológica de estos relatos, la primera de estas descripciones data del año 1508, en Santo Domingo; mientras que el relato más reciente corresponde a un testimonio inédito que diera en el 2012 el Eterno Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler.
El libro se ha dado a la tarea de reflejar con fidelidad el lenguaje de la época en la que fueron documentadas estas experiencias con huracanes. No obstante, debido a su natural vocación de siempre divulgar del conocimiento, la obra incluye abundantes notas al pie, que explican al lector las palabras en desuso, los modismos de las épocas, y términos marineros, entre otros, a fin de convertir la lectura en una experiencia amena y aleccionadora.
Para Luis Enrique Ramos Guadalupe, la redacción de este libro no se limita a los 6 años que tardó su recopilación e investigación, sino que en este se han reflejado sus más de 30 años de carrera, las horas de estudio, los testimonios que recopiló, así como su propio crecimiento profesional y humano.
El autor confiesa que cada relato tiene para él un significado personal. “Para mí, cada uno de esos huracanes, entrañan la experiencia que significa para mí haberlos vivido, independientemente de la época en que ocurrieron, si sucedieron en alta mar, o sucedieron en tierra, si sucedieron en el campo, o en La Habana. Representa para mí haber estado con los testigos y damnificados, y experimentado ese terror a la tempestad. Porque aunque hoy las veamos de manera distinta, y contemos con la tecnología para saber el peligro, en realidad el temor a las fuerzas de la naturaleza sigue siendo el mismo”.
Aunque como autor de todo el libro, siempre resulta difícil elegir un relato preferido, el investigador Luis Enrique destacó al huracán del 20 de octubre de 1926, por ser este el primer fenómeno meteorológico de gran intensidad que impacta en una ciudad moderna como ya lo era La Habana de esa época. Debido a los daños materiales y humanos, este huracán marcó para los habaneros un antes y un después en su manera de percibir a estos fenómenos. Otros famosos huracanes fueron el ciclón Flora, que sigue siendo recordado, pese a haber acontecido en 1963, y el ciclón de 1932, que ganó triste fama por el gran número de víctimas humanas que cobró en Santa Cruz del Sur, Camagüey.
Al hablar sobre la recopilación de la información para redactar este libro, Luis Enrique Ramos resaltó el valor de las fuentes documentales, como informes meteorológicos, bitácoras y demás, que siempre resultan imprescindibles para el trabajo de cualquier historiador a la hora de mostrar la realidad. También reconoció al valor del periodismo, que a través de periódicos, revistas y demás publicaciones, dejaron constancia de estos fenómenos.
Para Luis Enrique Ramos, este libro confluye con la misión de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana de preservar la memoria histórica. Y es por eso que son priorizadas las fuentes menos conocidas de tan importantes acontecimientos. Es a partir de ese deseo de que nada sea olvidado, que cada relato va acompañado de grabados y fotografías del ciclón o sus consecuencias, así como de una imagen que representa a su cronista original.
Y como nadie es más digno de honores que aquel que sabe honrar a quien lo merece, tenemos la certeza de que la obra “Para que no se los lleve el viento: 66 relatos de huracanes” no solo va a convertirse con su publicación en un trabajo de referencia, sino que también deberá tratarse como una investigación que quedará salvaguardada del olvido, por su persistente impronta en la memoria.
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