Otra bomba atómica en Hiroshima
25 de mayo de 2023
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Los resultados de la llamada “Cumbre del G-7” recién celebrada en la ciudad japonesa de Hiroshima pueden calificarse como “otra bomba atómica”, rememorando a la que lanzó el gobierno imperialista de Estados Unidos contra la población civil de esa urbe el 6 de agosto de 1945.
Fue un criminal acto de genocidio proyectado para que Estados Unidos surgiera como la primera potencia, dentro de la coalición aliada, y así adjudicarse el título de vencedor, con todos los derechos, al concluir la Segunda Guerra Mundial: un conflicto bélico que se desarrolló lejos de su territorio y del cual pretendía sacar las ganancia correspondientes, particularmente en la región del Asia-Pacífico.
No obstante que la Revolución China (1949) y la derrota sufrida en la guerra de agresión contra Corea del Norte hicieron alterar bruscamente los planes imperiales la región siguió siendo prioridad para Washington. La Administración Obama la consideró por encima de cualquier otra y así lo anunció.
Derrotados nuevamente, esta vez en Vietnam y salidos a la precipitada, el imperio yanqui insiste en el dominio hegemónico de esa vasta y rica zona del planeta y para allí convoca a los socios que pueda tener por allí a que participen en su ayuda para luego disfrutar de parte del botín. Así son las habituales promesas y presiones del imperio.
Las pretensiones yanquis, por tanto, quedaron nítidas en esta reunión transcurrida en la primera ciudad del mundo que fue víctima de un bombardeo atómico -antecedido solo a su vecina Nagasaki- un holocausto del cual ningún gobierno estadounidense posterior a esa fecha se ha declarado arrepentido, ni ha asumido su culpabilidad por aquella masacre inútil e innecesaria.
En ese escenario nada apacible y lleno de recuerdos se vieron las caras los líderes del G-7 para lanzar sus llamamientos belicistas, que pueden conducir al mundo, si se le sigue manejando irresponsablemente, a una nueva Hiroshima o aún peor.
La Cumbre referida puso en evidencia que el gobierno imperialista de Estados Unidos (hoy Administración Biden) se aferra al dominio hegemónico imperialista y se niega a compartir los frutos y los beneficios del multilateralismo, la autodeterminación, la justicia entre las naciones y la igualdad de derechos.
No son solo China y Rusia -como pretenden falsamente hacer creer- es todo un nuevo orden mundial que emerge con fuerza a partir de una visión más equilibrada y justa y se resiste al dominio hegemónico de nadie por poderoso que se crea. Las piedras del muro de Berlín cayeron en distintas direcciones y el mundo quedó, sin dudas, transformado.
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